Crónica de domingo: No eres tú, mi amor 

No eres tú, mi amor, son los montones de basura que se acumulan en las aceras a los pies de una pared donde alguien escribió “No botar basura PNR”, y me asusta a morir que crezca y crezca la pila hasta las puertas de Dios y él nos culpe por ensuciarle el lobby que cuida San Pedro. 

No eres tú, mi amor, es que Milei salió en Argentina y él me recuerda con sus patillas a las películas de monstruos con malos efectos especiales cuando un personaje se transforma en hombre lobo, justo a la mitad de conversión del hombre en bestia. Temo a la desmemoria,  a que, de repente, abandonemos la humanidad por la licantropía y no podamos detenernos hasta que los unos depredemos a los otros.

No eres tú, mi amor, ¿cómo puedes ser tú? Es que las cafeterías para matar el hambre, donde te vendían panes con tortilla y refrescos vitaminados baratos, desaparecen de a poco. Todos quieren montar un McDonald’s. Todos quieren ser Burger Kings. Todos quieren ser los reyes de la hamburguesa. Entonces ando por la calle y en uno de esos pensamientos, que no sabemos de qué rincón proceden, me da por extrañar la croqueta al plato. 

No eres tú, mi amor, por favor no me reclames, si tú eres lo que me mantiene cuerdo y puro; es que oigo explotar las bombas fuera de mi cuarto. Yo sé, yo sé que están a miles de kilómetros y que después de las paredes de esta habitación solo hay oscuridad porque hace semanas que no encienden el alumbrado público. 

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Sin embargo, te juro que las siento reventar y no puedo dormir. Entonces imagino que esos niños palestinos con el rostro ensangrentado, con la muerte que les envidria los ojos, con metal en las entrañas y llagas de odio en la piel, son mis sobrinos o el hijo de mi amigo, y el insomnio se vuelve crónico. ¿Acaso no ves estas ojeras? 

No eres tú, mi amor, esta cara de mierda no tiene nada que ver contigo, es que el pollo en cualquiera de sus formas de cocinarlo ya me aburre y temo que me suceda igual con el picadillo. Además, hace cuatro días que un panadero no pasa por el frente de mi casa y a veces, cuando no tengo nada que hacer, me siento en el balcón a esperarlo como se aguarda por un mesías o un buen augurio que, últimamente, escasean. 

No eres tú, mi amor, es que creo que nadie recuerda la guerra de Ucrania y no sé cómo se pueden olvidar las guerras como si fueran un número de teléfono o ir a pagar la Onat. También escuché la nueva canción de los Beatles: Now and then, y me dieron ganas de llorar ante la certeza de que ni Lenon ni Harrison van a regresar, ni el Che ni Muhammad Alí ni Juan Padrón ni ese amigo imaginario de la infancia que me susurraba que todo iría bien. 

No eres tú, mi amor, te lo pido, no te vayas. En estos momentos no sabría qué hacer sin ti; es que cuando escribía me quitaron la corriente, aunque no le tocara a mi bloque. Sabes que a la laptop no le funciona la batería y perdí la primera versión de esta crónica y, por mi madre, que era una carta de amor para ti, pero las circunstancias me aplastan y ahora ya no sé ni qué tecleo.

No eres tú, mi amor, nunca serás tú, es todo lo demás… 

PD: Esta crónica está basada en la canción Mi mujer está muy sensible, de Santiago Feliú.

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3 Comments

  1. Soy tu fiel lectora y es que incorporas tanto de la realidad actual a lo que escribes, que es entre otras cosas lo que nos atrapa, además de que nos sentimos identificados con cada sentir que expresas. Sigue así vas muy bien, me encantaría leer tu libro.

  2. No eres tú mi amor, es que con la inseguridad con que vivimos, no sé si el proximo mes tendré café, si me tocará el picadillo ó si tendremos pan, y si podré cobrar mi mísera jubilación en algún cajero ó si entrará el Enalapril para mi presión ó la Terezosina para mi próstata ó si habrán ataudes en la funeraria porque allá voy a pasos acelerados, así de inseguro me siento a mis 76 años un día como hoy …….

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