Durante la celebración del Concurso de Coreografía e Interpretación Danzandos, auspiciado por la Compañía Danza Espiral y liderado por la maestra Liliam Padrón Chávez, la ciudad de Matanzas se transforma cada dos años, con el espíritu de los que concursan y también con la dinámica de los espacios donde se celebra el evento competitivo, incluyendo los teóricos, las exposiciones, las actividades alternativas, y pienso en esa multiplicidad de lugares, en el sentido estético y de jolgorio que asumen, y contagian.
Es una lástima que, durante la última edición del evento científico El Anaquel, no haya podido presentarse una soberbia ponencia sobre la historia y significación del evento, escrita por el doctor Noel Bonilla Chongo, que contribuía a ofrecer la perspectiva de un danzólogo experimentado, sobre nuestro más importante concurso danzario: un homenaje a su historia, a los que han pasado por la experiencia y a las figuras que lo han dignificado, como su creadora, la maestra Padrón Chávez, artífice de varios sucesos de la danza cubana, coreográficos, pedagógicos, teóricos.
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Para hablar del Danzandos, como se le llama por los participantes y el público, que cumple el próximo año 30 años de su primera edición, hay que haberlo vivido en sus transmutaciones, que recogen los numerosos acontecimientos que ha propiciado, como obras coreográficas de indudable valor artístico, algunas referentes de la danza cubana; la presencia de bailarines masculinos y femeninos, que bailan en dúo, y han mostrado en nuestros escenarios la valía de su arte; coreógrafos de varias generaciones, que han entregado piezas significativas, memorables en la trayectoria de la danza cubana, y recuerdo algunas de colectivos de toda la Isla.
El Danzandos ha traído a nuestros escenarios lo más relevante del ámbito, en sus más diversas tendencias y estilos.
Pienso, entre muchos otros, en el maestro Ramiro Guerra, que tantas conexiones tuvo con Espiral, en los diversos talleres impartidos para bailarines profesionales y para estudiantes; pero la lista es extensa, y ello crea un intercambio fructífero, valioso, transformador.
En el Danzandos no pueden olvidarse los boletines de cada edición, registro de su historia; los premios creados por Mary Luz Lazo; los diseños de los afiches, por algunos de los más importantes artistas de la gráfica, como Rolando Estévez, Zenén Calero o Frank David Valdés; la vitalidad reconfortante de la danza en el Teatro Sauto o en el Velasco; la conjugación de la historia, la tradición, la teoría y la práctica que ha generado: talleres, exposiciones, muestras, conferencias, charlas, documentales, los performances.
El Danzandos es una reunión fructífera, una tradición, que diversifica los espacios de nuestra escena. En el 2024 se hará en una nueva convocatoria. De nuevo se verá a Lilita, armando el programa, caminando y bailando, entre las luces despiertas de una ciudad que danza. (Foto: Tomada de Internet)