Con la luz de sus pupilas

Rubén Martínez Villena
Collage Rubén Martínez Villena. Foto tomada del sitio de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena

Hay un Rubén vital, el del instinto del bien, el del martiano impulso, el que aniquilado por la dolencia se negó al reposo, el que no murió «prosaicamente» hace hoy 91 años y, desafiando la fosa y el sudario, vela por Cuba con la luz de sus pupilas.

«De estatura mediana, cuerpo frágil, cabellera tempestuosa de reflejos entre castaños y áureos, palidez con leve tinte rosáceo, frente cogitabunda, nariz venteante, labios finos, mentón partido, y manos elocuentes. Pero lo que más sobresalía e impresionaba de su estampa física eran sus ojos verdes transparentes y taladrantes, verdeazules a veces, ora rojoverdes, según los encandilara el entusiasmo o la indignación. Cuando abría los párpados de improviso, daba la extraña sensación de que se le fugaban un instante de las órbitas».  

Así pintó a Rubén Martínez Villena, con su pródiga palabra, Raúl Roa, amigo y hermano de causa del joven revolucionario, al que las clases de Historia de Cuba y de Literatura nos lo muestran como el protagonista de la Protesta de los Trece, el joven que defendió a Mella, el que dirigió las huelgas contra Machado, el autor del Mensaje lírico civil y la Canción del sainete póstumo. 

Rubén Martínez Villena. Foto tomada de Granma
Foto tomada de Granma

Que Villena es mucho más que ciertos hechos que nos lo recuerdan es cuestión largamente consabida, que guardan los libros y alienta el pecho de quienes lo sabemos entrañable; de quienes, leyendo su poesía, nos estremecemos ante la belleza del Hexaedro rosa, el erotismo de aquel Soneto, o la vehemencia afanosa de El gigante.  Que Villena anduvo con su Patria, Peñas arriba, en el más delicado estado de salud, es hoy dechado fecundo para que, aún en las más difíciles circunstancias, continuemos defendiéndola. 

«Entusiasmo en los ojos», dice Roa, y vemos al Rubén que, sin haber visto jamás un avión de cerca, se dispone a hacerse aviador para cumplir misiones en favor de Cuba; al que redacta manifiestos y artículos políticos para denunciar el mal de la «república»; el que, dispuesto a todo, es siempre el primero ante lo más arriesgado, y en lo que haya que hacer.

En los ojos «indignación», y lo vemos disconforme con el panorama de ultrajes y usurpaciones imperialistas que presenció en sus días; en la esencia de su vida misma, que pudo ser plácida, y a la que renunció para conquistar la patria de sus sueños.

Hay un Rubén vital, el del instinto del bien, el del martiano impulso, el que aniquilado por la dolencia se negó al reposo, el que no murió «prosaicamente» hace hoy 91 años y desafiando la fosa y el sudario vela por Cuba con la luz de sus pupilas. (Por: Madeleine Sautié)


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