“Tengo que agradecer siempre el estar vivo”

Teniente coronel Willian Rodríguez Hernández de la Defensa Civil

El teniente coronel William González Hernández siempre tiene a mano un overol azul, un par de botas de goma y un chaleco naranja con un membrete donde se puede leer Defensa Civil. Es el uniforme que lleva siempre consigo ante cualquier contingencia. Conserva un módulo en su oficina en la sede del gobierno provincial, y otro en su casa, en el reparto Gelpi. 

El viernes 5 de agosto, a las 7: 11 p.m., descansaba en su hogar luego de una intensa semana, cuando una llamada lo puso sobre aviso. Lejos estaba de imaginar que se trataba de uno de los mayores desastres que enfrentaría como Jefe de la Defensa Civil de la Región Militar Matanzas. Al tratarse de la zona industrial de la ciudad, donde se almacenan grandes cantidades de combustible y otras sustancias peligrosas, rápidamente localizó un vehículo que le trasladara a la zona del siniestro. 

Apenas 15 minutos después, las 19: 26 horas según marca su reloj con horario militar, el teniente coronel se encuentra a escasos metros del tanque 52. Las informaciones preliminares informan sobre el impacto de un potente rayo. En el área observa la tapa del domo inclinada hacia atrás haciendo peso sobre la estructura.

Desde los primeros momentos las fuerzas del cuerpo de bomberos atacan el fuego, e intentan enfriar los anillos del tanque. Comienzan a incorporarse otros comandos y llega la jefatura del Consejo de Defensa Provincial. 

Sobre las 10 de la noche ocurre una primera explosión ante el evidente deterioro del primer depósito. El desprendimiento del domo y de una escalera que ejercían peso sobre el recipiente de combustible provocan una ola de fuego que alarma a todos, pero sin provocar daños en la fisonomía del personal.

Se toma la decisión de evacuar al personal civil del área comprometida y se intenta enfriar desde varios frentes el tanque 51. Antes de la medianoche comienzan a llegar las máximas autoridades del país. En una de las salas de la Empresa Comercializadora de Combustible de Matanzas el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, recibe información detallada del incendio.

Recién llegado de la zona más comprometida, el teniente coronel Rodríguez Hernández comparte con el mandatario información actualizada y con imágenes que muestran que el tanque 51 aún permanece intacto. 

La noche avanza y por unos momentos a los implicados en extinguir el incendio les embarga una sensación de optimismo. Se piensa que se logrará contener las llamas y que el fuego no se propague a los tanques restantes.

Pero el jefe de la Defensa Civil no se confía. Siempre traza las medidas en respuesta al peor de los escenarios. Por ello deciden evacuar a los pobladores de las zonas aledañas como el reparto Dubrocq, la Ganadera y el área de la escuela Ernst Thalmann.  

Teniente coronel Willian Rodríguez Hernández de la Defensa Civil
Teniente coronel Willian González Hernández de la Defensa Civil. Fotos: Del autor y de José Raúl Rodríguez Robleda.

Avanza la madrugada. Tras la llegada de la merienda se releva a todo personal que estaba en los tanques. Existe un peligro latente de que se derramara combustible afectando una batería de tanques cercana.  

Las altas temperaturas enrarecen el ambiente y la ausencia de oxígeno fatiga el organismo de Willian. Cerca de los camiones que suministran agua a los tanques permanece un gran recipiente y el oficial introduce su gorra de dos estrellas para refrescarse un poco. Avanza hasta un puente metálico sobre grandes conductos desde donde obtiene una vista panorámica del lugar. 

Retoma el trayecto y por su lado pasan varios equipos de bomberos. Mientras camina sigue con la vista uno de los carros de bombero. Regresa la mirada al frente y en cuestión de segundos el cielo se aclara de improviso. ¡Una gran explosión lo abarca todo! La onda expansiva le incendia el chaleco y solo atina a retirarlo y lanzarlo lejos. Corre bastante. Saca un pomo de agua que llevaba en un bolsillo y si lo echa sobre la cabeza, luego se entierra la gorra para protegerse las orejas. Busca un parapeto para resguardarse y nota que dos bomberos yacen en el suelo. 

Los zarandea y los conmina a evacuarse. “No se queden aquí que todo esto cogerá candela”, grita. En la carrera asiste a otros heridos hasta llegar a la guagua encargada de rescatar a los heridos. Socorren a siete lesionados; logra localizar a los 8 rescatistas bajo su mando. No presentan lesiones mayores pero a muchos se les derritió el casco por el golpe de calor.

El ómnibus se aleja del peligro y va rumbo al hospital pediátrico ante la posibilidad del colapso de las restantes instituciones de salud del territorio. El jefe de la defensa civil en Matanzas debe regresar al lugar del siniestro. Allí permanecerá hasta la extinción total del incendio.

****

En la edición del 15 de agosto del periódico Trabajadores aparece una foto que captó al teniente coronel William González a muy poca distancia de unos bomberos que arrojaban sustancias extintoras sobre lo que quedó de uno de los tanques. 

Sin proponérselo quizás, el fotógrafo logró archivar para la posteridad una imagen de uno de los tantos héroes anónimos que permanecieron en la zona del supertanquero hasta que la última llama se apagó. 

En esta ocasión el militar no lleva su overol azul, pero sí su otro chaleco naranja. Mientras observa la foto recuerda que fueron días de mucha tensión.


Lea también

«En Matanzas saben quién soy yo: un voluntario»

Estoy traumatizado, confiesa un cubano de 38 años, de esos a los que les prohibieron desde niños ser débiles, pero ahora está roto y no hay prejuicio que pueda… LEER MÁS »


«Sabíamos que el área estaba muy comprometida y que de suceder lo peor el fuego sería devastador. Tomamos medidas para impedir que el fuego no avanzara por el interior de las tuberías. Evacuamos las sustancias peligrosas. 

“En estos momentos hacemos la evaluación de daños, nos encontramos en la etapa de liquidación de las consecuencias y la remoción del terreno para empezar el restablecimiento. 

“Algunas personas en su desconocimiento aseguran que lo mejor hubiese sido no enfrentar el incendio. De no participar las fuerzas que allí intervinieron del puerto hacia delante no hubiera quedado nada, y la mitad de la población de Matanzas se hubiera contaminado por la emanación de gases letales, ya que la planta de gases se encuentra allí. Hubiera sido una catástrofe regional”, asegura con convencimiento.

Los casi siete días que duró el desastre Willian permaneció en el área. Durmiendo escasas horas, cuando el sueño le vencía se recostaba breves intervalos de tiempo en una camilla de los destacamentos de la Cruz Roja.

“Yo pude ser uno de los caídos. En el momento de la explosión estaba muy cerca, a unos 60 metros de la explosión. Todo lo que estaba detrás de mí se calcinó. Hay que decir que junto con los bomberos se encontraban sus jefes de comandos. Los jefes también estaban en la primera línea de fuego. Yo tengo que agradecer siempre el estar vivo.”

Recomendado para usted

Foto del avatar

Sobre el autor: Arnaldo Mirabal Hernández

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *