“Necesito un riñon (humano) Me urge. Quien sepa de uno que me escriba al privado”, decía un post en Compraventa en Matanzas hace unos días atrás. Lo más probable es que sea una broma de muy mal gusto. El perfil de quien publicó el anuncio parece falso por su poco contenido y lo reciente de su creación; de hecho, ya fue eliminado del grupo.
Muchos de nosotros hemos lanzado el chiste de que debemos vender algún órgano para poder pagar determinado artículo o servicio. Un amigo incluso me dijo una que otra vez que para poder pagar la boda que su novia quería debía vender hasta su “médula ósea”. Quizá de ahí surja una publicación tan poco feliz. Estas burlas, con un matiz de humor negro, se hacen en la intimidad de la confianza. Son como se dice por ahí: chistes internos. No hay por qué llevarlos a las redes sociales y provocar un cisma de comentarios y reacciones.
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No obstante, esto sirve para analizar un fenómeno que en el contexto cubano cobra cada día más importancia: el comercio informal a través de Internet. Están estructurados como el Gobierno. Existen grupos barriales, municipales, provinciales y nacionales.
Su preponderancia está dada, según mi opinión, por varios elementos fundamentales, y el primero de ellos un poco obvio: el acceso cada vez más mayoritario de los cubanos a la web. El otro, la difícil situación de abastecimiento que vive el país, ocasionada por lo poco surtido de muchas instituciones y la inflación que cuadruplica precios y genera acaparamiento, lo que encarece los artículos y los vuelve inaccesibles para una parte de la población.
En el contexto económico, el comercio minorista en la web se convierte en una alternativa viable. Lo que antes se hacía de puerta en puerta o por un merolico, ahora puedes conseguirlo con apretar “publicar” y luego sentarte tranquilo a esperar que a alguien le interese: esfuerzo mínimo y resultado óptimo. Ante la ascensión de esta modalidad, los precios de muchos productos se miden según los estándares de estos espacios y no por los que coloca el Estado.
Sin embargo, no funcionan nada más para comprar y vender, también se han convertido en punto de confluencia de otras dinámicas sociales. En ellos podemos encontrar desde una mascota extraviada por determinada zona, de tal color que responde al nombre de Firulais, hasta el emplazamiento público de individuos que señalan como mala paga. Asimismo, en estos se maneja bastante contenido político, aunque muchos solicitan a sus miembros, como reglas de su comunidad, que se atengan a sus objetivos bursátiles. Además, como se apreció con el asunto del riñón, puede colarse alguna broma pesada.
En este mercado se hallan desde USD hasta motorinas, casas o barriles de “mieldepurga”. Sus ofertas son tan amplias como la imaginación humana, y muchas sí son útiles para el que las busque o necesite. Mas, hay que ser cuidadosos con la comprobación de los perfiles de quienes interactúan en los grupos, porque muchos son falsos y solo persiguen llevar a cabo una estafa.
Hace unos meses, en el grupo de compra y venta Todos bebés en la Habana, Lucía Milán hacía la petición a Lili Mantilla de que le devolviera dos felpas faltantes. Pronto dicho post se elevó a choteo nacional y otros temas apremiantes de la realidad cubana quedaron en un segundo plano. Ello nos habló en un primer momento del riesgo de caer en el ridículo y del alcance que puede tener una publicación, dada la cantidad de personas que acceden a las redes a diario.
Hoy los grupos de compra y venta cumplen una función importante; no podemos negarlo. No obstante, no estaría de más mostrar moderación en su uso y que sus miembros lo utilicen como una forma de facilitación social, no para ventilar cuestiones personales, hacer propaganda —que no es lo mismo que publicidad o promoción— o bromear sobre el comercio de órganos.
A mí me gustaría hablar sobre el tema. Compra venta de riñón.
Hola te puedes comunicar con migo
Buenas. Desea hablar con el periodista que escribió el artículo o con la redacción del medio?