Rápidos, furiosos y peligrosos

Escena de filme de la franquicia Rápidos y Furiosos
Escena de filme de la franquicia Rápidos y Furiosos

Los vi pasar a toda velocidad por la carretera oscura debido a la noche que se intensificaba con el apagón. Sus cuerpos se fundían con los vehículos; casi acostados sobre estos, avanzaron frenéticos por el pavimento. Yo solo rezaba por que a esa hora en el Viaducto matancero no apareciera ningún otro medio de transporte que detuviera la histérica carrera en que se sumían los dos muchachos. 

No sé quién habrá llegado primero a la meta, ni siquiera si los que manejaban aquellas motocicletas lo hacían por placer, dinero, por el mero espectáculo de la velocidad o por todos estos motivos juntos. Desconozco si finalizaron la competición o si cayeron al pavimento en el peligroso juego de no ceder ni un metro al contrario. 

Poner la mano en el acelerador y correr como si no existiera un mañana es para muchos motoristas un verdadero hobby en el que no solo arriesgan sus vidas, sino que ponen en juego otras inocentes. No puedo asegurar que tales indisciplinas sean más frecuentes en estos tiempos que en otros; sin embargo, en los últimos meses, tanto en las noches como a plena luz del día, he presenciado dichas rivalidades en muchas calles yumurinas. 

Corren distancias cortas, muchas veces en calles de poco tránsito y tratando de evitar por todos los medios a la policía. En algunas ocasiones, tienen su público y, en otras, basta con llegar primero que su contrincante a la meta, al más puro estilo de Rápido y furioso

Por lo general, estas actitudes las asumen jóvenes amantes de la adrenalina, con vehículos adaptados para alcanzar una mayor velocidad, cuya necesidad de sobresalir, ganar prestigio en el ramo, alzarse con una buena suma de dinero o, simplemente, satisfacer su ego, son más fuertes que el instinto de preservación. 

Muchos psicólogos añaden que esta temeridad se asocia a ciertos problemas de autoestima. Quienes se sumergen en el mundo de las carreras de motos casi siempre buscan una vía para llamar la atención, sentirse importantes. Incluso, tratan de apropiarse de valores que la mayoría no posee para ser aceptados por ese grupo a imitar, muchos convierten las carreras en un estilo de vida. 

En el instante en que suben a una moto, dejan atrás cualquier precaución y se centran en ganar, sin importar que las calles no sean verdaderas pistas de carrera, que el atuendo llevado no es seguro ni adecuado y que, en caso de salir algo mal, muy probablemente nunca se podrá frenar y evitar consecuencias mayores. Nadie piensa en perder la vida, hasta que sucede.

Y no son pocas las veces en que este tipo de carreras, ilegales, además, han tenido desenlaces fatales. Accidentes que terminan con la muerte o con lesiones severas irreversibles, con graves consecuencias no solo para quienes las padecen, sino para sus familiares y amigos más cercanos.     

De todos los factores de riesgo relacionados con los siniestros viales, el exceso de velocidad está considerado de forma prácticamente unánime como el más importante, y que incrementa tanto la posibilidad de que ocurra un percance como la gravedad de las lesiones de quienes lo sufren.

Romper los límites de velocidad establecidos es también transgredir la seguridad propia y la ajena. Es crear una línea delgada entre la vida y la muerte, de la cual no existe regreso posible. (Edición web: Miguel Márquez Díaz)


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Sobre el autor: Jessica Acevedo Alfonso

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