Si pensamos en violencia explícita en los videojuegos, automáticamente nos viene a la cabeza la saga Mortal Kombat. Extremidades volando por los aires, chorros de sangre exageradamente ridículos y huesos partiéndose como si fueran galletas de sal, aún representan el sello distintivo de este emblemático juego de peleas.
Cuando probé su primera entrega en la Super Nintendo, el gore ya le salía por los poros, aunque los gráficos de la época no aportaran mucho al realismo. Con el tiempo las imágenes se han vuelto cada vez más grotescas, pero sin perder la exageración “cuasi humorística” que lo separa del más crudo realismo.
La historia de Mortal Kombat siempre está ahí un poco como de adorno y sirve para justificar un torneo entre los héroes de la tierra, un grupo de elegidos para salvarnos del apocalipsis, y los despiadados guerreros del Netherrealm que buscan nuestra destrucción.
En medio de una trama tan simple y genérica, tenemos puntos buenos en el desarrollo de algunos personajes como Sub Zero y Scorpion dos ninjas de clanes diferentes en busca de redención y venganza, o la caricaturesca historia de Johnny Cage, un maestro de artes marciales convertido en actor de cine.
Su punto más fuerte es la mecánica jugable, el juego destaca entre los mejores títulos de combate por la diversidad y equilibrio de sus personajes. Aunque la cereza del pastel son las tan conocidas y recordadas FATALITIES, unos movimientos hábiles exclusivos que sirven para rematar al rival de las formas más sangrientas posibles.
También existen otro tipo de remates igual de pintorescos como los Brutalities que pueden realizarse sin haber ganado el combate aún, las «Babalities» donde convertimos a nuestro rival en un adorable bebé y las Friendship, una especie de broma en la que concluimos la lucha de forma pacífica haciéndole un regalo a nuestro rival o incluso abrazándolo.
Mortal Kombat es uno de esos juegos que hay que jugar alguna vez, después de que cumplamos 16 años claro está, aunque nuestras madres aún teman que nos deje alguna especie de secuela o trauma.
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