Crónica citadina: !!!Hay tamales!!!

Crónica citadina: !!!HAY TAMALES!!!
Crónica citadina: !!!Hay tamales!!!

La potente voz que anunciaba la venta del gustado alimento se oía en varias cuadras más allá de donde vivían Roberto y Emilio Batista, avecinados en San Diego, entre Santa Rita y San Juan de Dios, en esta ciudad de Matanzas.

Muchos vecinos se aprestaban a comprar el sabroso tamal al escuchar el llamado que el primero de los citados emitía cada sábado y domingo, en los finales de los años 50 e inicios de los 60.

Crónica citadina: !!!HAY TAMALES!!!

Tanto Roberto como su esposa Zenayda Lauzurique se encargaban de su elaboración y los vendía Emilio. Vivían en casas contiguas.

Este último también anunciaba su venta y cuando el posible cliente ya estaba cerca de su vivienda, agregaba la frase: Pican y no Pican.

Ningún tamalero de hoy puede acercarse siquiera a la calidad de los que comercializaban los hermanos Batista.

Siempre calientes, hirvientes pudiera decirse, pero sin desmoronarse el exquisito contenido, suave al masticar, gustoso al paladar, maíz bien molido, sin una gota del bagacillo que algunos elaboradores le agregan para “engordar” el alimento. Además, cada tamal portaba en su interior un trocito de carne de cerdo o chicharrones frescos, o ambos componentes inclusive.

Crónica citadina: !!!HAY TAMALES!!!

Su precio era asequible a cualquier comensal: 20 centavos.

Emilio tenía una mesa y 4 taburetes, en la pequeña sala de su casita, donde los amigos se reunían en jornadas sabatinas y dominicales para su tradicional partida de dominó.

Algunos de esos jugadores -además de comprar tamal para consumir allí o para llevarlo a casa- mandaban a comprar galletas de sal o de soda, en la cercana bodega de Chicho (Armando Quintana), así como cervezas o refrescos embotellados. Tales encargos lo realizaban los “fiñes” que jugaban a las canicas (bolones y catanas, las más grandes) en la acera de enfrente, y se ganaban 2 o 3 centavos de recompensa que iban acumulando para asistir a las matinés del desaparecido Cine Abril.

Muchos vecinos del lugar aún recuerdan la potente voz que anunciaba: ¡!! Hay tamales ¡!!

(Por Fernando Valdés Fré)

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