Voces de niños y maestros escucharon quienes transitaron cerca de la casona de Río 37, en la ciudad de Matanzas; notar que es una escuela resulta fácil, pero también vale la pena detenerse y admirar la placa que en la patrimonial fachada indica que allí nació, el 15 de mayo de 1858, el ilustre naturalista Carlos de la Torre y Huerta.
Resaltó la investigadora Josefina Caraballo Trujillo que el estudioso consagrado a las ciencias naturales en Cuba, se distinguió en el país y el extranjero por sus trabajos y conocimientos y llegó a ser uno de los malacólogos más notables de su tiempo.
La Malacología constituye la rama de la zoología encargada de investigar los moluscos, y en ese campo el profesor De la Torre alcanzó una extraordinaria sabiduría y logró reunir una valiosa colección.
Fue miembro de importantes instituciones nacionales, de igual forma participó en las labores de prestigiosas sociedades científicas extranjeras; su mayor aporte lo realizó en el conocimiento de la fauna fósil cubana, enfatizó Caraballo Trujillo.
Según https://www.juventudrebelde.cu en 1909 el doctor descubrió en Punta Ancón, Pinar del Río, ammonites fósiles, los cuales sirvieron para demostrar la existencia del período Jurásico en Cuba, en contra de las afirmaciones de geólogos norteamericanos.
Adelantó la especialista del Museo Provincial Palacio de Junco que próximamente, la institución develará una muestra del mes dedicada al eminente zoólogo, con piezas que le pertenecieron y que integran los fondos patrimoniales que atesora el centro.
En el Día Internacional de los Museos (18 de mayo), se mostrarán especies del género polymitas descubiertas y clasificadas por De la Torre; un pie de rey ( instrumento de medición que empleó en el estudio de los moluscos) y una fotografía donada por un familiar, explicó la propia fuente.
Carlos de la Torre y Huerta falleció en La Habana el 19 de febrero de 1950, legó una extensa obra que comprende trabajos de Geología, Paleontología, Zoología, Arqueología e Historia.
Tiene la Atenas de Cuba el orgullo de ser cuna del insigne naturalista y el compromiso de reverenciar sus aportes de alta dimensión científica educativa; oportuno para ello resulta multiplicar saberes en Río 37, recinto de interesante arquitectura donde hace 165 años llegó al mundo un investigador ilustre, sitio patrimonial donde ahora estudian muchos niños.