Carlos subió la famosa “loma del Pediátrico”. Los años pesan para el anciano octogenario. Cada mes, de esa escalada depende el cobro de su chequera, remuneración a los más de 40 años de trabajo en el sector gastronómico. Casi sin aliento llegó, pero su esfuerzo otra vez parece ser en vano. La puerta está cerrada.
Desde hace tres meses, la Oficina de Correos del antiguo Centro Médico presenta irregularidades en el pago a los jubilados y demás pensionados de la zona.
Las aglomeraciones de personas denotan la problemática que afecta a uno de los sectores más vulnerables de la población: los adultos mayores.
A priori, el caos tiene como trasfondo una trabajadora enferma, por un período prolongado de tiempo, que no ha sido posible reemplazar permanentemente, solo cubrir su quehacer en algunos horarios en tiempos de pago.
De ahí que Carlos y los más de 200 jubilados suscritos a esa oficina tengan que ir y venir varias veces antes de lograr el éxito en el cobro. Un tanto igual sucede con las cerca de 130 personas que reciben asistencia social.
ROSTROS QUE HABLAN SOLOS
Basta con acercarse a los alrededores de la Oficina de Correos para palpar la seriedad del asunto. El descontento se multiplica en los más de 40 rostros amotinados, esta vez, frente a la puerta. Unos secan el sudor, otros blasfeman improperios, mientras que los más débiles tratan de acomodarse a duras penas en el muro convertido en asiento. La desesperación los alcanza en su espera, percibida eterna.
“Nunca pasé tanto trabajo para cobrar como ahora. Estamos aquí sin desayunar, sin comer nada”, comenta Ángel Valdés Pérez, de 76 años, quien en realidad se muestra más preocupado por su amigo de 89, al que los hijos vinieron a auxiliar porque sufrió una fatiga.
“Está sucediendo desde hace meses esta situación con respecto al pago a los jubilados. Ya se planteó a la delegada de la circunscripción 84. A las 10 o a las 11 de la mañana aparecen. No es para tener a los viejos, entre ellos yo, tantas horas aquí esperando —refiere Pedro Braulio Robaina Iglesias, de 89 años—. Ayer mismo a la una de la tarde dijeron que se había acabado el dinero. Tuvimos que irnos y volver hoy a hacer la cola otra vez, que llegó la compañera a las 11:30 a pagar”.
A escasos metros, Orlando Santana Esteban tiene el rostro fruncido. “Aquí el que más o el que menos de los presentes trabajó 35-40 años, yo trabajé 49 —comenta mientras mira con desánimo el tumulto—. Es ilógico todo este pueblo que viene aquí a las seis y pico de la mañana para hacer la cola, y que sean las 11:30 ya y no se aparezca nadie, ni siquiera a dar una explicación. ¿Acaso cuando alguien se jubila ya no merece consideración, no tiene valor?
“Con una tranquilidad te dicen: ‘Se acabó el dinero, me voy’. El que está ahí se va para su casa, y muchas veces los viejitos no tienen ni para tomar un refresco. Es una falta de respeto con nosotros”.
Martha Batista, de 82 años, fue secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas en su etapa de trabajadora; también se desempeñó como presidenta de su CDR. Para Martha “se ha sido moroso en dar respuesta a la problemática. Creo que se debe tomar alguna medida sobre esto, buscar un personal fijo. Tenemos suficiente juventud y compañeros preparados que pueden venir a trabajar aquí. Démosle esa plaza a un trabajador que lo desee y pueda cumplir, entrar a las ocho de la mañana en su horario normal, traer el dinero necesario”.
EL PROBLEMA EN CUESTIÓN
Ismary Hernández es la directora de la Unidad de Correos de Versalles (Matanzas 3), a la que se subordina la oficina del Centro Médico. Desde hace tres meses, es ella quien asume la responsabilidad de pagar pensiones porque enfermó su trabajadora. “Este mes fue mejor, todos cobraron en su tiempo y el pago fue bastante rápido”, aseguró la directiva, escasos días después de ser recogidas las opiniones de descontento de los jubilados.
“Hay déficit de trabajadores, por eso nos estamos trasladando nosotros los directivos a hacer los pagos correspondientes. La solución depende de lo que podamos contratar”.
Al problema en cuestión no están ajenos los directivos de la Empresa de Correos de Matanzas.
“La gestora de ahí está enferma. La alternativa que hemos tomado, porque no tenemos otro personal, es que la misma directiva sea la que pague —explica Ediesky Bárbaro Ortega Araujo, director adjunto—. Lo que pasa es, y esto en su momento se les ha explicado a los clientes, que ella como funcionaria tiene otras responsabilidades. Dentro de esas funciones ha ido intercalando el pago a los asistenciados-jubilados”.
Yaneysi Remón Suárez, directora de Operaciones en la empresa, asegura que “se habló con el Ministerio de Trabajo para ocupar esas plazas. Hasta ahora no ha aparecido absolutamente nadie, porque tampoco se puede buscar a cualquiera. Tiene que ser una persona que tenga un técnico, que sepa algo de servicios y atender a los clientes”.
Sin embargo, para el director adjunto de la Empresa de Correos de Matanzas, la solución no es tan fácil como parece. “Correo es muy selectivo con su personal, porque maneja efectivo, en mayor cantidad a raíz de la tarea ordenamiento y de estos incrementos salariales. La institución maneja millones de pesos.
“Correo mueve inclusive más dinero que un banco en un día determinado. Se imaginará que no puede tampoco, dentro de la bolsa que tiene hoy el Ministerio de Trabajo, seleccionar a cualquiera.
“Reconocemos que hemos tenido problemas con la parte de la transportación, me refiero a las bicicletas. Las gomas están en déficit en el país y el cartero a veces tiene que trasladarse a lugares distantes”.
A esto se agrega que el salario de un cartero es $ 2 600, lo que vuelve al oficio poco tentador. “Cualquier persona en otra entidad (dígase banco, Etecsa, nuevos actores económicos) gana mucho más que un cartero, que está ocho horas al sol, dando pedales, ofreciendo el servicio”
¿SIN SOLUCIÓN?
Con rostro serio, Yaneysi Remón Suárez confiesa que, al menos por el momento, la realidad no va a cambiar. “Se va a mantener igual, la que irá a pagar será la directora del correo, porque ella no tiene ningún personal para ir hasta ahí. El correo de Versalles tampoco tiene muchos trabajadores, son tres solamente. No puede ir uno permanente, será en un horario que se ajuste.” Ella enfatiza en “por el momento” porque, aunque la solución no parece al alcance de la mano, las gestiones no cesan.
“Estamos haciendo alianzas con las FAR —refiere con cierto tono de optimismo Ediesky Bárbaro Ortega Araujo—. Cuando la avalancha grande de bultos de la paquetería internacional, que se cerró la frontera y las personas optaron por envíos a través de la vía marítima, el Ministerio de las Fuerzas Armadas nos ayudó. Hicimos contrato con ellos, con muchachos que estaban pasando el Servicio Militar. Estamos llamando a eso también, a retomarlo. La directora de capital humano está enfocada ahora en ese trabajo”.
Aunque las alianzas pueden ser la ventana abierta por la que respirar, el directivo conoce realidades que necesitan cambiarse con urgencias. “Tenemos que mejorar los salarios. Estamos haciendo estudios del decreto 53. Hoy pagamos utilidades para incentivar que personas externas a la institución vengan a nosotros”.
Mientras los nexos fructifiquen y los incentivos atraigan, la realidad en la Oficina de Correos del Centro Médico continuará con matices oscuros.
Algunos ancianos, con hijos que puedan ocuparse de su situación, encontrarán en el Anexo 13, Providencia, un atenuante, pues sus descendientes podrán con ese facultativo cobrarles la pensión.
A otros, como Carlos, no les quedará otro remedio que subir, en reiteradas ocasiones, la famosa “loma del Pediátrico”, cruzando sus dedos para encontrar, en su siguiente visita, la puerta abierta.