Se dice Narváez y se dice todo. Bares, bocinitas por bluetooth, altos precios y salarios insuficientes. Pero la arteria más concurrida de la ciudad no siempre fue así. Prueba de ello son las fotos que se conservan de su pasado: aquellos días en que no era mucho más que una calle de almacenes, “la totaila” no soñaba con existir y no tenías que consultar un sitio web de dudosa credibilidad para saber si los dolaritos que te mandó tu tío te alcanzan para comerte un par de pizzas ―o una sola, qué caray―.
(Por: Humberto Fuentes)
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