“A mí me gustan mayores” repite una y otra vez el estribillo de una popular canción de reguetón que sonaba hasta el cansancio hace pocos años. Esta letra hace alusión a las mujeres con preferencia por formar parejas románticas con hombres mayores. Y en efecto es una práctica habitual, normalizada en la mayoría de las culturas, algunas incluso lo convierten en una obligación para las féminas.
Frases como “el amor no tiene edad” o “el amor lo puede todo” se utilizan para legitimar este tipo de relaciones que igualmente puede darse con una mujer mucho mayor que su pareja masculina. Hasta ahí puede parecer normal que dos personas que se aman, comprenden y deciden de mutuo acuerdo mantener una relación o formar una familia defiendan su derecho por encima de prejuicios u opiniones ajenas a su propio proyecto de familia. Pero ¿qué pasa cuando uno de los miembros de esa unión es menor de edad? ¿Qué ocurre cuando no rebasa los 16 años y la diferencia de edad es notable, superior a los cinco o 10 años?
Recientemente se produjo un fuerte debate en las redes sociales alrededor del matrimonio de una creadora de contenido mexicana y su esposo, quien es 13 años mayor que ella. La alerta se activó cuando confesaron, en un podcast dedicado al amor entre ambos, el momento en que se conocieron, pues ella solo tenía 14 años. Luego de este programa, que fue bajado de las redes ante la oleada de críticas, los internautas se dieron a la tarea de investigar a fondo y destaparon la caja de Pandora, pues por el año en que dijeron conocerse ella en realidad tenía solo 11 años y él 24, además de ser uno de los responsables del alumnado al que ella pertenecía y que asistía al viaje donde coincidieron.
Evidentemente se prendieron las alarmas de hasta dónde es permisible esta conducta, pues los niños y adolescentes carecen de la madurez necesaria para elegir conscientemente o discernir el daño que les puede ocasionar esta persona, sin duda, en una posición de poder.
La edad legal en nuestro país para establecer relaciones sexuales es de 16 años y todo acercamiento carnal de un adulto con un menor es penado por la ley, aunque se produzca bajo consentimiento de la parte afectada. En la actualidad a este comportamiento se le denomina grooming, un anglicismo que intenta además tipificar el engaño y la manipulación en redes sociales, lo cual conlleva peligros aún más amplios para los niños y a veces desconocidos por los padres.
Lejos de lo que cree la mayoría, el grooming también afecta de manera considerable a los varones, ya que es elevado el número de ellos que inician sus relaciones sexuales con mujeres mayores en posición de poder para manipularlos y conseguir sus objetivos. Es normal pensar que se está enamorado y acceder a los designios de alguien aventajado en edad, experiencias y estatus social o económico: ya sea un maestro, amigo de la familia, vecino o desconocido agazapado detrás de un perfil falso en Internet.
“Ella tiene cuerpo de mujer”, “él es muy maduro para su edad”, suelen ser los comodines psicológicos detrás del abuso. Nada en lo absoluto justifica el acercamiento a un menor con fines sexuales y los recursos legales existen para aquellos que deben asumir su responsabilidad.
Los padres deben estar pendientes a las actividades de sus hijos tanto en el ámbito virtual como en la vida real, y orientarlos en este sentido para ayudarlos a manejar el deslumbramiento que podría destruir su normal desarrollo.
Excelente artículo, he intentado hacer una consulta a Norys sobre cómo proceder ante un caso pero el e mail me ha rebotado , favor agradezco si me pueden responder
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