TDAH: un trastorno que deviene reto en todos los entornos
Carlitos es un rehilete en el aula. ¡Muy intranquilo! Tal parece que la silla tiene “pica pica”, aunque dicen que en casa tampoco se mantiene mucho tiempo realizando una misma actividad. Apenas se concentra en lo que hace o en lo que se le dice, de hecho, podría decirse que no escucha.
La explicación a este actuar está en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad e impulsividad (TDAH), un padecimiento neurológico que afecta cerca de un 3-5 % de la población infantil mundial, con mayor incidencia en el sexo masculino.
“Aparece a partir de los tres primeros años de vida y es más evidente durante la etapa preescolar. Con frecuencia, estos niños no prestan atención suficiente a los detalles. Son muy desorganizados y evitan las tareas que requieran de un esfuerzo mental sostenido”, refiere el M. Sc. Riquel Arnaldo Díaz Tejeda, psicólogo infantil, terapeuta familiar y profesor en la filial de la Universidad de Matanzas en Pedro Betancourt.
Según la licenciada en Psicología Anelkys Reyes Domínguez, quien brinda asistencia en el Centro Comunitario de Salud Mental de Matanzas, “en ocasiones los padres los describen como bebés llorones, con tendencia a mostrarse irritables, incluso alegan que pateaban mucho cuando estaban en el vientre materno.
“Es uno de los trastornos más comunes en la infancia, por ello está ampliamente estudiado en la psicopatología infantil. Se corrobora con una observación al niño en varias ocasiones y una entrevista semiestructurada a padres e infantes. Se hacen dinámicas escolares para conocer la conducta del menor, y dar orientaciones. También se aplican pruebas psicométricas para llegar a un diagnóstico”.
Aunque el TDAH suele ser diagnosticado por los psiquiatras infantiles; el especialista Díaz Tejeda, con 20 años de experiencia, asegura que a las consultas de los centros de diagnóstico y orientación (CDO) llegan muchísimos casos con este tipo de patologías.
“En el 60 % de los niños afectados se aprecia una coexistencia con otros trastornos. Por lo regular, hay comorbilidad con el aprendizaje, la dislexia (afectaciones en el lenguaje), la disgrafía (escritura defectuosa), la discalculia (dificultad para calcular o resolver operaciones logarítmicas), trastornos de la conducta, así como ansiedad y depresión”.
“La impulsividad se manifiesta en una rapidez excesiva en el procesamiento de la información. Se caracterizan por ser impacientes, contestar precipitadamente, sin pensar”, puntualiza Reyes Domínguez.
“En cuanto al tratamiento que debe seguir el docente en el aula con un niño que presenta un TDAH, primero corresponde diseñar un espacio de trabajo tranquilo, con el mínimo de distractores externos. En segundo lugar, colocarle junto a compañeros que sirvan de modelo positivo. Se le orientan actividades que impliquen movimiento; por ejemplo, darle responsabilidades a la hora de repartir los útiles escolares, borrar la pizarra, mantener la limpieza del aula”, comenta el experimentado especialista betancourense.
“Hay que proporcionar refuerzos positivos. El docente debe evitar regaños públicos, porque eso le ocasiona sentimientos de vergüenza y de ira; asimismo, asegurar que el proceso docente sea motivador y utilizar el juego como método pedagógico para lograr que estabilice y concentre su atención”, acota el M. Sc. Añade que ciertos materiales pueden ser muy sedantes en el trabajo con los infantes, como la arcilla, la arena o la dactilopintura. De igual modo, la música instrumental como vía para canalizar, y ejercicios de respiración y relajación resultan buenos aliados.
“En ocasiones, en la adolescencia tiende a disminuir la hiperactividad pero mantienen los problemas de impulsividad. Pueden estar implicados en conductas desafiantes e inclusive desarrollar un trastorno de conducta o adquirir adicciones, —explica Anelkys, quien confiesa que no todo está perdido—. Si tuvieron un buen manejo en la niñez y adolescencia, pueden aprender a manejar la sintomatología y, por tanto, ser adultos sin problemas, y hasta con mayor capacidad de trabajo que los demás y habilidades para realizar varias actividades a la vez”.
Está demostrado que una triada fortalecida, que incluya familia-docente-profesional de la salud, ayuda a que niños como Carlitos se inserten con normalidad en la vida, potencien sus talentos, y que el trastorno por déficit de atención con hiperactividad e impulsividad sea solo un padecimiento más con el que lidiar.