Serviá, el legado

Homenaje Ángel Luis Serviá Boada. Foto: tomada del perfil de Facebook de Yumuri Streaming

Es meritorio que Ángel Luis Serviá Boada haya sido recordado en el Museo Farmacéutico, con la presencia de varios de los que lo conocieron. Se le agradece ese acto de justicia a la directora de la institución Marcia Brito, con un vínculo auténtico con la escena matancera, y que haya propiciado que el espíritu del bailarín, coreógrafo, asesor, investigador y sabio de los temas negros, se revelara en la voz de muchos. 

El Museo Provincial Palacio de Junco, un mes antes, también le había dedicado una muestra, que tuvo, entre otros documentos y objetos, los que conservamos de él en la Casa de la Memoria Escénica. 

El homenaje suscitó testimonios cruzados de muchos de los que lo conocieron, como fue el recuerdo del pintor Luis Felipe Franco, que rememoró su presencia en la emblemática Brigada XX Aniversario, en Jagüey Grande, donde yo lo vi por primera vez, en su intensa labor como instructor de arte, propiciando la creación de nuevas agrupaciones, en el Plan de Escuelas al Campo. 

Pero Serviá fue, además de investigador, acucioso estudioso y practicante, uno de los fundadores de la Compañía Danza Espiral, a la que entregó su sabiduría danzaria y ancestral; pero también algunos de los espectáculos de tema negro, de esa etapa, en los que demostró su sabiduría y creatividad, por su amiga y compañera de creación, la maestra Liliam Padrón Chávez. 

Asimismo, estuvo presente en los Concursos de Coreografía e Interpretación Danzandos, y en el Boletín oficial del evento, en que se pueden leer varios artículos y reseñas que dan cuenta de su pensamiento.

El ensayista, narrador e investigador cardenense Alberto Abreu Arcia, Premio Casa de las Américas, refiere sobre Serviá: “Excelente investigador y coreógrafo. Le  debo muchas cosas que con el tiempo resultaron claves para mi formación intelectual y para mi entrada al mundo de la Negritud. Le debemos un gran evento que esté a su altura”.

En Papalote, donde contribuyó con su labor como asesor folclórico y danzario, René  Fernández Santana, Premio Nacional de Teatro 2017, opinó: “Escribí mucha mitología de sus sueños. Serviá era un artista soñador. Sus sueños provocaban el rito y la representación, porque tenía el don de herencias ancestrales y la cosmogonía del reflejo. Nos enseñó, educó el acento y valores lingüísticos de origen yoruba, arará, congo, su semántica, su sintaxis, su verbo”.

Varios recuerdan a Serviá por su carácter humilde, ocurrente, revelador, jaranero, bebedor, refranero, sentencioso y buen amigo. También refieren sobre su labor en espectáculos de cabaret, como el desaparecido El Pescadito, de la ciudad de Matanzas. 

En Serviá Boada se sintetizan numerosas aristas de creación, conocimientos y sabiduría. Su legado permanece en muchos, se evidencia en su formación, y su recuerdo revela lo imprescindible que son ciertas figuras para la cultura matancera cubana y, especialmente, para la escena.


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Sobre el autor: Ulises Rodríguez Febles

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