Lisa Valanti es una mujer valiente. Hay que tener mucho de eso para querer enfrentar las fuerzas dominantes del mundo, las del dinero que nunca duerme y las presiones que desean aplastar a los humildes. Con 75 años a cuesta no elige las sillas del camino, como cantaría Silvio, sino ser una de las imprescindibles al estilo Brecht.
No importa cuál sea la lucha, sino lo justo de su causa. Quizás así se pudiera describir la trayectoria de Lisa: desde colocar flores en los cañones de los fusiles para protestar contra la guerra de Viet Nam o llevar un camión por América Central para apoyar los insurgentes en Nicaragua.
En este trayecto coincide con Lucius Walker y, por influjo de él, visita por primera vez Cuba. Aquí quedaría una parte de ella. Regresaría una y otra vez, una y otra vez. Con sus pasos crearía de a poco una senda, por encima de 90 millas de agua, de 60 años de muros y pocas cuerdas, para unir lo que nunca debió estar escindido, dos pueblos vecinos.
Ella es fundadora y por mucho tiempo la presidenta del grupo Pittsburgh-Matanzas, Ciudades Hermanas. Aquí en esta tierra lírica y rumbera, como ella confiesa, ha cultivado más de un hermano.
Por ello no sorprende que este martes 24 de octubre le entregaran la condición de Hija Adoptiva de la Ciudad de Matanzas.
«Ustedes son mi familia, porque como dijo Martí todos los humildes del mundo somos familia», comentó Valanti mientras se le aguaban los ojos.
En la ceremonia estaban presentes parte de su familia de sangre, su hija, su yerno y quien actualmente preside Ciudades Hermanas, su nieta. Quizás sea consecuencia que las grandes voluntades se trasmiten y heredan.
«Ahora, sin embargo, literalmente somos familia. Todos somos uno y la hermandad es una fuerza poderosa», comentó al referirse a sus dos familias, la de sangre y la de lucha.
Además en el salón se encontraban Elián González y su padre, a este último lo acompañó en Washington mientras reclamaba a su hijo, y Fernando González, uno de los 5 héroes. Ellos constituyen dos protagonistas de algunas de las últimas grandes gestas de los cubanos y en las que participó Valanti.
«Muchas veces me pregunto qué sería de mi vida, si no hubiera conocido este gran pueblo. No podría estar yo más honrada. Ustedes me inspiran, me brindan fortaleza y me enseñan contantemente», concluyó.