De niño le hubiese gustado ser pelotero como a una buena parte de los cubanos, pero hoy en día los goles llaman más su atención, por ello no pierde oportunidad de desplazar su anatomía, acostumbrada a pisar colchones, sobre improvisados terrenos de fútbol en su natal Jovellanos.
A Andy Granda, el único representante cubano titular del orbe en deportes individuales en 2022, nada le ha cambiado el carácter, ni siquiera saberse campeón del mundo en la categoría más pesada del judo (+100 kilogramos), por ello piensa y actúa con la misma humildad del chiquillo que un día soñó con destronar a rivales y dibujar sonrisas en el rostro de sus padres, de su abuelo…
Fueron ellos los primeros que me vinieron a la mente cuando gané en Tashkent, Uzbekistán (sede del campeonato mundial), además de mi niña, cuenta ahora tranquilo el multimedallista panamericano, quien confiesa que el avance en la competencia le engordó la confianza hasta sentirse un gigante en la gran final ante la mole nipona de 160 kilos, Tatsuro Saito.
Llegué a la disputa del oro mucho más liberado, aunque concentrado, después de sudar el judogi en semis ante el neerlandés Troy Meyer, narra sin disimular la intensidad del evento que reunió a los mejores exponentes del arte marcial moderno creado por Jigorō Kanō.
Ante un oponente de mucho peso (literal) tuve que apelar a la movilidad y la velocidad para lograr el triunfo, la clave estuvo en no dejar de atacar porque sabía que conseguir una proyección iba a resultar muy difícil, reconoce el atleta que provocó la descalificación por Hansoku-make del hijo del legendario Hitoshi Saito.
Granda no duda en señalar a los artífices del éxito en la lid planetaria, en primer lugar a sus entrenadores y luego a la familia, que recientemente creció con el nacimiento de su pequeña, además del pueblo de Jovellanos, en la provincia de Matanzas, que siempre acompañó al joven Andy, en la gloria y la desdicha.
Laureado en múltiples ocasiones a nivel regional, el ahora as universal solo tiene en la mente incorporar a sus vitrinas la única medalla esquiva hasta la fecha, por ello engrasa la maquinaria de cara a la Ciudad Luz (Francia), sede de los Juegos Olímpicos de 2024.
Todavía resta un buen tramo para prepararme pero mentiría si dijera que no es posible colgarme una medalla en la Olimpiada, asegura el espigado deportista de 30 años, quien se considera un tipo divertido, de buen humor, al cual le gusta compartir con amigos y seguir de cerca las actuaciones del Fútbol Club Barcelona.
(Tomado de ACN)
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