El vínculo entre el béisbol y la literatura es tan estrecho que incluso uno de los máximos exponentes de nuestras letras, José Martí, abordó en una crónica para un medio de prensa, los resultados de un partido entre los equipos New York y Chicago. Si bien para muchos el cultivo de las letras es un reflejo de la realidad, en un partido de pelota se pueden hallar todas las manifestaciones propias de la existencia humana.
Por eso motivo, la peña literaria El San Juan Murmurante, que acoge el Centro Cultural de Artex a orillas del emblemático río yumurino, contó con gran afluencia de público al conocer sobre la presencia de varios integrantes del equipo de los Cocodrilos de Matanzas, quienes accedieron gustosos a la invitación del conductor Orismay Hernández.
Vale destacar que el espacio contó además con varias glorias deportivas de los que aún el público recuerda sus grandes hazañas en los terrenos.
Para el anfitrión y poeta Orismay, la asistencia de Armando Ferrer, Andy Pérez, Evelio Hernández, Ariel Sánchez, Bárbaro Rosales, Gerardo Rionda y Juan Dávalos, encumbraba el espacio, y desde la sencillez absoluta narraron pasajes de su vida activa como atletas.
Fue así como se conoció el pasado beisbolero del manager de los Cocodrilos de Matanzas, quien integró equipos de categorías inferiores en su natal batey España Republicana, integrando el equipo Indio Hatuey. Si bien logró ascender hasta equipos juveniles, el somatotipo no le acompañaba, tomando la sabia decisión de adentrarse a esa disciplina desde la teoría, a tal punto que hoy es considerado un académico respaldado por grandes resultados.
Entre los invitados se encontraba Evelio Hernández, cátcher de respeto en nuestras Series Nacionales que llegó, según explicó, a la práctica de este deporte de casualidad. Su talento natural le permitió obtener un sitio en el equipo Cuba y así intervino en grandes encuentros internacionales.
Entre los momentos más importantes experimentados como pelotero, agradece el haber participado en el último partido oficial de una serie nacional en el Palmar de Junco y jugar, además, en el primer partido del Victoria de Girón.
Sus conocimientos han contribuido a la formación de nuevos talentos en su posición, algo que reconoció el joven prospecto Andy Pérez, quien reconoció que presta toda la atención a cada consejo de los atletas que le antecedieron.
Al interrogársele a Ariel Sánchez sobre el salto cualitativo experimentado por el equipo con la llegada de Víctor Mesa, el talentoso jardinero definió como un cambio abrupto pero muy disfrutable el hecho de ver el Estadio colmado de gente ante el regreso de los parciales para estimular a su equipo.
Las personas, explicó, se sentían orgullosos y nos pedían fotos.
Esa admiración creció mucho más con la reincorporación de Ferrer, que logro el salto definitivo con un equipo que por fin alcazaba el éxito tan esperado por los matanceros.
Sobre la actuación de los Cocodrilos en la recién finalizada serie, Ferrer manifestó que no se contenta con el segundo lugar, pero sin bateo no se alcanza el triunfo.
Elogió el papel de jugadores como Arruebarruena y Mujica, quienes disputaron los últimos partidos con infiltraciones por las lesiones que le aquejaban.
Si bien el manager menciona la ausencia de casi 20 peloteros por contratos u otras razones, como un factor a tener en cuenta, reconoció que el escaso bateo en momentos esenciales los alejó de la victoria. Como ejemplo citó la cifra de 18 innings sin conectar un hit.
Sin embargo, para el director, la hombradía de clasificar contra todo pronóstico y con innumerables ausencias, y contender por el título le brinda la misma satisfacción que alcanzar el oro.
Al cierre de la velada tan beisbolera, se presentó el libro Doscientos años del Palmar de Junco, de la autora Olga Lidia González, quien compartió con los asistentes pormenores del material.