
Fusiles en alto y aprobación definieron el 16 de abril de 1961, en respuesta del joven líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, en el sepelio de las víctimas del bombardeo el día anterior de aviones de Estados Unidos, bajo camuflaje, a bases ubicadas en Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba.
Desde entonces la fecha es referente para que en Cuba se celebre el Día del Miliciano, momento que recuerda el coraje de los patriotas que demostraron la disposición de luchar antes que ver pisoteada su soberanía.
En nombre de sus compatriotas, los allí reunidos dieron el sí rotundo a la filiación política del socialismo de la Revolución cubana en marcha.
Las agresiones del 15 de abril también causaron heridas de diverso grado a más de 50 personas.
Una multitud de milicianos y pueblo en general se reunió para la despedida de duelo ante la portada del Cementerio de Colón, cercana a la esquina de 23 y 12, uno de los nodos culturales de La Habana.
Testimonios de asistentes refirieron que el silencio y la expectación reinaban antes de empezar el acto, y el primero solo fue roto después de escuchar los argumentos de Fidel al explicar que en lo adelante la Revolución tomaría el camino del socialismo.
Ese discurso entró en la historia de Cuba no solo como un homenaje a los mártires de los acontecimientos recientes, sino también por ser el anuncio de un suceso inédito en el hemisferio occidental.
(…) “Y que hayamos hecho, expresó el líder, una revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos, y que esa revolución socialista la defendemos con esos fusiles, y que esa revolución socialista la defendemos con el valor con que ayer nuestros artilleros anti aéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores”, expresó entonces.
“Lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba.
Compañeros obreros y campesinos, esta es la revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes, y por esta Revolución estamos dispuestos a dar la vida”, apuntó el líder revolucionario.
Fidel Castro resumió el clima de hostigamiento, agresiones y sabotajes de EE.UU. contra la Isla desde el triunfo de la Revolución ante las primeras medidas soberanas y de justicia social, muchas de ellas concebidas en el Programa del Moncada en 1953, en el alegato La historia me absolverá pronunciado por el jefe de la Revolución.
El líder revolucionario recordó que los cubanos conocían bien qué era una intervención e invasión norteamericana, desde lo sucedido a fines del XIX y principios del XX, pero lo ocurrido recientemente en esta tierra era distinto.
Era una suerte de piratería y filibusterismo del siglo XX, internacional, ilegal y abusivo. Una guerra no declarada que no podía calificarse como tal, en la cual se incluían constantes bombardeos a puertos, sabotajes a centros económicos y crímenes.
También alertó sobre la naturaleza de los bombardeos del 15 de abril y los valoró como preludio de una agresión e invasión, ya inminente.
La vida le dio muy pronto la razón, pues al día siguiente una fuerza mercenaria armada, instruida y pagada por Washington inicio la invasión por Playa Girón y Playa Larga.
Bajo la nomenclatura de Brigada de Asalto 2506, formada por mercenarios de origen cubano, sin ningún ideal patriótico, intentó destruir a la naciente Revolución a cambio de dinero.
La brigada mercenaria fue neutralizada y derrotada sonoramente en menos de 72 horas por los milicianos cubanos y antiguos combatientes del Ejército Rebelde y resultó la primera derrota del imperialismo en América Latina.
El mercenarismo acunado por La Unión desde entonces sigue en las mismas. De fracaso en fracaso, a cambio de dinero y prebendas para los jefes y hasta mucho renombre como estrellas de la guerra de cuarta generación. Es un engendro de algunos tanques pensantes que responden a la clase gobernante estadounidense.
Todo a costa de la contribución económica de un pueblo que en gran parte ignora hacia dónde va el contenido de las arcas que ayudan a engrosar, invisibilizadas por una nube de desinformación y manipulación. (Por Marta Gómez Ferrals | Foto: Archivo/ACN)