Narices rojas y sonrisas infinitas

Los payasos y sus payasadas son tan antiguos como la necesidad humana de reír y entretenerse. Cuentan que en las civilizaciones antiguas de Egipto y China, ya había payasos en los séquitos de faraones y emperadores. Tiempo después, aparecen como parte de obras teatrales en Grecia y Roma. En México se dice que cuando Cortés conoció a Moctezuma, dentro de su corte existían enanos y jorobados bufones parecidos a los del viejo continente. 

El arlequín ocupó un espacio importante de la vida europea a partir del siglo XVI, cuando formaba parte del entretenimiento de los reyes, pero no pasaban todo el tiempo dentro de los castillos; cuando no estaban sirviendo a sus majestades, acudían a cantinas y bares para mofarse de la sociedad y, en sarcásticos chistes, contar secretos de cortesanos. Muchas veces era el entretenimiento entre actos de carpas o espectáculos de teatro de revista.

Eso sí: por más que den risa, construir personajes de payasos es algo muy serio. Existen varios tipos: el carablanca, el augusto y el contra-augusto son lo que casi todo el mundo identifica como payasos de circo tradicional. El primero es el hablador clásico, de rostro enharinado, autoritario y distinguido, con un rutilante traje de lentejuelas, mientras que el augusto aparece vestido de una manera extravagante. En ciertos números, figura además el contra-augusto, cuya única misión consiste en desbaratar lo que hacen sus dos compañeros, desconcertándolos y hasta poniéndolos en ridículo.

Para hacernos una idea de lo interesante y amplio que resulta este universo de los payasos, basta recordar que muchos consideran que Charles Chaplin fue uno de ellos, pues distinguen en su caracterización elementos del clown de personaje, aquel que se identifica con un rol o profesión: bombero, marinero, doctor, policía, niño, personaje de un cuento. Se trata de un criterio polemizado, pero no falta quien defienda que Chaplin, Buster Keaton o Laurel y Hardy son auténticos payasos que en sus películas ejercen distintas profesiones. 

También está el payaso excéntrico, una evolución del augusto, contrapuesto a este por la dignidad de su cabezonería y por la inteligencia que demuestra al enfrentarse a las dificultades, que a menudo resuelve con una genialidad sorprendente. Se presenta siempre solo y normalmente no habla. El vagabundo viene a ser un augusto solitario, habitualmente silencioso y con pinceladas de marginado social. El mimo-clown es otra variedad, casi siempre mudo, se presenta solo y, teniendo los objetos como oponentes, despliega una gran cantidad de habilidades físicas y musicales.

Por sus narices los conocerás

Sin duda, la nariz roja se ha convertido en el símbolo por excelencia de los payasos. Con ese llamativo color, genera un punto de atención para la gente y, por cierto, se considera la máscara más pequeña del mundo. 

La vestimenta es fundamental para el payaso. En dependencia de su género, puede usar harapos, solo aplicarse maquillaje blanco, vestir con colores brillosos, llevar peluca, zapatos gigantes, ropas clásicas, máscaras. Existen diferentes tallas y tamaños, influyen la técnica o escuela, varía si se trata de un arlequín, pierrot, augusto, vagabundo. 

Aunque muchos aseguran que el payaso no se actúa, se es, sí se entrenan y estudian para modelar las técnicas y conocimientos sobre esta figura. Entre las habilidades que puede exhibir el payaso están la música, el malabarismo, la acrobacia, la torsión de globos y el arte de caminar con zancos, entre otras.

El circo, el teatro, los cumpleaños infantiles, son algunos de los espacios en los que esperamos encontrar un payaso, sin embargo, no son los únicos: hay, por ejemplo, payasos de rodeo, quienes tienen una función importante en esa clase de espectáculo, pues deben distraer a los toros y atraerlos para evitar que el vaquero sea lastimado por el animal. Su indumentaria puede incluir pañuelos colgantes a su cinturón. 

En ciertas ciudades se puede encontrar el llamado payaso de crucero, que se dedica a hacer su acto en las intersecciones de cualquier calle grande y concurrida, haciendo un show corto, generalmente de malabarismo, que dura tanto como el alto del crucero o la luz roja del semáforo. Los mimos parisinos muestran sus bromas o habilidades en las calles, parques y lugares públicos.

Payasos que sanan

La ciencia ha demostrado que la acción de reír genera endorfina, una hormona que ayuda al cuerpo a sanar más rápido. El médico norteamericano Patch Adams es un convencido de esta teoría, así que durante décadas ha organizado grupos de voluntarios de todo el mundo para viajar a distintos países vestidos de payasos, en un esfuerzo por llevar el humor a los huérfanos, pacientes hospitalizados o damnificados por fenómenos naturales. 

En 1971, Patch fundó el Instituto Gesundheit! El nombre es nada menos que ese «¡salud!» que decimos cuando alguien estornuda. Patch es el inventor de la risoterapia y el responsable de la inclusión de esta en la medicina moderna. Activista social, diplomático y escritor, el Doctor Adams estuvo en Cuba en 2008 y visitó zonas afectadas por fuertes huracanes. En su vida se inspiró la película Patch Adams, en la cual Robin Williams interpreta el papel de este hombre conocido como «el doctor de la risa».

Un día internacional bien ganado

La razón por la que se escogió el 5 de noviembre como Día Internacional del Payaso, fue homenajear al español Emilio Alberto Aragón, conocido como Miliki. Pero motivos para agradecer y felicitar la obra de estos artistas los hemos acumulado cada uno de nosotros desde pequeños, todas las veces que fuimos «aquella carita asombrada» y un divertido payaso de boca rojísima nos «sonrió, de modo imperceptible, con sus labios verdaderos». (Por: GIUSETTE LEÓN GARCÍA / CUBASÍ)

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