Ortografía en tiempos de email

Me escribió: — tu eres genial.

Le respondí: — No. Tú eres genial.

Ahora ella cree que me gusta y yo solo estaba corrigiendo su ortografía.

Este chiste corto, plasmado en una postal, circula por internet para mostrar la importancia de escribir bien en cualquier soporte que se haga. Abundan otras tarjetas similares. Así, por ejemplo, hay una en la que se compara a la mala ortografía con un enemigo silencioso, pues, “la gente te lee, mira el error, piensa mal de ti, pero no te dice nada”.

Y es que, con el uso cada vez más expandido de los correos electrónicos y las redes sociales, la ortografía ha quedado relegada. El hecho de querer escribir más con menos caracteres y hacerlo de forma rápida induce a que las personas trastoquen la q por k, omitan la h, y hasta las tildes casi en su totalidad.

Sin embargo, obvian que aun cuando la comunicación electrónica se caracteriza por la inmediatez, ello no justifica la sarta de errores que a diario nos encontramos quienes navegamos por la red de redes. Incluso, en no pocas ocasiones, las ideas mal redactadas conducen a equívocos.

Ser cuidadosos a la hora de transmitir un mensaje deviene señal de respeto hacia a los destinatarios y hacia nosotros mismos. Las reglas y normas del idioma existen, precisamente, para facilitar la lectura y comprensión de lo que se desea informar. Cuando enviamos a alguien un correo o plasmamos determinada publicación en cualquier red social con incorrecciones de esa índole, exigimos de los receptores un esfuerzo mayor, además de que la buena escritura se fija a través de la vista y, por tanto, contribuimos a asentar esos dislates.

Hace algún tiempo, el empresario de Internet Charles Ducombe descubrió, a través del análisis de una web, que con una mala ortografía las ventas podían caer hasta un 50 por ciento, pues, según declaró a la BBC, cuando se usa esta vía para expender un producto o comunicar, el 99 % del tiempo se usa la palabra escrita. Por ello, a la hora de contratar personal para sus páginas digitales un requisito era escribir correctamente, lo cual redundaría en la credibilidad del sitio.

Así, como las empresas, los usuarios de las redes sociales o participantes en foros, si desean ganar respeto en una comunidad virtual, deben ser muy celosos a la hora de reflejar los vocablos en su mensaje.

En opinión de Álvaro Peláez, de la Fundación del Español Urgente (Fundéu): “En este proceso en el que la escritura se convierte en pública, adquiere un valor diferenciador. Si leemos una opinión bien escrita, otra mal escrita y en ningún caso conocemos al autor, lo normal es hacerle más caso a la primera. Mucha gente es consciente de esto y hace el esfuerzo en mejorar”.

Mark Zuckerberg, creador de Facebook, anunció, por su parte, en 2015, que su red social no permitiría que los usuarios con mala ortografía siguieran en ella y que se les cerraría la cuenta a quienes atentasen de esta manera contra la normal comunicación.

Y de eso se trata, pues, de recobrar el hábito de escribir de modo apropiado en cualquier soporte, con una sintaxis correcta y una gramática propia del idioma que se emplea.

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