
Muchos han centrado su atención en el patrimonio matancero, conformando una extraordinaria legión de “almas poseídas” por la matanceridad. No solo los hijos de esta tierra han sucumbido a tan singular encanto; más allá de la Atenas de Cuba cuentan por miles los que la defienden con pasión. Una de estas almas es un hombre que dedicó su vida al patrimonio: Eusebio Leal Spengler.
La relación profesional de este caballero de armadura gris con el patrimonio matancero se inició en 1978, cuando participó en la constitución de la Comisión Provincial de Monumentos, órgano para su salvaguarda y conservación.
En medio de la celebración del Tricentenario de la Ciudad (1993) tuvo a bien “Andar Matanzas”[1] junto a la periodista Aurora López, desde las páginas del semanario Girón. No falto la alerta oportuna sobre la necesidad de que Matanzas se erigiera como alternativa patrimonial y natural, al destino turístico de Varadero. Fiel a su vocación recalcó “(…) menos que nunca ahora podemos arriesgarnos a perder lo que nos queda de ese patrimonio que ha sido dañado y espoleado en el pasado, y aún por desconocimiento, por enjundia y por desidia en el presente.”
Su desvelo no cesó. En diversos escenarios partidistas y gubernamentales manifiestó su preocupación por que la ciudad se levantara con una estrategia y plan de restauración dignos de la primera ciudad moderna de América. También se ocupó; muestra de ello fueron sus visitas, presentaciones de libros y conferencias, que permitieron a las autoridades y al pueblo matancero, prepararse para enfrentar los grandes retos que debían asumirse.

Cuando al fin llegó la muy anhelada declaración del Centro Histórico de Matanzas como Monumento Nacional (2013) no faltó su sentida felicitación a los matanceros, pero por modestia, no expuso que tan significativo hecho fue también el resultado de sus desvelos. Coherente con ello cerró su carta afirmando “Ahora nos queda defender, palmo a palmo, la ciudad histórica, sacudir las ruinas, exaltar sus valores y cuidar más que nunca los que otros hicieron para que fuera posible nuestra propia obra.”[2]
En su condición de presidente de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba y sintiéndose responsable y partícipe de la obra que habría de emprenderse, propuso en 2014 el ingreso de la Oficina del Conservador de Matanzas a la misma.
En 2018, los matanceros pudimos ver por última vez a Leal andar por las calles yumurinas, por cierto, muy feliz. La Asamblea Municipal del Poder Popular le otorgó la condición de Hijo Adoptivo y el trabajo creador rasgaba el velo del tiempo, con el Programa de Reanimación Matanzas 325.

Renacían edificaciones y espacios públicos, cuya preservación consideraba indispensable, todo ello hacía florecer su inquebrantable fe en la necesidad de que Matanzas se salvase. (Por: Dr. C. Armando Santana Montes de Oca)
[1] López, A. (2 de Julio de 1993). Andar Matanzas. Girón , pág. 4.
[2] Leal Spengler, E. Carta de felicitación a los matanceros por el reconocimiento de su Centro Histórico como Monumento Nacional. La Habana: 2013.