Rey Pantoja: entre la trova, los despistes y la certeza

Rey es un hombre despistado y amante de la música, que ha encontrado en Matanzas el escenario perfecto para crecer personal y profesionalmente. El natural de Bayamo considera su vida como un viaje constante de redescubrimiento y aventuras.

Cuando suenan los acordes de cualquier canción suya, sabes que estará repleta de poesía, que debes disfrutar sin interrupciones lo que cuenta. Su vida artística podemos decir que comenzó cuando el director de la banda municipal de conciertos de Bayamo comentó a sus padres que tenía ritmo. Matriculó en el Conservatorio de Música de su ciudad para cursar guitarra clásica, aunque con el trovador Nerio González aprendió sobre la guitarra popular. 

“Nací sin uñas, en su lugar salieron unas telitas frágiles. Por esta peculiaridad uno de mis profesores me convocó a realizar, para el pase de nivel en el Conservatorio, el examen en tres. Así lo hice. Viajé hasta La Habana para estudiar en la recién creada cátedra de tres y laúd de la Escuela Nacional de Arte.

“La Escuela era el lugar al que todo joven músico aspiraba. Fue una aventura. Descubrí el jazz, recibí clases de seres extraordinarios como Efraín Amador, y compartí salón con grandes de la cultura cubana como Alain Pérez, Alexander Abreu y David Blanco. 

“Por aquellas fechas era popular la timba. Para los estudiantes era un lujo pertenecer a las agrupaciones de Paulito FG, el Médico de la Salsa o NG la Banda, pero conocí a Frank Delgado y esa trova más urbana. Desde Granma venía con cierta cultura sobre lo que era la canción, pero la trova habanera me invitaba a redescubrir esa poesía. Les pedía a los amigos que escucharan un verso de Liuba María Hevia y del propio Frank, al tiempo que tocaba el tres con el Septeto Habana. Decidí experimentar con la trova que es lo que me mantiene vivo hasta hoy.

“Al graduarme, conformé junto a Lien Rodríguez el dúo Lien y Rey. Como todo joven, en el servicio social salimos a comernos el mundo, grabamos algunos discos e hicimos varios conciertos. Escribía instrumentales para violonchelo y tres, y a las personas les pareció atractiva aquella sonoridad poco común. Luego, a Lien se le despierta esa necesidad de hacer canciones”. 

—¿Qué elementos distinguen las canciones de Lien y Rey? 

—Algunas personas manifiestan que la trova es un modo de vida, es una actitud. Considero que es además una forma de resistencia artística y convincente. Cuando escucho nuestras primeras canciones, me sorprende la locura con que asumimos defender este género musical. El acompañamiento no lo considerábamos como complemento o puntal, sino que era tan importante como nuestro discurso, lo sostenía. Es precisamente lo que nos distingue.

—Luego de más de dos décadas juntos, el dúo se separa, ¿cómo fue subir solo al escenario?

—Superar cualquier ruptura es difícil, aunque creí que el dúo seguiría a pesar del divorcio. Decidí emprender y desempolvé algunas canciones mías que nunca se habían montado. La principal preocupación llegaba porque siempre me desempeñé como segunda voz. Me asustaba la reacción de los espectadores. 

“El primer concierto fue en el Patio Colonial. Músicos, amigos y personas del público me felicitaron por la magia que se vivió allí y decidí continuar con este proyecto”.

—¿Qué tanto hay de Rey en sus discos?

—No dejo plasmado algo que no me identifique. El primer disco en solitario se llama Naturaleza, que muestra a Rey tal y como es. Se grabó en la Sala White sin ningún artificio ni vestidura. Es mi carta de presentación. 

“La próxima producción discográfica versa sobre mi visión de la música cubana. En mis canciones aparecen varios elementos de cubanía que quizá no sean tan explícitos, pero allí están. Quienes lo escuchen encontrarán guaracha, son, guajira, bolero y por supuesto, canción”.

—¿Quién eres cuando estás lejos de los escenarios?

—Me caracteriza la risa, es una constante. Con mi familia y mis amigos soy divertido. Me molesta lo mal hecho y tener que lidiar con personas que no entienden al artista o que nos toman por tontos. Soy un cubano de a pie. A mi hija siempre le explico que hay que regresar en algún momento al lodo. Puedes estar en la cima, puedes grabar un disco e incluso ganar un Grammy, pero es bueno volver a donde comenzó todo. Subir y caer es educativo, porque reapareces con más fuerza. De eso precisamente trata la vida, por ello disfruto la cercanía con la gente. 

“Me encanta saludar a todos, soy extremadamente despistado y de mirar directamente a los ojos”.

—Si tuvieras que reprocharle algo a la vida, ¿qué sería?

—Estamos en el mundo para aprender y todo ocurre por algún motivo. Cuanto hacemos trasciende, y debemos ser consecuentes con ello. ¿Qué podemos reprochar si somos los únicos responsables?

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Sobre el autor: Arletis Arango Oña

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