El Cinematógrafo: La guerra de los Rohirrim
“Toda la Tierra Media conoce la historia de la Guerra del Anillo. Pero hay historias más antiguas. Historias contadas alrededor de cálidas fogatas, en las frías noches de invierno. Historias que se pasan de generación en generación. Historias que iluminan el camino en la oscuridad”.
Éowyn de Rohan, doncella escudera
Gracias a La guerra de los Rohirrim vuelven los vientos de la Tierra Media, con la brisa de la épica y el hedor de algún orco. Tenemos una película fantástica en los dos sentidos, por su género y por su calidad, y que devuelve el Legendarium de Tolkien a la animación, el primer medio donde fue adaptado cinematográficamente.
Uno de los pasajes que con más gozo rememoramos los admiradores de este universo es aquella colosal batalla al borde del Abismo de Helm en Las dos torres: la fortaleza, las hordas al ataque, la resistencia tras los muros, la lluvia incesante como flechas… ¿Y no hubo más de eso antes? ¿Ese refugio de valientes no había sido testigo de episodios semejantes en tiempos previos a la Comunidad del Anillo? ¿Por qué se llama así el escarpado precipicio? ¿Por qué resuena en su eco el nombre de un viejo rey?
La respuesta, producida por New Line Cinema al estilo anime, aunque de inicio un tanto convencional, poco a poco adquiere las proporciones míticas que podríamos esperar a la altura de su título. La guerra anunciada contiene orgullo, traición, cólera, asedios, persecuciones y otros elementos que la hacen de sobra entretenida. Como un paréntesis invernal que remite directamente al horror, o una sucesión de comportamientos tan humanos que olvidamos estar viendo fantasía, o unas cotas de emoción hacia el tramo final que satisfacen no ya al fan de la Tierra Media, sino a cualquier devoto del género bautizado por Homero.
Varios guionistas fusionan el respeto al legado y su inspiración propia para narrar en un par de horas la historia de Héra, hija de Helm Mano de Hierro y la mejor reina que nunca se sentó en el trono de Rohan. De personalidad fuerte y cabellera de fuego, por momentos se siente un cruce entre Nausicaä del Valle del Viento y Sonya la Roja, entre la comunión heroína-naturaleza tan del gusto de Miyazaki y la aventurera pelirroja de Robert E. Howard y Roy Thomas.
Este primer acercamiento al personaje (no nombrado por Tolkien pero digno de sus “doncellas guerreras” Arwen y Éowyn) sirve para transportarnos al recuerdo implantado por Peter Jackson, hasta algunos de los instantes más gloriosos de la trilogía El señor de los anillos, y en buena medida supera a las producciones live action que la sucedieron, dígase las tres entregas de El hobbit y la serie Los anillos del poder. Opta, aunque parezca contradictorio, por una modestia dentro de la grandilocuencia, lo cual la favorece.
Solo con que no se sienta una más de la franquicia gana mi simpatía, y también por la naturalidad con que sortea las limitaciones que impone en nuestro tiempo la política cultural del mercado mainstream, más correcta políticamente en cuanto a representación femenina, lo cual es justo. Héra es como San, como Beatrix, como Arya… ¡incluso, como la Sonya encarnada por Brigitte Nielsen en 1985! Nace auténtica, independiente y determinada, sin tiempo para ocuparse de agendas políticas que no sean las de su contexto personal. Su tránsito del papel a la pantalla es rápido, instantáneo, enseguida la identificamos como una princesa de nuestro agrado, por la que mataríamos y cargaríamos contra un ejército.
La hasta ahora desconocida Gaia Wise pone voz a la protagonista, habiendo sido elegida por su habilidad para no confundir el tono de rebeldía con petulancia. Y espléndido y entusiasta es su trabajo. Mágico es volver a oír a Miranda Otto (Éowyn) contándonos el inicio de este cuento. Incomparable es contar con Brian Cox en la piel animada del soberano Helm. El también patriarca en la reciente Succession logra hilvanar a través del sonido las luces y sombras de su personaje, posiblemente el más profundo y memorable de la trama.
Más centrada en el desgaste de las guerras que en la espectacularidad de las guerras (por interés expreso del director Kenji Kamiyama, según he leído), atenuada en los tramos que lo requieren y sin dejar nunca de lado la visión de los personajes en torno a los hechos, La guerra de los Rohirrim paradójicamente consigue lo que considero más importante: que dejemos atrás los estándares de calidad elevada y “oscarizable” y que abracemos el lugar común donde se unen la Tierra Media y Eturnia, Ilión y Cimmeria, Sherwood y Camelot, el Rin y Shiralad. El lugar donde volvemos a ser niños, “alrededor de cálidas fogatas”, cuando cantan las espadas.
Ficha técnica
Título original: El señor de los anillos: La guerra de los Rohirrim; País(es):Estados Unidos, Japón; Año: 2024; Dirección: Kenji Kamiyama; Guion: Phoebe Gittins, Arty Papageorgiou (historia de Jeffrey Adiss y Will Matthews); Música: Stephen Gallagher; Reparto:Gaia Wise, Brian Cox, Like Pasqualino, Lorraine Ashbourne, Laurence Ubong Williams, Shaun Dooley, Yazdan Qafouri, Benjamin Wainwright, Miranda Otto; Duración: Dos horas y cuarto.