A los Héroes se les recuerda sin nombre

Bomberos, héroes de Cuba

Quedan atrás muchas horas de pesares, inquietudes y nostalgias, pero no los hombres que dieron el pecho, entre el fuego y el humo, para extinguir a un adversario que no retrocedió hasta que el coraje logró vencerlo con ayuda indispensable de la ciencia y la técnica.

Cuánto dolor ocasionado entre familias que perdieron a un ser querido, inolvidable, que ausente en lo adelante, siempre será presente. Cuántas lágrimas derramadas de forma incesante por sus héroes, que hasta el viernes último eran anónimos, como no sean para sus allegados, y hoy sus estaturas de gigantes trasciende toda dimensión humana en reconocimiento imperecedero.

Cómo nombrarlos. No importa escribirlo. Serán Pedro, Luis, Lázaro, Andrés, Antonio y no pocos con esos otros calificativos modernos por los que se conocieron y conocen. Porque lo real es su obra, esta grandiosa que acaban de escribir con letras mayúsculas. 

“¡Decid que está enfermo de muerte el pueblo que no cultiva filialmente los laureles que dan sombra a la tumba de sus héroes! ”, escribió el Apóstol José Martí el 1ro. de mayo de 1883. Aforismo que identifica a los que hoy honran a quienes no dudaron en partir hacia el frente de esta dura batalla contra el fuego que quiso abrazar a su gente, que destruyó y mancilló el lugar de su habitual estar , que es obra social cotidiana.

Hay tristeza, sí, y mucha, pero la causa se ganó, y nada de victoria Pirrica. No lo fue, a pesar del costo es vidas, lo más valioso. Y es esta misma entrega humana que lloramos y sufrimos, lo que enaltece el haber llegado a un final por todos deseados al erradicarse el fatídico fuego tras arduas, diría titánicas, jornadas. 

Nuestros bomberos devinieron bravos guerreros. Su real dimensión es su estirpe multiplicada, saturada de coraje y mucho más que, por respeto a la decencia, no escribo. Porque de qué otra forma enfrentaron a un enemigo tan voraz.    

Y qué decir de los trabajadores de la División Territorial donde ocurrió el siniestro. Desde el primer momento partieron al combate en difíciles condiciones, pero dispuestos, desafiantes ante la pared de fuego que enfrentaron mientras pudieron, sin retroceder.

Qué palabras merecen, entonces, los de la ayuda solidaria mexicana y venezolana. Los pueblos se unen para una sola marcha: la de hacer por todos y cada uno, con el pecho vibrante, valiente, decidido a todo, sin importar qué enemigo enfrentar, sino la compostura que ha de tenerse para vencerlo.      

Por eso, diría más tarde el más universal de los cubanos: “Y hasta bellos de cuerpo se tornan los hombres cuando luchan por la libertad de su Patria”, Y hoy la libertad de los cubanos es todo. Porque ante un enemigo tan potente que nos acecha desde muy cerca, cuanto se haga por ella, la Patria, es semejante a la referencia del Héroe de Dos Ríos.

Se llora a quienes ya no están por cumplir con el deber sagrado, los que viven iluminados por siempre en el pensamiento y el hacer de quienes los recuerdan eternamente. Y a los otros, los que siguen y también lloran a sus compañeros, sus heridas serán la muestra perdurable del valor de mente y cuerpos. Un sello de virilidad estoica.  

“El que no sabe honrar a los grandes no es digno de descender de ellos. Honrar héroes, los hace”, José Martí.

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