Artesano: dejar que el alma salga a la luz transformada en obra. Foto: Raúl Navarro/Archivo
Recuerdo como si fuera ahora cuando siendo apenas una niña intenté moldear una vasija con fango de una esquina del patio. Todo porque mi mamá me había dicho que aquel recipiente que tanto usaba la abuela se hacía así: combinando arcilla y agua, que primero se le daba forma con las manos, luego calor, y con pinceles llegaban los toques finales.
Por la explicación, parecía un proceso muy simple; sin embargo, aunque lo intenté toda una mañana, nunca logré la añorada vasija, solo enfangarme ropas, zapatos y hasta el rostro, y conseguir regaños por mis incursiones de artista.
Con los años, me convencí de que no poseo ese talento para “moldear”, pero sí he conocido gente creativa que transforma a su antojo barros, cristales, maderas, metales, pieles y tejidos, y lo hacen de modo magistral.
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De la utilidad a la belleza decorativa mueven sus hilos los artesanos artistas, quienes parecen venir de otra galaxia por su habilidad para lograr producciones que encantan y salvan, reutilizando materiales inservibles y “basura” en otras manos.
Lámparas y candelabros elaborados a partir de una botella; macetas para plantas ornamentales con siluetas de erizos, jicoteas y gnomos; mesas de bares y restaurantes pintadas como lienzos; conchas convertidas en aretes y collares, chapas de latas en carteras y pieles en calzados.
Castillos y trenes de chocolate, melones esculpidos con llamativos calados, frutas vueltas rosas, peces y caimanes de pan, complementan y adornan el buffet de instalaciones hoteleras matanceras, resultado de la fusión del arte y la pasión culinaria.
Y es que Matanzas no solo es reconocida por los danzones de Failde o los poemas de la Oliver. La provincia, que todo el año sobresale por sus salones de fotografía y de artesanía artística, tiene la singularidad de ser la única con dos sedes de la ACAA, una de ellas cardenense. De ahí que no sorprenda mientras se desanda la urbe yumurina coincidir con atractivas manualidades.
Aún me siento frustrada por el intento de vasija de mi infancia, pero ciertamente no todo el mundo tiene ingenio para moldear el barro en tiesto ni transformar en arte una botella. Aunque hay quienes aseguran que la magia del artesano está en solo dejar que el alma salga a la luz transformada en obra.
Nota: Sirvan estas palabras como homenaje en fecha en que se celebra el Día Internacional del Artesano.