Recientemente la Unesco declaró el Saber de los Maestros del Ron Ligero Cubano como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Un reconocimiento que sirve para dejar claro, por si alguien no lo sabía, que en Cuba se hace buen ron. Existe cierta lógica entonces en que los rones de calidad valgan lo que cuestan y no quiero pecar de redundante.
Pero, ¿qué dejamos para el resto de las bebidas espirituosas de producción nacional y de baja calidad? ¿Qué pasó con el ron barato? O, mejor dicho, con el alcohol barato, porque en esta lista cabe de todo.
En cuestión de meses vimos cómo botellas que antes costaban entre 28 y 75 pesos, lo que promediaba un 5 % de la media salarial nacional, pasaron a costar entre 800 y 1 500, lo que equivale aproximadamente al 30 % del salario medio actual.
Es verdad que la baja producción de azúcar, resultado de la peor zafra en los últimos cien años, clasifica como la principal causa del aumento de los precios del alcohol y sus derivados. Para que tengan una idea, la producción fue de 480 000 toneladas (t) de azúcar y nuestro país consume unas 600 000 al año.
Ya desde el 19 de febrero de este año la Resolución 33/2022, publicada en la Gaceta Oficial No. 16, fijaba los precios mayoristas máximos en pesos cubanos de los azúcares y los alcoholes para su venta por la Empresa Comercializadora Tecnoazúcar para la economía interna.
Según el documento, el producto “azúcar crudo ensacado” adquiere un precio mayorista máximo de 8 733 pesos cubanos por t; el “azúcar refino” a 12 120; el “azúcar refino tipo C a 10 440; el “alcohol fino” a 1 368 y el “alcohol desnaturalizado f5 a 1 069 por hectolitro.
No obstante, los datos por sí solos no justifican ese incremento descomunal y, ante la “escasez”, justificante universal para que algo cueste más, vale reconocer que es por lo menos notable la variedad de rones baratos en la mayoría de las cafeterías, ventas de garaje y timbiriches de revendedores.
¿Qué hace la gente cuando no tiene ron barato de producción estatal? Pues lo obvio, acudir al vendedor de alcohol casero más cercano. Este tipo de bebidas, pese a que cuestan mucho menos, las he visto entre 200 y 350 pesos; además, representan un peligro para la salud por el simple hecho de que no se sabe qué ingredientes se emplearon en su elaboración.
El alcohol destilado de forma clandestina no es un problema exclusivo de Cuba. Este representa el 25 % del consumo mundial. Países como Puerto Rico y España cuentan por miles los litros de bebidas procesadas de manera ilegal que se retiran de las calles al año. Los problemas que provoca son similares: intoxicaciones, infecciones, ceguera y un largo etcétera.
Los principales afectados por este fenómeno, después de los alcohólicos con mayor trayectoria, son los jóvenes, por no poder pagar los precios abusivos de las bebidas manufacturadas en el marco de la legalidad.
La Dirección Provincial de Salud Pública debe tomar cartas en el asunto, de la mano de otros organismos y empresas vinculados con la comercialización y distribución de bebidas alcohólicas, y con el control del mercado no estatal. Siempre es mejor enfrentarnos al problema a tiempo que tener que lamentarnos después. (Caricatura por Miguel Morales Madrigal)