El arte tiende puentes entre los seres humanos, puentes que entrelazan sensibilidades, emociones, afectos. Este martes 26 de abril Matanzas despertó con la tristísima noticia de la muerte del actor y director de El Mirón Cubano, Francisco Rodríguez Cabrera.
En pocas horas las redes sociales se llenaron de mensajes de despedida para Pancho, como cariñosamente le decían. Unos de amigos entrañables, otros de aquellos que le conocieron a través de sus obras, su público. Todos compartían el mismo sentimiento: se ha marchado un creador que protagonizó algunas de las páginas más hermosas del teatro cubano.
Francisco Rodríguez Cabrera nació en 1954 y su infancia transcurrió en el Valle del Yumurí, en las afueras de Matanzas. Estudió actuación en el Instituto Superior de Arte y formó parte de aquella icónica primera graduación que se unió al entonces Conjunto Dramático de Matanzas, para infundirle nuevos bríos.
Trabajó en obras emblemáticas como La emboscada, El cruce sobre el Niágara, El gato de Chinchilla, Juan Candela, entre otras. Bajo las órdenes del director Albio Paz, contribuyó a fundar la estética del teatro callejero al estilo del Mirón y, tras la muerte de este, supo dar continuidad a su legado.
Al frente de la compañía matancera obtuvo el premio Caricatos 2007, por Balada del Marino. Ostentaba la Distinción por la Cultura Cubana y el Premio Brene de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba de Matanzas. Le fue otorgado también el lauro Ramón Batalla, de España, por sus aportes al teatro callejero.
El dramaturgo y escritor Ulises Rodríguez Febles, en un post de Facebook, lo rememoraba por algunos de sus personajes insignes: “El acróbata Blondin, arriesgado, audaz, soñador, cruzando el Niágara, en equilibrio constante sobre la cuerda, y el viejo, que lucha contra el pez, derrotado, pero no vencido, en las aguas del Golfo. Imágenes simbólicas de un actor clave de la escena cubana, un espíritu alegre e irredento de nuestro teatro, que se nos acaba de ir, imagino que para seguir haciendo reír a otros, montado en sus zancos, alcanzando en las alturas, la magnitud de su significación para muchos”.
Pepe Pelayo y Aramís Quintero, miembros de la Seña del Humor, agrupación en la que Pancho militó por breve tiempo, hacían públicas sus condolencias. El primero recordaba su papel de César en el espectáculo Jaguar you, Claudio, mientras que el segundo elogió su profesionalismo, humildad y carácter jovial, que “nos ayudaron a mantener el ánimo cuando todo se hacía cuesta arriba. Fue uno de nosotros, y lo seguirá siendo en nuestra memoria agradecida”.