El último día de la muestra del Festival de Cine El Almacén de la Imagen, en Camagüey, me sorprendió encontrarme con un documental sobre el Teatro de las Estaciones de Matanzas, dirigido por una pareja de directores de La Habana, Isabel Cristina López Hamze y Jorge Ricardo Ramírez Fuentes.
Esa misma noche, en la gala de premiación, dicha obra ganó el galardón a mejor edición, a nombre de Lilmara Cruz Pavón, y uno de los organizadores me dio el diploma para que lo entregara, asumiendo que los realizadores del material eran matanceros, por el tema que tocaba.
Desde aquel entonces, fue cuajando la idea de esta entrevista, que se materializó finalmente cuando le pedí el número de la directora del documental a uno de los actores de Teatro de las Estaciones.
Lo gracioso del tema es que cuando logré contactar con Isabel, casi un mes después del Festival, se vino a enterar por mí del galardón que había recibido la integrante de su equipo. Por suerte, yo había cargado con el premio para La Habana y se lo había dejado con un amigo.
—¿Cómo surge el proyecto?
—Retablos de Sol y Luna es un documental que nos pide Rubén Darío Salazar a mí y a Jorge, porque él había visto en el 2019 un material nuestro, titulado El lenguaje de la montaña, sobre la cruzada teatral Guantánamo-Baracoa.
“Rubén nos comprometió a que, cuando Teatro de las Estaciones cumpliera las tres décadas de fundado, nosotros le hiciéramos un documental. En diciembre de 2023, casi cuatro años más tarde, nos recordó la encomienda.
“Recuerdo que empezamos a trabajar sin tener bien claro cómo sería el proceso ni de dónde íbamos a sacar el presupuesto de producción, pero a esas alturas ya no podíamos quedar mal.
“Al final, como el proyecto iba de Teatro de las Estaciones, varias instituciones nos apoyaron, como el Ministerio de Cultura, el Consejo Provincial de las Artes Escénicas y la Asociación Hermanos Saíz.
“Esto, sumado al esfuerzo de todos los miembros del equipo de trabajo y de los actores que colaboraron, nos permitió cumplir con la tarea, pero sobre todo entregarla a tiempo para estrenarlo en el aniversario del grupo de teatro, el 12 de agosto de 2024, en la ciudad de Matanzas”.
—Cuéntame las peculiaridades del rodaje
—El rodaje se sintió familiar porque Teatro de las Estaciones funciona como una familia; además, Jorge Ricardo y yo somos un matrimonio. Él dirige la fotografía y entre los dos hacemos el guión; a eso súmale que tenemos un niño pequeño de cuatro años al que llevamos a todas partes.
“Grabamos el documental en dos momentos, con un lapsus de tiempo entre ambos. Algo que se nota en el resultado final, ya que al principio del audiovisual se muestra a la actriz María Laura Germán embarazada, y ante de los créditos se puede ver una toma en la que carga a su bebé.
“Esto era parte también de la idea inicial que teníamos, que al contar 30 años de la vida de tantas personas dedicadas al teatro, los espectadores notaran el peso del tiempo y el valor de la constancia para conseguir cualquier meta profesional y artística.
“El equipo de producción en el terreno éramos Jorge, Irina Carballosa como la sonidista y yo, sin asistencia de ningún tipo. Solo tres hacíamos un trabajo que normalmente requiere de muchas más personas. Aunque ya estábamos acostumbrados a los equipos pequeños y hemos aprendido a gestionar los tiempos y distribuirnos las tareas”.
—¿Cómo fue tu experiencia trabajando con Rubén y Zenén?
—Lo primero que tienes que saber es que soy teatróloga de formación desde el 2011, y desde que entré en el Instituto Superior de Arte en el 2006, estoy siguiendo los estrenos de Rubén y Zenén, así que podrás imaginarte que no era un universo ajeno para mí.
“Al punto de llegar a sentir familiaridad con los actores y los títeres, y saber qué dinámicas funcionarían mejor en pantalla y qué momentos de la historia del grupo no podían faltar en el documental.
“Las Estaciones para mí es un ejemplo de constancia, de trabajo, de esa búsqueda permanente de reinventarse sin dejar de defender ese estilo y esa estética que los hace tan únicos. Con una poética, además, que hay que estudiar si de verdad uno quiere conocer el teatro cubano.
“En el caso particular de Rubén y Zenén, tengo que decirte que son personas amables, creativas y muy estrictas cuando se trata del arte que realizan. Parte de la experiencia de este trabajo fue poder conocerlos mejor y poder interactuar con su obra.
“Me gustó mucho de ellos que, pese a que la idea del proyecto la habían propuesto ellos, nos dieron total libertad a la hora de crear; algo que dice mucho de un artista. Nos dejaron soñar, y proponer nuestra propia visión y nuestra propia estética.
“A cualquier hora que los llamáramos para preguntarles algo, da lo mismo si fuera de noche que de día, ellos contestaban siempre. Fueron nueve meses dedicados casi por entero al documental, y todo el tiempo nos sentimos apoyados por Rubén y Zenén”.
—¿En qué nuevos proyectos trabajas? ¿Para cuándo otro documental en Matanzas?
—He viajado mucho por toda Cuba, por mi trabajo; y reconozco que filmar Retablos de Sol y Luna fue una oportunidad de acercarme un poco más al teatro matancero y poder admirarlo en toda su dimensión.
“Me fascinó cómo los actores forman parte de varios proyectos a la vez y cómo los grupos se retroalimentan entre sí. Unas conexiones que existen desde la propia fundación de Teatro de las Estaciones y que se mantienen hasta la actualidad.
“Eso se ve en el audiovisual, ya que propusimos darle también un espacio a todas esas personas cuya vida se ha entrecruzado en algún momento con el proyecto de Rubén y Zenén, como el caso de Liliam Padrón, Hilda Elvira Santiago o Raúl Valdés.
“Por ahora, no tengo otro documental en mente. Doy clases en el Instituto Superior de Arte, y mi esposo trabaja más en el mundo del cine, con varios directores y con los Estudios de Animación del Icaic; por lo que andamos en proyectos separados vinculados a nuestras ramas profesionales. Pero en algún momento de seguro surgirá otro tema que nos interese.
“Para mí, que vengo del mundo del teatro, debo reconocer que el audiovisual es desgastante y que hay que darse un tiempo después de terminar una película, porque exige demasiado tiempo y atención a los detalles. Además de que requiere un presupuesto que cuesta mucho conseguir.
“El teatro, por su parte, se hace a pura bomba, los actores usan ropas propias para el vestuario, la escenografía se monta entre todos y el espectáculo sale con tres pesos cubanos si hace falta. Y si no, pregúntales a Rubén y a Zenén.
“Ahora mismo no quiero volver a grabar en buen rato, pero a Matanzas siempre querré regresar, lo único que falta es hacer el tiempo y ponerme la excusa”.