Dedican Peña de Café Mezclado a Leo García. Fotos: Del autor
Leo García es como un niño grande que contrapone su bondad como escudo a las maldades del mundo. Por eso siempre va prodigando a sus semejantes con sus buenas acciones.
Leo es quizás de esos infantes que por los rigores de la vida se convierten prematuramente en cabeza de familia para proteger desde un fuerte sentimiento paternal a tantos necesitados de una mano amiga.
Pocos en el sector de la prensa se han desvelado tanto por sus colegas, ni han alzado la voz con tanta hidalguía para que el olvido no se cierna sobre esas personas que tanto hicieron por la radio, la televisión o el periódico y que hoy apenas se mencionan. Por suerte existen seres como Leo, el hijo de Manolo, que se ha transformado en el padre de tanto mayores, a los que menciona al borde de la emoción en todos los foros posibles.
Solo por ese rasgo que denota su calidad humana bastaría para dedicarle una peña cultural como Café Mezclado, ese proyecto ideal y necesario que dirige Alfredo Zaldívar.
Pero de Leo Ernesto García Ramos siempre habrá mucho más que decir, y serán muchos los que acudan agasajarle en su presencia, y no a destiempo, como suele suceder.
Temperamental, es de esas personas que ama y quiere en demasía y sin conocer límites; te puede arropar con la misma pasión que te reprende.
Su amistad será para toda la vida, más allá de la muerte. Siempre lleva en la punta de su lengua el nombre de amigos como Valdés Rionda, a quien evocará en cada convite, enumerando las tantas vivencias compartidas.
Quizás por eso es tan indispensable para los afiliados a la Upec, como lo es para la membresía de la Uneac, organización de la cual funge como Vicepresidente Primero.
Entre las facetas que se pueden deshojar de la larga existencia de Leo, quien pudiera acumular varios almanaques en un cajón, resulta eludible abordar su condición de Hombre-radio.
Fue de la mano de su padre, Manolo García, que con tan solo ocho años traspasó el umbral de aquella emisora ubicada en Contreras 69. Nacería, aquella vez el vínculo irrompible que no pudo fracturar ni los diferentes niveles de estudios que alcanzara con el chelo hasta cursar estudios en la Escuela Nacional de Arte.
De la radio quizás lo primero que le fascinó fue aquella mesa de ping pong emplazada en algún espacio de la emisora donde la impronta de su padre trascendía a la posteridad a través del éter.
En aquel momento quizás el bisoño Leo no era consciente del todo de la magia de la radio, o quizás sí, sobre todo al detenerse en aquellas consolas de los estudios.
Fue por allá por los 80 que enlazó su vida para siempre a la realización radial y hasta hoy, muchos después, sigue creando y obteniendo premios, como el más reciente alcanzado el Festival Nacional de Radio con su programa Entre puentes. Pero luego del alegrón inicial por el reconocimiento descansará en una gaveta de casa, dentro de un grueso file colmado de reconocimientos en el que pocas veces se detiene.
Lo de Leo es saberse querido en retribución de tanto cariño que profesa a sus semejantes. Y como muestra infalible de ese sentimiento el salón de la Uneac donde transcurrió la Peña Café Mezclado se colmó de amigos.
La música, otras de sus grandes pasiones, también formó parte de la velada con las interpretación de excelentes boleros a cargo Olga Margarita Muñoz y el acompañamiento del guitarrista Mayito Guerrero. El dúo interpretó una selección de canciones que más de una vez Leo en su faceta de músico se ha atrevido a cantar en sus noches bohemias con soltura y dominio.
Y para mayor agasajo la excelentísima Adnerys Canova llegó al espacio con sus muchachos para también amenizar el encuentro.
Los asiduos a este espacio coincidirán que fue de los entrevistados más difíciles a los que se ha enfrentado Maylan Álvarez. Más que invitado tomó la iniciativa una y otra vez como si estuviera al mando de unos de sus exitosos programas de radio.
Pero sin dudas se trató de una tertulia especial porque reverenciaba a un hombre querido por muchos y que se ha desvelado durante toda su vida profesional por enaltecer la obra de sus semejantes desde diversos proyectos culturales.
La radio, el softbol, su paso por la televisión, su profunda y sentida matanceridad fueron de los tantos pasajes de su vida que se escucharon en la tarde del viernes, para entender que Leo García es de los imprescindibles de esta ciudad, de la que nunca se apartará porque como bien le inculcó su padre, él respira Matanzas.