Después de la tormenta…también llega el apoyo

Después de la tormenta... también llega el apoyo
La tormenta del pasado lunes provocó inundaciones en varias viviendas de la urbe

Más de tres horas demoró Juliana Marcelo en extraer el agua que inundó su casa en apenas segundos. Un líquido negro se adueñó de su calma, y por más esfuerzo que mostró a pesar de sus más de 70 años, el oscuro cieno parecía inamovible.

Algo similar sufrió Beatriz Ohaned, quien también desesperó ante aquella marea que ascendió casi a sus rodillas, y penetró hasta su cocina.

Por suerte para ellas, varios vecinos llegaron en su auxilio y les ayudaron en la difícil y agotadora misión de sacar aquel vendaval que corría por el interior de sus viviendas, y amenazaba con subir su nivel por encima de las rodillas.

Fueron numerosas las casas de la calle Manglar, en la ciudad de Matanzas, que padecieron en la noche del lunes aquel mal rato. En otros momentos, a lo largo del año, también el nivel de las aguas ha subido, «pero no como anoche, eso fue lo nunca visto», expresó una vecina.

Con anterioridad se habían tomado acciones con vehículos especializados de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado y equipos pesados de Cupet para desobstruir el drenaje, pero no ha sido suficiente.

Cuando cesan las lluvias, queda un manto oscuro de tierra negruzca que se impregna en las calles, aceras y portales como una marca imperecedera de los difíciles momentos vividos tras las precipitaciones.

Pero después de esta última tormenta al parecer llegará la calma definitiva. Tras la visita de Mario Sabines, primer secretario del Comité provincial del Partido, quien se interesó por la situación de los vecinos y quiso conocer sus vicisitudes de primera mano.

Hasta allí se llegó el dirigente acompañado de la Gobernadora Marieta Poey, y del titular de la delegación provincial del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, Antonio Hernández Martínez.

En el lugar donde el agua había ascendido como nunca antes, según narraron varios vecinos, el dirigente político suscitó el diálogo para conocer cada detalle. La rotura de una alcantarilla, la obstrucción por los desechos sólidos, hasta un tanque plástico que nadie sabe cómo ni de dónde llegó al sistema de desagüe, fueron de las tantas problemáticas que se enumeraron.

«¡Acciones concretas!», pidió Mario Sabines, y al calor de esa energía vivificante que transmite el contacto directo con el pueblo, se trazaron las estrategias para comenzar lo antes posible en las labores que mitiguen el riesgo de inundaciones.

Los habitantes se sintieron escuchados, atendidos, incluso invitaron a las autoridades a sus casas, como la anciana Beatriz, que no puede contener las lágrimas cada vez que narra cómo el agua se adentra a su casa, dejando después un fuerte olor a humedad que percibirá durante días, hasta convertirse en un agobio.

Por eso agradece tanto, según dice, la visita de las máximas autoridades del Partido y el Gobierno al interior de su morada, porque pudo mostrarles hasta dónde llegaron las aguas, y cómo ha ido haciendo mella en la estructura de la edificación.

En esa parte de la Circunscripción 21 del Consejo Popular Playa, los habitantes sintieron que sus reclamos llegaron a puerto seguro y oídos receptivos, que no naufragarán. Constataron que pese a las difíciles circunstancias el desaliento no siempre gana la batalla, y que existen dirigentes prestos a escuchar y a solucionar los problemas. Que en breve arribarán las brigadas constructoras para que las lluvias, más que un martirio, sean ese bien con que la naturaleza nos prodiga para refrescar la temperatura y animar el alma.

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Sobre el autor: Arnaldo Mirabal Hernández

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