Planeta Arrakis. Salón del trono imperial. Casi a las dos horas y media. Acaba de ocurrir la frase que desde Duna: parte uno estábamos esperando, y suena justo como la estábamos esperando:
—Soy Paul Atreides, hijo de Leto Atreides, duque de Arrakis.
¡Qué momento! A ver, démosle cinco segundos atrás un par de veces… Sí, momentazo de saga incompleta. De estar filmado enteramente en plano medio y no de escorzo, su fuerza sería comparable a la del “Me llamo Máximo Décimo Meridio…” que a Russell “Gladiador” Crowe le salió tan bien.
—Gurney –prosigue Atreides, dirigiéndose a su curtido maestro de armas-. Envía una advertencia a todas las naves: si las Grandes Casas atacan, nuestras atómicas destruirán los campos de especia.
Todo esto adquiere un olor a inminente Guerra Santa… que no cabe en los fotogramas. Y para colmo, justo después de su proclamación, cuando creemos que no puede ponerse más soberbio, va el chiquillo envalentonado y lo hace: el anciano emperador, humillado en su orgullo soberano, tensa sus arrugas de Christopher Walken y entre dientes lo manda a arrodillarse… ¡a sus pies!, solo para quedar en ridículo cuando Paul exclama “¡Sus pies!” entre la burla y el odio.
Maldito emperador, tiene la culpa de todo. O de casi todo. ¡Incluso se atreve a llamar “hombre débil” a Leto, padre de Paul, muerto en la primera entrega con la dignidad de un verdadero Atreides!
Seguimos contemplando la petición de matrimonio más corajuda de la galaxia. Porque sí, en medio de todo esto hay que conseguir la mano de la princesa Irulan, además del trono; pero lo que Paul obtiene de momento es un reto a duelo con Feyd-Rautha, el sobrino psicópata y sanguinario del emperador. Tan terrible es que hasta el maestro de armas Gurney, susurrándole al oído, le aconseja a su señor no enredarse a cuchilladas con ese auténtico “animal”.
Pero, si Paul le hiciera caso, no tendríamos la pelea cuerpo a cuerpo del siglo. La nueva, porque siempre hay varias: en el XX, por ejemplo, tuvimos Bruce Lee vs. Chuck Norris, John Wayne vs. Victor McLaglen, Rocky Balboa vs. Iván Drago…; en el XXI hasta ahora, Viggo Mortensen vs. Asesino Checheno, Adonis Creed vs. Viktor Drago, Paul Atreides vs. Feyd-Rautha, y detengámonos aquí.
Para llegar a este enfrentamiento, entre dos actores tan poco idóneos a priori para una lucha espectacular como Timothée Chalamet y Austin Butler, tienes que haber visto Duna: parte uno. No se estrenó así, sigue titulándose solo Duna, pero como habrá una tercera y, estemos claros, las tres funcionarán mejor juntas que separadas… Retomo; habiendo visto la primera te mereces el privilegio de llegar a los sucesos que acabo de narrar más exaltado que un fremen (dígase de los habitantes más antiguos de Arrakis, a menudo muy fanáticos). Y lo mereces por confiarte a una empresa arriesgada como pocas, por atreverte a ser la prueba viva de que Frank Herbert es adaptable con amenidad al cine.
En realidad pudiera escoger entre otras igualmente apoteósicas y climáticas, pero me quedo con esta escena por su situación cronológica, ya que está cerca del momentáneo final, y por lo poco que me permite desvelar de la trama. En escaso tiempo, si estas películas siguen calando como Star Wars en su día, se estará hablando de ese duelo como si fuera el primero de Darth Vader a sable de luz con Luke, y allí sí que hay un spoiler peor guardado que cualquiera de Duna.
Cuando ves esta segunda parte comprendes hasta dónde pretendía llegar su antecesora, y rezas por que, el día que exista, la tercera alcance la altura de ambas.
Qué luz, qué cámaras, qué sonido y qué acción la que grita por megáfono Denis Villeneuve. Ya lo suyo como adalid de la ciencia ficción contemporánea, afirmación discutible como cualquier otra, por lo menos es una que hay que respetar. Se lo merece desde La llegada, Blade Runner 2049 y su último par de logros. De verdad que lamento el descalabro de David Lynch y el intento fallido de Jodorowsky, me perdí Hijos de las dunas cuando la dieron por televisión y no he leído las novelas, pero me alegra mucho que sea el cineasta canadiense quien haga realidad el aparente imposible. Ha hecho a un completo desconocedor emocionarse con ese mundo.
Javier Bardem gritando “¡Por Lisan Al Gaib!” con todas sus cuerdas, Rebecca Ferguson hipnótica haga lo que haga, Florence Pugh no conforme con Chalamet tras Mujercitas, Léa Seydoux encapuchada e intrigante por los pasillos, Zendaya sola ante el peligro (o sea, Florence Pugh, pues lo de menos es el gusano gigante en el horizonte)… Más los bombazos cardíacos que compone Hans Zimmer, en reproducción repetida mientras escribo. Son bastantes los elementos a favor de la saga que suma la parte dos.
Poco a poco se hace un hueco en mis listas (de ciencia ficción, cine épico, favoritas en general) y va expandiéndose y expandiéndose en mi preferencia. Igual que uno de esos artefactos que se afincan en la arena para llamar a los gusanos. Así me ocurre con esta y con la anterior, vistas y sentidas al principio, recordadas muchas veces para luego ser vistas y sentidas de nuevo.
Por cierto, si se pega la oreja al suelo cinéfilo, el galope que se escucha a lo lejos en estos días es el de Kevin Costner con su Horizon: An American Saga, cuatro capítulos soñados en honor al cine de largo aliento. Algo así me temo que es a fin de cuentas este proyecto, como han demostrado serlo El señor de los anillos con Peter Jackson o los Batman con Nolan: un volumen unitario para revivir en seguidilla sin cansancio, como si de miniseries presupuestadas al infinito se tratase.
Sin ánimo de exagerar, las tres Duna acabarán sonando al oído y al corazón como Los diez mandamientos, Lawrence de Arabia, La historia más grande jamás contada y otros epics del desierto que erizan la piel al pronunciarlos. De esos donde un héroe se alza en tierra convulsa para dejar sus propias huellas en la arena. Por no hablar de las incursiones más medievales y alucinadas con las que el universo de Herbert tiene más o menos que ver, desde el Excalibur de John Boorman hasta El reino de los cielos, de Scott.
Iniciáticas todas, llenas de aprendizaje y sabiduría, bigger-than-life (el intraducible “más poderoso que la vida” de los americanos), espirituales, irrepetibles, mesiánicas.
—No soy el Mesías –refuta Paul Atreides.
—No, no lo eres –me gustaría responderle, a punto de cargar contra el enemigo-. Eres Lisan Al Gaib. Que suena mejor.
Ficha técnica
Título original: Duna: parte dos; Año: 2024; País: Estados Unidos; Dirección: Denis Villeneuve; Guion: Denis Villeneuve, Jon Spaiths; Fotografía: Creig Fraser; Música: Hans Zimmer; Montaje: Joe Walker; Reparto: Timothée Chalamet, Zendaya, Rebecca Ferguson, Javier Bardem, Christopher Walken, Austin Butler, Florence Pugh, Léa Seydoux, Josh Brolin, Dave Bautista, Stellan Skarsgard, Charlotte Rampling…