Con profundo dolor, hemos conocido sobre la partida física del artista Agustín Drake Aldama. Pero queda su inmensa obra, a lo largo y ancho de la ciudad yumurina. Agustín Drake sigue vivo en su creación. El Periódico Girón lamenta esta sensible pérdida para la cultura matancera. A continuación les proponemos una entrevista de nuestros archivos, al maestro de las artes plásticas.
La obra de Agustín Drake Aldama ha sido premiada en Cuba y el mundo, por el sentimiento que transmite y, como él mismo afirma, por mostrar lo bello y lo feo de la realidad. Recorre la ciudad de Matanzas buscando la inspiración que necesita y los materiales que la propia naturaleza se interesa en ofrecerle.
A Agustín Drake Aldama en más de una ocasión lo han caracterizado como el escultor de la piedra, de las fibras vegetales, de la madera, de las cosas olvidadas, del viento y de la palabra; como un artista completo con conocimientos de etnología, antropología y religión. El merecedor del Premio Provincial Por la obra de la vida 2007 y de la condición de Maestro Emérito, compartió con Girón sobre sus inicios artísticos, su proceso de creación y su familia.
¿Escultor o pintor, cómo prefiere que lo reconozcan?
“Algunos dicen que soy escultor, ceramista, pintor. Yo me considero artista, y en esa palabra se resume todo. No necesito una inspiración divina, solo avanzo conforme avanza la vida, y con lo que sea hermoso o desagradable, aunque prefiero rodearme de cosas positivas, porque eso es lo que le propones al público con tu obra”.
Al natural de Sabanilla, actualmente Juan Gualberto Gómez, desde niño le apasionó la creación. Con un pequeño cuchillo para cortar yaguas trabajaba la piedra y ella le sugería una figura humana o animal; pero no fue hasta años más tarde que comenzó a explotar su talento.
¿Cómo se inicia en el mundo del arte?
“En el pueblo teníamos una profesora que a través de un concurso ofrecía dos becas para estudiar mecanografía en la ciudad de Matanzas. Nunca fui de los mejores estudiantes pero me lo propuse y logré ganar un puesto. A pesar del esfuerzo, mi ortografía era pésima y comprendí que mi futuro estaba en otro lugar.
“Mis libretas más que de clases se encontraban repletas de dibujos, por lo que mi abuelo me matriculó en una de las escuelas más famosas de la época: la Tarrascó.
“Inmediatamente me enamoré de todo lo que se hacía. Durante los dos primeros años el plan de enseñanza nos daba la posibilidad de aprender sobre todas las especialidades para, una vez llegados al tercer curso, escoger una. Yo prefería la pintura, pero en aquel momento existía la creencia de que los pintores eran homosexuales y yo no quería que me relacionaran con eso. Ahora lo analizo y comprendo que era un absurdo, una tontería. Ese pensamiento me llevó a escoger la escultura, pero pinto siempre que puedo.
“Luego de graduarme, me mantuve en la escuela apoyando todos los proyectos que se gestaban, lo que además me ofrecía una ayuda económica importante”.
¿Qué temas prefiere abordar en sus obras?
“Para crear me resulta cómodo, más que una temática, el material. Él sugiere y yo ejecuto. Me encantaba recorrer la orilla de los ríos y las playas, porque encontraba materiales increíbles para una sola pieza o para crear varias que terminaban en exposiciones. Recolectaba piedras, raíces, bronce, con lo que hice los Animales fantásticos y la serie Manos señalando, que la identifica un tenedor”.
Es merecedor de un número considerable de premios, ¿cuál considera el más importante?
“Tengo la filosofía de que absolutamente todos los premios son importantes. Sin embargo, me complace más que mi obra la entienda un ciudadano común, que no tiene conocimiento sobre el arte, que un grupo de intelectuales. A veces me interesa más la opinión de ese único sujeto que la de veinte que se consideran artistas. Esto no quiere decir que renuncie al reconocimiento de las instituciones porque con cada una alcanzo mayor visibilidad y, por tanto, invitaciones a eventos donde un número mayor de personas disfrutan de lo que hago.
“Recibí el Premio de la Unesco en la Sexta Feria Internacional de Arte en 1997, la Medalla Alejo Carpentier, soy Vanguardia Nacional y otras. Como profesor he formado a varias generaciones de artistas que han logrado el éxito en Cuba y en el mundo. Eso también lo considero un premio”.
Hablemos de la familia que ha creado con Leonor
“Por suerte tengo una familia de arte. Mi esposa Leonor Jorge-Vergara fue mi alumna y luego compañera de trabajo. Nuestra hija Araís mantuvo la herencia de las artes plásticas y es graduada de nivel superior en grabado. Indira, la menor, es músico. Creo que no tenían otra opción, pues las criamos entre las aulas de la escuela de arte.
“Pero esa es mi familia de sangre. Yo tengo otra, una variopinta y multicolor que he heredado de los amigos. Todos ellos me hacen sentir querido, y de todos me siento eternamente orgulloso”.
¿Qué consejo le daría el Agustín de 87 años al Agustín joven?
“Que no perdiera el tiempo. A pesar de todo lo que logré, considero que pude hacer mucho más. ¿Cuánta porquería uno habla en cualquier esquina y deja de leer un buen libro? ¿Cuánto tiempo pude dedicarle a la creación y lo consumí en cosas menos importantes? Esto no significa que les pida a los jóvenes o a los artistas noveles que sean autómatas, porque tienen que bailar, divertirse, disfrutar de un trago; pero siempre después de crear, de cumplir con sus objetivos”. (Por: Shavelly González García, estudiante de Periodismo, y Arletis Arango Oña)