Crónica citadina: ¡Ese, ese que está allí! Imagen generada por IA
—¿Cómo es él? ¿En qué lugar te atemorizó a ti?
—¡Es un paredón que lo amenaza todo!
Permítasenos versionar y parodiar la letra de una popular canción del español José Luis Perales, para redactar esta breve crónica citadina. Respondamos la pregunta ¿y cómo es él?.
Pues se trata de un edificio semiderrumbado, otrora una eficiente fundación en los años 50, donde se fabricaban diversos artículos para el hogar: cubos, palanganas, jarros, espumaderas, cucharones… Este cesó su actividad en la década del 60 y así, vacío, abandonado, se mantuvo por varios lustros.
Retomaría su quehacer habitual mucho tiempo después, pero en menor variedad de productos.
No permaneció en tal actividad por mucho, y volvió a ser una edificación donde la inclemencia del “implacable” dejaría sus huellas, profundas heridas: grietas que fueron resquebrajando la ladrillada instalación.
Ya ha tenido dos derrumbes parciales —en marzo y abril por fuertes lluvias y vientos—, que han provocado justificado temor entre los vecinos más próximos, y la amenaza continúa latente.
—¿En qué lugar te atemorizó a ti? No solo a ti, sino a todos los que viven en las cercanías y a los viandantes cotidianos.
El lugar se localiza en la intersección de las calles San Diego y San Juan de Dios, en esta ciudad de Matanzas.
Próximos a la estructura se encuentra un consultorio del médico de la familia y una placita, lugares muy visitados, así como una farmacia (Tirry y San Juan de Dios) a la que asisten decenas de personas en busca de su medicamento, por lo que muchas de ellas pasan cerca de la exfundición.
Hace unas semanas le colocaron un anuncio que alertaba acerca de la posibilidad de derrumbe.
De ocurrir ese lamentable y fatal hecho, peligrarían las casas situadas por la calle de San Diego, ya que podría producirse el calificado como “efecto dominó”, y una pared derribar a la otra.
A pesar de esta situación, algunos “buzos” registran los desechos que los vecinos más inconscientes han trasladado desde el exterior de la instalación hacia su interior, expuestos a ser sorprendidos por un potencial desplome. De esto último se llega a la conclusión de que los propios avecindados contribuyen con su indisciplina a crear un foco de infecciones.
De nuevo recurrimos a la canción de Perales: “¿Y cómo es él?”. En esta ocasión citamos como respuesta la letra de una no menos conocida, de la cantante Moraima Secada, a quien imaginamos levantando un acusador dedo y diciendo con dramatismo: “Te lo señalo, es causante de mi tristeza. Sí, ese, ese que está allí”
.Y, como colofón, reitera José Luis: “Quizá para mañana sea tarde”.
(Por: Fernando Valdés Fré)