En una época en que la fuerza de los Talleres Literarios ha decaído con respecto a los ochenta, hay municipios de la provincia de Matanzas que han desarrollado una encomiable labor y sus escritores, – resultados de talleres de creación, como los impartido por el escritor José Manuel Espino u otras iniciativas-, han alcanzado una significación en la literatura provincial, y en algunos casos con resultados en la nación y fuera de ella.
Colón, Jagüey Grande, Cárdenas, Pedro Betancourt y Jovellanos son algunos de los territorios en que existe un movimiento, un grupo de escritores y figuras visibles, especialmente en la literatura para niños, la poesía y la narrativa. Aunque también hay que resaltar otros, como Perico, con el excelente poeta Gaudencio Rodríguez Santana, quien solo con su libro de poemas Economía nacional, merece ser recordado – es mi opinión – en nuestra literatura, o en Limonar, el promotor, poeta y narrador Carlos Chacón Zaldívar, quien auspicia en el Museo Municipal la Tertulia América Bobia.
Quisiera referirme a Jovellanos, de la cual son originarios autores como Carlos Zamora, notable narrador y poeta, galardonado con algunos de los premios más importantes de Cuba, que vive en La Habana; Luis Lexander Pita, también uno de los poetas más reconocidos internacionalmente, y poetas y narradores como Yans González, Eliseo Abreu, reconocido en concursos como el José Jacinto Milanés, y Yoleidis Hernández Jiménez.
Sin dudas en Jovellanos hay espacios propicios para la creación literaria, talleres, peñas literarias, encuentros e intercambios con otros escritores, lecturas de textos, y especialmente, una activa participación en eventos y concursos literarios, lo que contribuye a la dinámica del municipio y a la de los escritores que allí habitan, pero dialogando con otros procesos, lo que hace que el municipio, donde nació Manuel Navarro Luna, se visibilice en el panorama literario de la provincia.
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Figura esencial por los libros publicados, los reconocimientos obtenidos y la calidad de su obra poética es sin dudas Eliseo Abreu, el mulato chino de la literatura jovellanense, que además es Sensei y conserva esa paciencia asiática, tan afín a su personalidad y también a su literatura.
Sobre dos plaquette, publicadas por Ediciones Vigía y escritas por Abreu y Yoleidis Hernández, fueron presentadas en la Feria del Libro de Pedro Betancourt hace tan solo unos días, donde varios de los poetas y narradores radicados en Jovellanos fueron premiados o mencionados en el concurso literario María Villar Buceta, de esa localidad.
El plaquette de Eliseo, “Bonus Track”, Colección del San Juan, con diseño, dibujos y grafías de Adrián Gómez Sancho, que revela el espíritu de este joven artista, imaginativo, sugerente, de delicadas líneas, que proponen un universo creativo, para el poema, especie de soliloquio, de canción que recorre con un lirismo descarnado, las ideologías, sus referentes y códigos, que van desde la política, lo económico y la sociedad, agobiada por determinadas circunstancias. Un texto que atraviesa Espacios y Tiempos, la amargura, el desencanto, mientras todo gira, como sugiere el tocadiscos de Gómez Sancho, con un universo de asociaciones, en que la tragedia social, culmina con “la sonrisa de alguien que se dispara en la cabeza”. Interesante el diálogo, entre diseño, artesanía, materiales usados por las artistas Daysi García y Gretel Domínguez.
Por otra parte, el libro de Yoleydis Hernández Jimenez, “Décimas al tiempo”, Colección del San Juan, 2021, con diseño y dibujo de Elizabeth Valero Molina, tiene al tiempo como protagonista, como ciclo que influye en la autora y en todos, en la que se dialoga, sobre su tránsito en nuestras vidas y su dominio sobre los otros.
“Verdugo / es el tiempo”, comienza diciendo la autora y traza una relación lírica con el pasado, el presente y el futuro, como esperanza en la que están sus seres queridos y su propia existencia, determinada por el paso fugaz y lento del tiempo, y en la que la espinela, como medida estrófica, define las emociones, el juego temporal, la voz de los otros.
La propuesta de Ediciones Vigía, con estos dos textos de autores jovellanenses diversifica y promociona nuestra literatura, sus afluentes escriturales, que pasan por el centro de lo que ocurre en las editoriales matanceras como Matanzas, Aldabón: visibilizan la voz poética de los otros, la pluralidad de lo que se escribe.