Necesito su atención…

Necesito su atención…Caricatura de Miguel Morales Madrigal

Una y otra vez recurre a la institución. De nuevo la misma contesta. No saben cómo ocurrió, sus papeles se perdieron, ya esa compañera que atendió su queja no se encuentra trabajando con nosotros, no lo tramitó, no lo archivó, violó lo establecido, hay que empezar la gestión de nuevo. 

Pide hablar con el director, pero está reunido. Ha venido varias veces, ya perdió la cuenta. Han sido muchas horas y esfuerzo en vano. La respuesta, esa que él necesita para poder vivir con tranquilidad, se dilata y ya no sabe a quién recurrir. Pudiera parecer una historia de ficción, pero es real. 

Lamentablemente la atención a la población sigue siendo una asignatura pendiente para algunas entidades de la administración pública. Una materia que, aún con todas las clases vencidas y el material de estudio a la mano, no logra engranarse y funcionar completamente. 

Con frecuencia, ante una queja o insatisfacción planteada, ya sea de forma presencial, escrita o virtual, se recibe el maltrato. Y no me refiero solamente al mal trato verbal o la descortesía, sino a la ofensa implícita en las dilaciones, en la violación a los plazos establecidos, en la falta de profundidad en las investigaciones o en las respuestas incompletas e incoherentes. 

En gran medida, esas chapuzas ocurren por la indebida elección y preparación de los servidores públicos, al débil proceso de investigación a que son sometidas las quejas y a la falta de sistematicidad en el control y exigencia de responsabilidades. 

La sensibilidad, el saber escuchar y ser receptivos, empatizar con el problema ajeno, la necesaria capacitación para dar respuestas coherentes, son cualidades a cultivar en quienes atienden público. Aunque a veces no exista solución inmediata a la petición, una buena orientación alcanza para sentirse bien.   

Los funcionarios públicos han de tener en cuenta que, cuando alguien acude a sus instituciones, lo hace muchas veces luego de sentir vulnerado alguno de sus derechos y depositando en ellas la confianza de que lo restablecerán.

Por eso creo que si hay algo que debería funcionar como un reloj en cualquier sitio son los espacios establecidos de atención a la población. Ellos constituyen un rico medidor de cómo funcionan las entidades, de los problemas que enfrentamos como servidores públicos, de las demandas e insatisfacciones del pueblo. 

Son a su vez una vía para la expresión de la opinión pública y devienen excelentes fuentes de información que señalan focos de problemas, dificultades, errores y, bien empleados, se convierten en instrumentos de trabajo. 

El fortalecimiento de los vínculos de atención a la población es hoy una voluntad política, y se han creado los mecanismos y estrategias para ello. La propia Constitución de la República de Cuba, en su artículo 61, establece que las personas tienen derecho a dirigir quejas y peticiones a las autoridades, las cuales están obligadas a tramitarlas y dar respuestas oportunas, pertinentes y fundamentadas en el plazo y según el procedimiento establecido por la ley.

Una sociedad democrática se basa en la confianza popular en sus instituciones. Escucharlo, atender a sus demandas y solucionar sus problemas siempre han sido preceptos básicos en la agenda del país. No permitir que unos pocos, sin voluntad de servir, empañen con malos procederes lo establecido. (Caricatura de Miguel Morales Madrigal)

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Sobre el autor: Jessica Acevedo Alfonso

4 Comments

  1. Vuelve nuestra Prensa , y cada vez, como señala acertadamente Aliet, con más osadía y objetividad, a tono con los tiempos y las necesidades de nuestra Revolución, a la carga ante estos entuertos. Sí, tenemos una gran multitud de indolentes, disfuncionarios, especialistas en buscarles un problema a cada solución y hacerle cada vez más difícil la vida al prójimo. Campeones olímpicos a la hora de decidir que si, con su acción, o más bien con su falta de acción, se le puede complicar la existencia a alguien, para qué facilitársela. Esos son los sujetos a los cuales se denuncian en este artículo, protagonistas directos e indirectos de los horrores de desatención a la población que aquí y en otros lugares se narran, casi siempre en la voz de quien, ante tanta indiferencia, no ha tenido más remedio que escribir a Girón y a otros medios. Pero, y es por ello y por ellos que uno recibe el impulso necesario para seguir adelante, existen personas y acciones enaltecedoras, baste el ejemplo de nuestros rescatistas, personal médico y paramédico y de los donantes de sangre cuando el accidente del Saratoga, no, no son casos aislados ni sus protagonistas son extraterrestres. Son seres comunes y caminan a nuestro lado. Por ellos y para ellos, merece la pena seguir luchando. La apatía y la indolencia no pueden ser impunes, menos donde la virtud brilla. Saludos a todos.

  2. Buenos días. Muchos me tildan de loco incluso en la casa. “Papi” Me dicen mis hijos,”te vas a volver loco, deja esa bobería ya que esto no lo arregla nadie “, y si, he escuchado toda mi vida esa retórica expresión que dice “esto no lo tumba nadie, pero que tampoco lo arregla nadie”. Que sería de la vida si no analizáramos las cosas objetivamente, pues lo subjetivo siempre desencadena soluciones temporales, que hacen que los problemas reaparezcan en tan solo instantes después. Primero quiero agradecer esta prensa algo más objetiva que leo en los últimos tiempos, una presa osada comparada con los viejos tabúes que frenan la libertad de expresión de nuestros periodistas. El tema de hoy no es más que la continuidad de un sistema obsoleto y de malas prácticas que han coexistido durante todos los años de revolución. Siempre he tenido el criterio que el paternalismo implementado por nuestra revolución hacia los cubanos ha sido un mal que ha mal acostumbrado al cubano a creerse con derecho de todo y sin obligación de nada. Es hora de darse cuenta que ese sentimiento de compromiso y propiedad para la tarea por la cual laboramos no es más que una falacia inefectiva. Que lejos de sentirse comprometido con la labor se trata de salir del día a día para llegar a fin de mes y cobrar por aquello que realizamos, pero que no retribuye en la satisfacción, ni cobertura de las necesidades básicas y de la familia, por tal los servidores públicos actúan como si estuvieran haciendo un favor cuando en realidad sólo están cumpliendo con sus obligaciones laborales. Si es mucho lo qué hay que cambiar para que las cosas funcionen, y de esos cambios depende la funcionalidad y profesionalidad con la que actúen los servidores públicos. Hay que cambiar primero la forma de pensar para que se pueda cambiar lo funcional. Esperemos que no sea tarde para ese futuro que anhelamos los cubanos de Patria o Muerte. Un abrazo

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