A Dankiel le fascina montar bicicleta, mientras que Rosalina, de 9 años, prefiere los columpios y lo que ella llama el “salta-salta”. A Erick, por su parte, le gusta comprobar su certera puntería en el campo de tiro, una atracción que, aunque aislada tras el área de los baños, ya cuenta con asiduos visitantes.
Demandado por grandes y chicos, el Parque Infantil de Monserrate es una de las gratas sorpresas del verano 2023. Luego de años sin prestar servicios, la apertura del local devolvió vida a la zona y los sueños a los matanceros.
AL FIN A PUERTAS ABIERTAS
“El parque quedó bonito, muy buena la remodelación y sobre todo los colores. Fue una sorpresa este verano, Matanzas lo necesitaba”, refiere Daniel, en tono optimista. Sentado en las maquinitas, su retoño regala una sonrisa, mientras disfruta de su tercera vuelta en la atracción.
Más distante, en los barquitos, Lien mece a la pequeña Lorena. “Primera vez que vengo aquí desde que lo inauguraron, de hecho, me estoy estrenando como mamá. Pero reconozco que tienen buenas ofertas, incluidas las gastronómicas”.
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Además de las atracciones, el parque infantil cuenta con cuatro puntos de venta de alimentos, que pertenecen a la Empresa de Alojamientos, según Maidelys Ibáñez, directora adjunta de esa entidad. “En El Castillito y El Glotón se venden confituras, a diferentes precios, además de agua, refresco y malta. En el restaurante El Criollo se oferta almuerzo y panes, mientras que en El Meñique se venden pizzas.
“Las ventas están reguladas, el día de la inauguración se vendió un módulo por cada infante, que traía pelly y caramelos. Esta semana se ofertó en dependencia de la cantidad de niños”.
CUENTAS PENDIENTES
Aunque se siente satisfecho con las ofertas gastronómicas, Raúl considera que “deben aumentar el número de equipos para los niños, porque existen solo tres equipos centrales, lo que hace un poco difícil la diversión porque se acumulan muchas personas”.
“Veo pocas cosas comparando con lo que había en mis tiempos, en la época crítica que tuvimos en los 90”, comenta Ernesto, papá de Darío. “Recuerdo, por ejemplo, las sillitas voladoras, la estrella… Espero que haya intención de recuperar todo eso. Pero el esfuerzo siempre es bueno y se agradece por todo el mundo, aunque si pudiera lograrse más, sería aún mejor”.
“Sé que poco a poco irán mejorando”, asegura Raúl esperanzado. “Una idea bastante buena porque están recuperando algo que Matanzas siempre tuvo, y se había perdido. Este parque al que vinimos de niños, sería bueno que nuestros hijos fueran parte también de él”, refiere mientras observa cómo su pequeño Tyler Milán se desliza por el tobogán. Lo que no saben Raúl y Ernesto es que buena parte de sus deseos están camino a cumplirse.
“Queda pendiente el equipo de caballitos. Le falta la pieza del diferencial que ya se la traen de Colón, para que comience a funcionar. Se van a incrementar dos aparatos”, refiere con optimismo Ramón González Milián, administrador del parque. “Uno de los equipos consiste en avioncitos giratorios, y el otro, que se llama El chorrito de agua, es como una fuente en la que los muchachos se mojan.
“Han surgido averías en la marcha, que se van reparando según aparecen en el transcurso de los días, como pueden ser problemas eléctricos”. Sin embargo, estas no son las únicas cuentas por saldar, puesto que cerca de los baños se evidencian dos áreas a medio construir.
“Pendiente nos queda un parquecito para niños de dos a tres años, para que también interactúen con el medio ambiente”, explica Erlyn García Junco, mientras toma un respiro bajo la sombra de uno de los frondosos árboles del lugar. “Se les está haciendo un tobogán, también una rampita que les permite subir (además de la escalera) y objetos propios para su edad.
“También estamos terminando otro para niños medianos, de ocho a nueve años, porque el que actualmente está en funcionamiento es para los más grandes, dígase de 13 a 14. Este tendría todos los aparatos acorde al tamaño”, acota la supervisora de la parte constructiva, que representa al grupo de creación Casán, perteneciente al Fondo Cubano de Bienes Culturales.
SERVICIOS QUE SE AGRADECEN
Hasta hace muy poco, Amelia no era diestra montando bicicleta. En la arrancada requería de la colaboración de su tía, para lograr el equilibrio. No obstante, practicar una, dos y tres veces en el parque ayudó a que ganara en confianza y perdiera los miedos.
Raúl Cosío Fernández, trabajador de la Empresa Provincial de Transporte, es uno de los encargados de prestar, gratuitamente, el servicio de bicicletas que tanto agradecen pequeños como Amelia.
Apenas a unos metros de dicha área, Carlos y Donis juegan a las damas. En dimensiones agigantadas, el juego de mesa es otra de las opciones que acapara miradas dentro de la instalación recreativa. En su caso, nunca habían tenido la experiencia, pero eso no importa, porque Lewis Dairon Riverol Aballí se encuentra allí para enseñarles.
“El objetivo de nosotros en el parque es promover la importancia del deporte, la recreación sana, y de paso, enseñar a los niños”, explica el profesor de recreación del Combinado 4, ubicado en René Fraga.
“La dama, por ejemplo, es un juego que desarrolla habilidades, inteligencia y la capacidad de pensar. A estos niños les expliqué las reglas, pero no solo eso, trato de que no piensen solo en una jugada, sino que traten de hacer la mejor jugada posible. Hoy estoy en la dama, pero esa no es la única actividad que realizo en el parque; también hacemos otras como la tracción de la soga y el juego con balones”.
CON COLORES DE ESPERANZA
Aunque quedan cuentas pendientes en el Parque Infantil de Monserrate, entre ellas extender sus horarios (que por ahora solo son de viernes a domingo, de 10:00 a. m. a 5:00 p. m.), la instalación evidencia un ambiente de alegría, y así lo corrobora la algarabía de los pequeños visitantes.
“Siempre se agradece que haya una nueva opción”, considera Irian González, papá de Ignacio. Al final, los niños a veces no necesitan un parque muy aparatoso, sino algo nuevo, el espacio para compartir con otros niños, y esto les viene bien”.
Tanto es lo último cierto, que ya Amelia no requiere de su tía para pedalear en bicicleta y Rosalina no para de sonreír mientras disfruta de su “salta-salta”. El parque evidencia colores de esperanza en este período estival, cargado de alegrías, de sueños, y sobre todo, de amor.