
No hacen falta estadísticas y mucho menos investigaciones de la prensa para afirmar que entre los planteamientos de nuestros lectores dirigidos al Apartado 1433, el primer escaño, por recurrente, además, lo ocupa la escasez o ausencia total de agua potable en los hogares.
El grave problema, agudizado en los momentos actuales fundamentalmente por la crisis energética, abarca no solo al municipio cabecera, sino también a otros territorios de la provincia. Y el generalizado hecho resulta una paradoja en sí mismo, pues Matanzas es pródiga en recursos hídricos subterráneos.
Hoy, la misiva de Juana Ordóñez Medina, residente en la calle Ayuntamiento, entre Daoiz y Velarde, en esta ciudad, revela, por ejemplo, el paupérrimo estado del asunto.
“Desde hace más de 10 días no recibimos ni gota de agua en ningún horario. Sin embargo, en ocasiones vemos cómo corre por la calle y no llega a las viviendas. En mi cuadra, la mayoría de las personas son de la tercera edad o minusválidas que viven solas.
“Lo conoce la delegada de la circunscripción, quien ha gestionado el suministro del líquido en pipas, pero hasta el momento aquí no ha llegado ninguna. Ello tampoco resuelve el problema, lo que necesitamos es el servicio a través del acueducto”.

La inconformidad de la remitente se manifestó, incluso, en el documento anexo a la respuesta de Guillermo Cué Lugo, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado en Matanzas; e Isis Flores Morales, especialista de Atención a la Población.
Según los firmantes, la visita al domicilio de la remitente corroboró lo descrito, y le explicaron que la causa esencial de este problema radica “en el déficit de energía eléctrica, que afecta el bombeo durante más de ocho horas, sumado al deterioro de las redes hidráulicas de la zona”.
También afectados en grado sumo —pues la crisis temporal, ahora casi permanente, abarca más de 25 años— se pronunciaron los vecinos de la calle Velarde, entre Manzaneda y Zaragoza, en el yumurino barrio de Simpson.
“La solución ocasional que asumimos es conectar mangueras desde otras cuadras donde siempre hay agua. Necesitamos un análisis o estudio de las causas para arribar a la solución definitiva, tal vez acoplando las redes a ramales no afectados”.
En la respuesta de Cué Lugo y Flores Morales se aclara que “la solución, en este caso, no entraña la realización de inversiones en redes, sino en mejorar el sistema de bombeo, con elevado deterioro por los años de explotación. El problema se acentúa ahora con las interrupciones eléctricas, que impiden mantener la estabilidad en el bombeo de agua”.
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En el comentario anterior sobre la situación de la escasez de agua en el Consejo de Matanzas Este y la respuesta dada por los directivos de la citada entidad de Acueductos y Alcantarillados Provincial, no se aprecia una real solución al problema. Todo queda en saco roto.
Los problemas objetivos son bien conocidos, pero ¿cuál es la solución que se ofrece a una población que adolece de este primordial liquido desde hace más de 100 días?
Considero que ya los problemas y sus soluciones caen en un marco subjetivo de voluntad, creatividad y buenas intenciones de resolver esta situación por parte de los que tienen el poder de hacerlo y que no se hace nada buscando justificaciones.
La solución a redes tan deterioradas debe de estar incluída en el Plan de la Economía de años y años anteriores. ¿Qué nivel de inejecución ha tenido?
¿Su inejecución es solamente por las carencias materiales?
Es triste ver por ejemplo a la vista de todos como corre el agua desde la cuadra donde radica la UPEC y va a parar hasta la Vinatera de la Plaza, conformando un afluente del río San Juan; y toda esa agua se pierde con tantas casas sin ella, entre ellas la céntrica Calle Medio.
¿Esto no le preocupa a nadie o sólo a los afectados?
La antigua frase de que: «… el agua no se le niega a nadie», pasó a formar parte del olvido o parece hoy una broma de mal gusto.