Ethiel Failde Fernández es un joven alto, de buen carácter, amigable y estudioso. Se viste con elegancia y a la moda. Su orquesta cuenta con muchos admiradores en Cuba y México. A propósito de la cercanía del 5to. Encuentro Internacional de Danzoneros Miguel Failde in Memoriam 2023, Ethiel accedió a conversar con este diario sobre los avatares de la orquesta.
—Hace diez años ensayaban con un poco de dificultad en la sala de tu casa…
—¡Todavía ensayamos así! Sin audio, y el techo de la casa se sigue cayendo.
—Tu mamá fue el horcón de la orquesta desde el surgimiento. ¿Cuánto de ella hay en La Failde?
—Todo. De hecho, las personas le dicen La Failde por ella, que fue la primera en llamarla así. Ella me apoyó siempre; desde el inicio. Cuando le dije que quería crear una orquesta, me dijo: ¡adelante! Cada idea mía siempre la apoyaba y me empujaba a su concreción.
«Mi madre hacía muchas cosas de las que nunca me enteraba, corría para resolver obstáculos y que mis sueños se hicieran realidad. Los músicos la recuerdan con mucho cariño. Ella ya estaba enferma cuando escribí las bases y el proyecto del encuentro danzonero, pero siempre estaba al tanto».
—Al principio lamentabas la poca promoción y programación de la orquesta Failde. ¿Cómo revirtieron esa situación?
—Cuando uno hace las cosas con la verdad, el mundo tiene en algún momento que girar a favor tuyo. Seguimos siendo los mismos muchachos matanceros que ensayamos en la calle Daoiz No. 3023, debajo de ese mismo techo que cuando llueve todo se moja y hay que correr los instrumentos para que no se deterioren. Seguimos en ese mismitico lugar, con las mismas carencias de equipo…
«Pero también somos los mismos que amamos lo que hacemos, y esa es la clave de lo logrado en esta década, además de las personas sumadas, como Pedro Pablo Cruz, una pieza importante, pues como mánager ha sabido guiarnos y visibilizar nuestro trabajo.
«Hay nuevos músicos porque la vida es así. Vivimos tiempos difíciles para Cuba y el mundo. Después de la pandemia no están los mismos trompetistas y nuestra cantante femenina principal ya no radica en Cuba, pero la orquesta sigue siendo la misma en esencia y sonido. Los nuevos músicos, matanceros todos, están orgullosos de hacer danzón. Aunque no solo interpretamos ese género, con las presentaciones en otros lugares subvencionamos la promoción del danzón.
«Es algo difícil de entender: a nosotros no nos subvencionan, es decir, no recibimos salario fijo por hacer danzones. Somos una orquesta comercial, como se dice en el mundo de la música, como lo es Van Van, o Havana D´Primera… Si no trabajamos no percibimos ingresos.
«Lo que hacemos en las casas de la música y otros lugares tiene un repertorio diferente, y con esos pagos subvencionamos nuestros conciertos del género. No hay una política para que la Orquesta Failde haga danzones, pero lo hacemos porque comprendemos que es algo por lo que debemos apostar. Le agradezco a las instituciones que nos han apoyado hasta donde han podido, pero realmente es un trabajo que mantenemos a partir de la otra programación».
—¿Cuánto sufriría el danzón y la cultura cubana si decidieras emigrar?
—Ya estuvimos en Estados Unidos, Canadá, Perú y con frecuencia vamos a México. No le temo a los procesos de emigración, la primera vez te choca, como me pasó con varios músicos cuando salieron de la orquesta, pero siempre que seas sincero con tus músicos y ellos contigo, no los critico: son sus proyectos de vida.
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«En lo personal, nunca he pensado en emigrar. Ni siquiera me ha pasado por la cabeza, aun con la situación económica tan compleja que tenemos en el país, quedarme en otra nación. Si viene un contrato será bienvenido, pero siempre volveré a Cuba. Incluso cuando estoy en La Habana tengo que regresar a menudo a Matanzas, para ver a mi abuelo, mis sobrinos, mi hermano, a los danzoneros, a mi perrita… ir a la Casa del danzón, conversar con los bailadores, bailar un poco.
«Hace tiempo, un dirigente que intentó hacernos la vida imposible me dijo que debíamos irnos lo más rápido posible de la provincia y le contesté fuertemente: habría que darnos candela como a un macao para que eso suceda».
Sobre los encuentros danzoneros, Ethiel afirma que nacen por la inquietud de realizar un evento más integrador. Hasta ese momento existía el Cubadanzón, centrado principalmente en las competencias de bailadores, y el Danzón Habana, con bailes, conciertos y evento teórico. Pero no había un espacio que incentivara la composición de danzones, mambo y chachachá, o el intercambio entre generaciones de músicos y agrupaciones.
«Buscamos una representación de todo el país a través del sistema de casas de cultura. Tratamos de llegar a jóvenes con posturas contemporáneas y actualizadas. Nuestra orquesta se diferencia del sonido tradicional del danzón en la ampliada línea de metales, porque en esencia somos una orquesta charanga.
«No tenía muchas expectativas cuando la creé, solo quería hacer la música que me gustaba. En esa época tocaba en la orquesta Acierto Juvenil, la decana de las danzoneras matanceras. Cuando empieza La Failde muchos pensaron que era un capricho mío. Tenía mis inquietudes. Sin embargo, obviaron que había un fuerte compromiso por revitalizar el danzón, dotarlo de sonoridades contemporáneas.
«En cada pieza que interpretamos tratamos de apropiarnos de su género o estilo. Es lindo apreciar que cuando nos presentamos en Matanzas se llenan las plazas, o se venden rápidamente las entradas para nuestros espectáculos en el Teatro Sauto».
—¿Qué ha cambiado en la orquesta desde que Omara Portuondo se sumó a cantar con ustedes?
—Ella ha sido una maestra en todos los sentidos. Desde la modestia, la naturalidad, la sinceridad en el escenario, desde ser una artista en todos los sentidos, incluidas sus clases magistrales de canto, que imparte en el estudio y en el escenario.
«La primera vez que cantó y grabó con nosotros fue Me desordeno, amor, me desordeno, de Carilda Oliver Labra, con musicalización de Pedro Pablo y tuvimos la dicha de que Carilda la escuchara. La mayor experiencia que he tenido como artista ha sido con Omara. Ella, junto a su familia, nos ha entregado mucho cariño, y de ella todos mis músicos han aprendido mucho: cómo cuidarnos, cómo interpretar, cómo sentir lo que cantamos».
—¿En qué momento está la propuesta del danzón para la categoría de Patrimonio de la Humanidad?
—Desde 2019 se presentó la solicitud oficial al Consejo Nacional de Patrimonio; incluso, recogimos firmas de personalidades e integrantes de la comunidad danzonera en Cuba y México. Sin embargo, se ha demorado mucho la coordinación del proceso y la elaboración del expediente. El danzón, el son y el bolero merecen esa declaración de rango universal y creo que como país debemos priorizar cualquier gestión en ese sentido, porque son tesoros vivos de nuestra cultura.
«Si otros países quieren sumarse a este afán, sin cuestionar la paternidad cubana en esas expresiones, pues bienvenidos sean, pero no hay razones para alargar la espera. Confío en que podamos avanzar más rápido en esta próxima etapa. Todos los que amamos el danzón estamos dispuestos a colaborar».
—¿Es insuficiente la incorporación de los jóvenes al movimiento danzonero?
—Debemos sumar más. Por ejemplo, el pianista, compositor y arreglista Alejandro Falcón me comentaba que en la Escuela Nacional de Arte (ENA) hay un grupo de estudiantes interesados en la composición de danzones, y eso es importante.
«Los salones de baile han sido sustituidos por las casas de la música y centros culturares de Artex. En la Casa del danzón radica la asociación del género, pero sin presupuesto del Estado. Necesitamos ayuda. Constructivamente, reparar la casa cuesta mucho dinero. Ese es el único lugar de la Isla con un salón para bailar en un ambiente sano».
—¿Has compuesto algún danzón?
—Hago arreglos, pero no compongo. Yo respeto mucho eso y creo que nace con la persona. Ahora estamos en el proceso de culminación de un nuevo disco que me tiene muy contento, con invitados especiales como Omara y Silvio, quien aceptó interpretar Danzón para una espera, en la versión de nuestra orquesta. También estarán Alexander Abreu, el maestro Pancho Amat y Gabi Moreno, la cantante guatemalteca. (Por Hugo García/Tomado de Juventud Rebelde)