Salvaguardar el patrimonio en fronteras

Un tono más anaranjado dispara las alarmas y detiene momentáneamente el transitar de maletas sobre la estera del “área de facturado” en el Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez, de Varadero. 

Con mucha paciencia y una vista entrenada se chequea la carga desde diferentes ángulos por medio del escáner. Donde algunos solo ven inocentes siluetas en colores, ellos saben identificar documentos antiguos, piezas valiosas y hasta granadas plásticas que alguien confundiría con un frasco de perfume. Aunque lo de esta jornada no se trate de seguridad nacional es igual de valioso el hallazgo: otra obra de arte ha sido rescatada en fronteras.

Desde 2008 oficiales de la Aduana y especialistas en Patrimonio y Conservación de la provincia, laboran juntos en el Punto en Fronteras del aeropuerto matancero. 

Un prehistórico diente de tiburón, obras de pintores reconocidos y hasta el acta de matrimonio de José Francisco Martí Zayas Bazán (Ismaelillo) constituyen parte de los bienes culturales decomisados mientras se intentaban extraer del país por la terminal aérea, hoy a buen resguardo.

patrimonio

LOS PRIMEROS PROTECTORES

“En nuestro país desde que se crea la primera ley (Ley No. 1 del 4 de agosto de 1977) se protege el patrimonio cultural mueble y en función de esto en el año 2008 se crea el primer grupo de especialistas en la frontera en el aeropuerto Juan Gualberto Gómez”, comenta Zahilí Acosta Albelo, directora del Registro de Bienes Culturales, quien divide su tiempo entre el aeropuerto y su oficina sita en Contreras, en el Museo de Artes.

“Desde que en 1990 se crea el Registro Provincial de Bienes Culturales de Matanzas se trabaja en conjunto con la Aduana. En su primera etapa se iba una o dos veces en la semana, se revisaba lo decomisado y se emitían los dictámenes. Esto conllevó que, a raíz de muchas reclamaciones e incidencias con los pasajeros, la Aeronáutica Civil le solicitara al Ministerio de Cultura especialistas de Patrimonio para apoyar el trabajo con la Aduana para adoptar decisiones correctas, pues los bienes con valor patrimonial se estaban exportando, mientras la artesanía y otros bienes contemporáneos eran los que se estaban decomisando”, acota Acosta Albelo.

El equipo está compuesto por cinco miembros: cuatro especialistas y un especialista principal, graduados de nivel superior, con cursos de posgrado en la preparación del trabajo en la frontera.

Enrique Ramírez Calzada está entre los expertos fundadores del selecto grupo que labora en frontera, revisando todo lo que entra y lo que sale de Cuba. “Todos somos graduados de una forma u otra de especialidades afines al patrimonio, en mi caso soy graduado de Artes Plásticas. Al inicio fue muy trabajoso porque tuvimos que enfrentar disímiles situaciones. Las rutinas laborales te obligan a investigar, te vas enfrentando a retos constantes. Lo más difícil son las barreras que impone el idioma que a veces obstaculizan una fluida comunicación como te gustaría.

LA FORTALEZA DEL TRABAJO EN EQUIPO

La mayoría de las detecciones vinculadas al patrimonio se les realizan a viajeros que abandonan el país por la terminal aérea. “No es tan frecuente la entrada de objetos o piezas patrimoniales al territorio nacional, ni tampoco está prohibido a no ser que se trate de una obra robada de un importante museo del mundo, —explica Dariel Tanquero Barnet, segundo jefe de operaciones de la      brigada 4 de la Aduana—. 

“Hay dos maneras de detectar el patrimonio, y una de ellas es a través del equipaje de mano que chequean los PIR (Puntos de Inspección y Registro) con equipos de Rayos X. Ahí se revisan hasta los objetos de santería porque algunos tienen su grado de antigüedad. Los especialistas se encargan de determinar si el bien tiene carácter patrimonial, requiere certificados para salir del país o si hay que hacer un decomiso. La función de la Aduana consiste en detectar la pieza y la retención se haría solamente en caso de dudas y de no estar los de Patrimonio en ese momento para realizar el dictamen. Además del equipaje acompañado también se hacen detecciones en el de facturado, que es el que va por la bodega del avión”, asegura Tanquero Barnet, quien se manifiesta orgulloso porque su brigada es la que más detecciones acumula.

En un local aislado del bullicio y donde solo existe interacción hombre-máquina, se encuentra Maikel Eduardo Navarro López, quien  labora desde hace cuatro años como oficial de aduana. Por su pericia, el área que más se le asigna es la de facturado, allí donde las líneas de maletas parecen no tener fin sobre todo en días en los que coinciden varios vuelos a hacer checking. “Mi trabajo en facturado consiste en hacer detecciones lo mismo en entrada que salida del país. Lo principal es la seguridad, y en cuanto a la parte de patrimonio identificar bienes culturales, antigüedades… Puedes diferenciar cuando algo es un poquito más viejo por la coloración en el escáner, donde se ve más oscuro. He detectado dientes de tiburón de millones de años, una bayoneta y hace poco un cenicero sustraído de una colección, pieza del famoso Club de Leones de La Habana”.

Cuando algo llamativo se percibe en el equipaje, una marca lo lleva ante Claudia Veiga Robaina. “En el cuarto de revisión se chequean tanto a viajeros sospechosos como equipajes que vienen con marcaje: sea equipaje acompañado o que provenga del área de facturado. Como parte del protocolo se localiza al pasajero y se busca lo que está marcado en la etiqueta. Nosotros somos los que inspeccionamos dentro de la maleta, el pasajero no puede tocar en ese momento. Si es pintura se revisa con el especialista en Patrimonio. Si fuese un proyectil o algún arma, es el Grupo de Enfrentamiento a Viajeros (GEV) el que se encarga de entrevistar a los pasajeros y tomar las medidas necesarias”, comenta Claudia, quien atesora nueve años de experiencia en el trabajo aduanal.

“Si detectamos algún objeto robado, cuya alerta ya la teníamos previamente, el proceder es el mismo: consultar con Patrimonio para corroborar que se trata de un bien sustraído de un museo o de algún coleccionista, y además notificamos a los compañeros del Minint. La Aduana efectuaría el decomiso, de ser necesario, mientras que el Ministerio de Interior realizaría lo que tenga estipulado ellos por su parte con el pasajero”, enfatiza Dariel refiriéndose al protocolo cuando un bien cultural está en “lista negra”, o sea, que existe una notificación de robo. 

¿EXPORTAR ARTE?

Desde el año 2022, con la Resolución 18, se facilitó a las personas naturales, jurídicas o extranjeras la exportación de varias manifestaciones que anteriormente se decomisaban en el aeropuerto si no poseían el documento expedido por el registro tanto provincial como nacional.

“En el caso de las artes plásticas, todos los artistas que tengan registro del creador y que su obra sea creada ese día o que tenga hasta 30 años de realizada, después de 30 años solo se autoriza en los registros provinciales, —explica Zahilí—. Con la nueva Ley 155, que es la Ley General de Protección al Patrimonio Cultural y Natural, cambia la estructura: desaparece el Registro Provincial de Bienes Culturales y se queda como una subdirección de Bienes Muebles del Centro Provincial de Patrimonio Cultural pero que continúa con este equipo en la frontera del país. Se mantiene el servicio de exportación- importación de los bienes culturales con la facilitación al viajero y se mantienen todas las demás regulaciones establecidas por la ley.

“Se recomienda siempre que se tenga un bien cultural y se decida exportarlo, presentarse en el departamento de ‘Bienes muebles’, que es la subdirección del Centro Provincial de Patrimonio (anteriormente el Registro Provincial de Bienes Culturales) y consultar ahí la obra (artes decorativas, pintura, numismática). Las armas no se autorizan en el aeropuerto. La oficina está en la calle Contreras, entre Jovellanos y Matanzas, siempre abierta de lunes a viernes, con especialistas capacitados para determinar si se puede exportar o no la obra, al igual que en el caso de importación. 

“El certificado de importación es libre de costos, mientras que el de exportación sí tiene un costo que varía en dependencia de la manifestación del arte. En el aeropuerto, a diferencia de la oficina, se pagan 125,00 adicionales por servicio de inmediatez. Las artesanías son libres de exportación”. 

DE LA LEGALIDAD AL TRÁFICO

“Hasta el momento se mantienen las resoluciones 3 y 4 del 89, y la 11 de 1997, que se refieren a cuando los documentos tienen valor patrimonial. Quiere decir que durante el chequeo aduanal, lo que es detectado y marcado por la Aduana, revisado y dictaminado por el especialista de Patrimonio, y consultado además con especialistas fuera de ese punto en frontera, y si ese ‘bien’ está considerado como consta en la resolución con ‘valor patrimonial’ entonces se decomisa. En ese caso, pasa al Estado donde es distribuido a instituciones culturales, museísticas, bibliotecas-archivos con un mejor uso social”, aclara la directora del Registro de Bienes Culturales. 

“La ley incluye el patrimonio inmaterial, que a pesar de que son creencias religiosas, modos de vida y demás tradiciones, también se vinculan mucho con el patrimonio mueble. 

“Tenemos un Código Penal que indica, según el delito que se comete, las multas a implementar. Con la nueva ley se crea un grupo de inspectores para las contravenciones, o sea, que se encargan de chequear que se esté cumpliendo con lo establecido. Los especialistas en Patrimonio solo hacemos un dictamen, la actuación es por la Aduana que son los que tienen jurídicamente la potestad de aplicar la ley.

“Si un pasajero reclama, la Aduana es la que en su comisión de legalidad se reúne y según el dictamen que emite se eleva la reclamación de pasajeros o se mantiene la aplicación de lo establecido por el aeropuerto para la protección del patrimonio”.

UNA MIRADA PENAL

“Nuestro patrimonio cultural está muy bien regulado a nivel de provincia y de municipios, lo que hace difícil que alguien pueda sustraerlo e intentar sacarlo del país. De ahí que la tipicidad delictiva no sea frecuente, al menos en Matanzas”, asegura Yudelkys Hernández Bernal, fiscal del departamento de Procesos Penales de la Fiscalía Provincial. 

“Pero de existir, en el Título Quinto del Código Penal: Delitos contra el patrimonio cultural y natural, se aborda sobre este tema, y el Capítulo Primero, Artículo 244 tiene que ver con daños, con el que ‘intencionalmente destruya, deteriore o inutilice los bienes que integran el patrimonio cultural’. 

“En el caso del Capítulo Segundo, artículo 245, aborda la extracción ilegal del patrimonio cultural, un delito de consumación anticipada, porque dice: ‘el que extraiga o intente extraer’, o sea, no es necesario que tú lo saques basta con que seas sorprendido en frontera intentando hacerlo para que te sancionen. Por su parte el Capítulo Tercero, Artículos 246 y 247, trata de la ‘transmisión, tenencia ilegal, tráfico y falsificación de bienes del patrimonio cultural y de obras de arte’.

“El marco penal de sanciones para este tipo de conducta discurre de dos a cinco años o multa de 500 a 1000 cuotas, o ambas. Si los bienes que se intentan extraer son de considerable valor la pena se agrava y la sanción sería de tres a ocho años de privación de libertad. En el caso de la transmisión o tenencia ilegal o la falsificación de las obras de arte, van desde uno a tres años o multa de 300 a 1 000 cuotas. Si con la falsificación se causa un grave perjuicio la sanción es de dos a cinco años.

“Pero reitero: a lo Penal se acude en muy raros casos porque el derecho penal es un derecho de última fila, se llega con las conductas más graves, las más lesivas”. 

INTENTOS FALLIDOS

“Este aeropuerto lleva una voz sonante en cuanto a recuperación de obras, como el certificado de matrimonio del hijo de José Martí y de defunción de negros esclavos. A raíz de los 90 subió la documentación en subastas y por aquí  pasan muchísimos documentos  que se intentan extraer”, comenta Enrique.

Pero el intento de tráfico de arte no se remonta solo a los 90. Según rememora Zahilí en el año 2015 trataron de entrar una falsificación de la pintura titulada El embarcadero, de Joaquín Sorolla (pintor español). Lo que querían era entrarla al país, aquí hacerle un certificado de importación, darle prácticamente una legalidad a la obra para después exportarla. 

Fotografías con cuño del archivo de la revista Bohemia, habilitaciones para tabacos como anillas y etiquetas, monedas de oro así como otras relacionadas con el Movimiento 26 de Julio, y medallas condecorativas se encuentran en los bienes detectados en frontera.             

MITOS POR DESMENTIR

El punto en frontera funciona las 24 horas del día, y no recesa ni sábados, ni domingos. Pero amén de los esfuerzos que hace el personal por proteger el patrimonio nacional, no siempre el quehacer es bien visto.

“Algunas personas consideran que lo que decomisamos en la aduana es para enriquecimiento personal, pero no es así”, asegura Zahilí. “Se realiza la investigación, el dictamen, con un “expertizaje” que consta de documentos, anexos y eso inmediatamente pasa a ser protegido por la aduana. Luego al Registro de Bienes Culturales, institución que decide para dónde van estos bienes con un fin real que es el mejor uso social. 

“Las personas pueden ir a un museo que es donde está esa pieza que en un momento determinado trató de exportar y que desconocía que podría tener un valor patrimonial”, comenta la especialista.

Solo basta una mañana en la terminal aérea para corroborar lo dedicado y agotador del trabajo en fronteras, donde apenas queda el espacio para el descanso y donde el margen de error no está permitido. 

El quehacer diario en el aeropuerto matancero va más allá de la burocracia de recibir o despedir al viajero. Allí en cada jornada también se salvaguarda al arte y sus creadores, al patrimonio, y también a la vida.  

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