“Las tecnologías de punta hoy lideran dentro de nuestro hospital Julio Miguel Aristegui Villamil. Gracias a Adriano Solidaire por esta donación: ya contamos con un nuevo microscopio oftalmológico para cirugía ocular, algo tan esperado, y nuevos equipos de electrocirugía. Gracias por tanto para el pueblo de Cárdenas”, anuncia un post de Facebook de la institución asistencial.
Versa una frase muy conocida que “casi todas las cosas buenas nacen de un actitud de aprecio por lo demás”, y Adriano Jose Rodrigues Fernandes Lara derrocha afectos. El portugués, nacionalizado belga, desde hace un lustro sostiene una estrecha relación con la Ciudad de las Primicias y su gente, a los que ha dado fehacientes muestras de solidaridad.
“Fui a Cuba por primera vez en 2019, invitado por amigos médicos que me hablaban de la situación de la Isla. Como me dedico mucho a la humanidad, en el maletín siempre llevo cosas que pueden ser de ayuda al personal de la salud para realizar su trabajo. Me percaté entonces de que, ciertamente, el país necesitaba de manos amigas y en el segundo viaje llevé más recursos y empecé a profundizar en demandas más imprescindibles y en contactos que me pudieran orientar.
“A partir de ese momento comencé a hacer amistades, personas que me brindaron sus casas para alojamiento, comidas y por sobre todo mucho cariño. Toqué puertas buscando ayudas para apoyar la causa cubana y a la vez siguiente ya eran siete las maletas que viajaban”.
Solidaire no es el segundo nombre de Adriano, ni tampoco su apellido, pero describe perfectamente las dimensiones de este amigo de Cuba y de todas las causas nobles.
No le conozco en persona aun cuando hemos concertado entrevistas y ha tenido estancias dilatadas en territorio matancero, como en su último viaje, en el que, lamentablemente, su corazón le traicionó. “Me estoy recuperando de un infarto y estoy en peligro, debo someterme a cirugías”, escribe por whatsapp en un español que camuflajea extranjerismos.
Contactar a este ser de luz no se hace difícil. Atiende a sus redes con naturalidad e inmediatez, pese a su vulnerabilidad en la salud. “Adriano Solidaire trabaja solo, no es ninguna asociación, ni organización”, continúa su historia, esta vez en audios que le permiten un menor esfuerzo. “Atravesé momentos de mucha dificultad. Tuve un grave accidente automovilístico que me dejó en una situación crítica e inválido. La aseguradora no me pagaba y viví por mucho tiempo gracias a la solidaridad de las personas. La vida me enseñó que parecido a lo que me pasó a mí también lo han vivido otros. Llevo 22 años entregando mi solidaridad y humanismo”.
El suspiro se vuelve inevitable cuando se viaja a un pasado que duele, más aún si sus huellas se mantienen latentes en el cuerpo. Hay más angustias de las que pudieran a veces tolerarse, pero cuando se pierden las fuerzas propias siempre hay amigos que revitalizan con sus buenas vibras.
“Empecé a ayudar a niños con cáncer y a instituciones de lucha contra esa enfermedad. He dado cursos de culinaria en voluntariado, y he estado en África colaborando en la pastoral, en escuelas de niños huérfanos…
“Después de adentrarme en la situación de Cuba toqué las puertas de amigos, algunos vinculados a farmacias en Portugal y Bélgica para conseguir medicinas. Recibí muchas muestras positivas porque todos saben que soy serio en lo que hago. Cada vez que pedía ayuda las dimensiones de las respuestas eran más grandes.
“Han sido 14 donaciones que he querido hacer bien explícitas y por ello las comparto en redes sociales con total transparencia. Después de visitar el hospital territorial de Cárdenas me centré en reunir un contenedor con equipos y materiales de insumos.
“Integro Hospital sin Fronteras, una institución no gubernamental que recibe equipos de hospitales y policlínicos del mundo para apoyar misiones sobre todo en África. Le presenté un proyecto para destinar recursos a la nación caribeña que fue aprobado y me permitió cumplir la promesa. El contenedor tenía camas médicas, equipos, colchones, insumos, mucha variedad de material útil que se destinó a todas las unidades de salud cardenense, incluido el Servicio Integral de Urgencias Médicas (SIUM)”.
Las redes sociales de Adriano se mantienen muy activas. Hay imágenes que hablan por sí solas, y van describiendo el recorrido de la solidaridad belga prácticamente desde que aborda el avión. Quien le ve sonriente en instantáneas tras entregar los donativos quizás ni se imagine que no puede estar tanto rato de pie, que su columna vertebral está dañada y de vez en cuando le urge una silla de ruedas especializada para trasladarse, o que ya libró una batalla contra el cáncer y anda nuevamente en el ring combatiendo por su vida.
Tampoco imagina los contratiempos que han de vencer los donativos para llegar a los necesitados, chocando en ocasiones con la desorganización de la parte que recibe, burocratismos innecesarios y hasta poco control que lleva a “extravíos”, y pudieran hacer mella en las buenas acciones llegadas del otro lado de la frontera.
“Estamos a una distancia de 7 000 kilómetros, aparte de la diferencia de horarios, las dificultades en las comunicaciones… Los retrasos en las coordinaciones hicieron incluso que, recientemente, se perdiera la oportunidad de entrar al país una máquina de ultrasonidos y un equipo de resonancia magnética, con costo valorado en un millón de euros.
“Existe un segundo contenedor con más equipos, más camas, más ayudas, esperando para salir, para el que se están recaudando los fondos de logística”.
Colchones antiescaras, camillas de ambulancia, mesas ginecológicas y de fisioterapia, carros de asistencia, bolsas de primeros auxilios, sillas de rueda, torniquetes, tensiómetros, instrumental quirúrgico, bicicleta cardiológica, ventiladores de anestesia y de reanimación, y equipos de ultrasonido conforman parte de los recursos llegados a territorio matancero mediante la solidaridad de Adriano.
Cuando le preguntas se niega a hablar de valores y gastos. Asegura que las donaciones se hacen con el corazón y las vidas salvadas constituyen la mayor recompensa a los esfuerzos.
Para quien ha visto las tarifas de un mercado negro que prolifera dentro de la Isla sabe que cada jeringuilla, cada analgésico que minimiza dolores, o hilo para suturas, se traduce en grandes números.
Y mientras muchos llevan su rutina con normalidad, caminan por las avenidas, asisten a su jornada laboral o hasta intentan esconderse y obviar responsabilidades, Adriano no detiene sus causas. Desde la casa, convaleciente de achaques y duros golpes de la vida, levanta un celular y mueve al mundo, con su palanca de buenas intenciones y de amor desmedido, y su corazón que aunque dañado no cesa en su latir por quienes necesitan de su solidaridad.
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