Por la ruta 1433. Foto: Raúl Navarro
El periodismo es una de las mejores obras que ha creado el hombre en su paso por la Tierra con el propósito de informar a los demás, pero también de proponer, examinar, opinar y hasta criticar.
Durante casi 10 años el vínculo con la investigación histórica me condujo a revisar el diario Aurora del Yumurí, denominado con justicia El Príncipe de los diarios cubanos del siglo XIX. Su habitual sección Gacetillas resumía la esencia de una vasta época y su permanencia fue sello distintivo de la publicación.
En Cuba, de la más que centenaria revista Bohemia, constituye otro ejemplo significativo, no solo por su larga data, sino por el revelador contenido de ese tipo de periodismo.
Basten solo dos ejemplos, de los muchos que de seguro perviven para, entre nosotros, echar una mirada a los orígenes de la crítica en el periódico Girón, antecedentes no contados hasta la fecha, y su consolidación en una columna que próximamente cumplirá 50 años de creada: Apartado 1433.
La épica de los primeros años de la Revolución irrumpió con fuerza en el diario de las cinco letras. Entonces se ubicaba en un angosto recinto de la calle de Contreras No. 2. Fue una etapa que sus más antiguos trabajadores calificaron de heroica.
Tras la epopeya vivida en 1961 brotaron distintas secciones de vida efímera, redactadas con lenguaje sencillo, al alcance del pueblo. El periodismo de criterio, hoy denominado de opinión, fue entonces la vía idónea para entablar batalla contra ineficiencias, despilfarro de recursos materiales y desmanes en lo económico.
El 26 de abril de 1962 se estrenó la sección Rinconcito, publicación diaria ubicada en la parte inferior de la página cinco, a dos columnas y en cuadro. No era usual la fotografía. Su redactor fue Alberto Cárdenas, quien firmaba sus textos con el seudónimo de Alcar. Vio la luz en 142 ocasiones y expiró el 15 de enero de 1963. Entre los temas más recurrentes sobresalieron los servicios, distribución de bienes materiales (misión encargada a los CDR por entonces), el ornato público y el transporte. Se iniciaba así una época de cambios donde el pueblo crecía como protagonista de las transformaciones sociales.
El jueves 31 de mayo Rinconcito expresaba: “Las cartas que se envían a Rinconcito deben ser firmadas y precisar bien los datos para realizar nuestras comprobaciones, pues no podemos caer en falsedades. ¿Por qué muchos informantes no firman sus cartas? ¿Miedo a quién? Cuando decimos verdades en defensa de la Revolución y de los intereses populares estamos cumpliendo con un deber. Además, los errores se superan señalándolos”.
Aunque no se explicaron los motivos de su desaparición, el sendero quedó expedito para que en el primer semestre de 1963 surgiera El Guerrillero, con similar perfil editorial.
Bajo la égida de un emblemático periodista como Celestino García Franco, a la sazón jefe de información del diario, El Guerrillero, que seguramente debió su nombre a la sagacidad del reportero para ello, comenzó el sábado 9 de marzo de 1963. El 21 de ese propio mes apareció con logotipo, considerado este aspecto como un avance periodístico. Otro rasgo positivo consistió en insertar fotos y caricaturas.
En sus dos años y medio de existencia –se publicó por última vez con ese nombre el 2 de agosto de 1965– vio la luz en 506 ocasiones.
Muy pronto disminuyó notablemente la publicación de trabajos de corte crítico, tal vez por la propia situación imperante en Cuba, vista desde entonces como una plaza acorralada por el imperio del Norte.
A diferencia de Rinconcito, El Guerrillero sí ofreció argumentos a los lectores acerca de los cambios. El 31 de agosto reapareció con el texto Metamorfosis, pues, según el redactor, a partir de esa fecha la sección se nombraría Cal y Arena, sin que ello implicara desviaciones de su contenido, a más de la participación de otros colegas.
Sin dudas, Cal y Arena fue otra ingeniosidad de Celestino, todo un magister en materia de titulares. Para él los materiales de construcción resultaron la más exacta metáfora para transmitir el propósito de la crítica constructiva.
Cal y Arena fue, desde el 31 de agosto de 1965, una prolongación del El Guerrillero, también con logotipo propio. Con salida irregular empleó con frecuencia la fotografía.
Mas, la sección, como rasgo común, estuvo signada por la efímera existencia. Se contaron 30 apariciones y feneció en abril de 1966, sin explicar las causas.
Pese a las circunstancias históricas, y a la incipiente conciencia acerca de la importancia de la crítica por parte de los directivos de la prensa escrita, resultó evidente que en Girón este tipo de periodismo se abrió paso en su interrelación con el pueblo.
Pero sobrevendrían momentos más álgidos signados por trascendentes procesos políticos y económicos, razón por la cual la crítica se ausentó del rotativo entre las décadas de 1967 y 1968. Tampoco se puede obviar que ya se fraguaba el empeño de realizar una zafra con resultados económicos inéditos: la zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar.
Llegado este momento surgió en Matanzas una publicación denominada con acierto Van Van, primer semanario humorístico yumurino después de 1959. El 16 de agosto de 1969 nació como suplemento de Girón, justamente al calor de la citada contienda azucarera, que involucró a todo el país. Con estilo esencialmente crítico, el grupo de creadores lo comandó el reconocido artista de la plástica Manuel Moinelo, diseñador gráfico de valía, quien contó con el apoyo de colegas de Palante y Melaíto.
Junto a los novatos, también unían créditos los consagrados Manuel, Pitín, Nuez, Betán, Blanquito, lo mejor de lo mejor en Cuba.
En el suplemento se combinaban textos, fotos, dibujos, caricaturas, fotomontajes, que de forma amena y chispeante golpearon contra lo mal hecho. Se componía de ocho páginas sin secciones fijas.
En las 50 ediciones publicadas Van Van insertó entre sus temáticas el ausentismo al trabajo, la resistencia a la incorporación de la mujer al trabajo, el maltrato al transporte público, el derroche de energía eléctrica y, fundamentalmente, las deficiencias en las labores de la zafra. Otras críticas se centraron en el ornato público, lucha contra la vagancia, los servicios y el machismo.
Sin dudas, Van Van desempeñó un trascendente papel en la consecución de los objetivos propuestos por la nación: producir 10 millones de toneladas de azúcar, que a la postre no se lograron.
Problemas de índole material –restricciones con la materia prima– determinaron el cierre del semanario el 2 de agosto de 1970, a muy pocos días de cumplir el año de existencia.
Pasada esa efervescencia económica, el inicio de los 70 no pudo ser más desafortunado en la publicación de textos donde predominara el criterio. Nuevamente, y por segunda vez, Girón palideció en la realización de un periodismo audaz, incisivo, de opinión. Pero este silencio quebró cuatro años más tarde, con Apartado 133, columna nacida el 22 de diciembre de 1974 y que, con periodos de intermitencia, perdura hasta nuestros días.
Conocidas ya las experiencias anteriores, resultó obvio que Apartado 133 abordara entonces asuntos más álgidos y con mayor profundidad y profesionalidad, incluso con la participación de los reporteros que tenían a su cargo distintas esferas de la economía. Al inicio, las salidas fueron diarias y, con posterioridad, tres o cuatro veces a la semana, sin día fijo, pero siempre en la página dos. Ello se subordinó al volumen de cartas recibidas y a otras necesidades del Órgano. Esta columna (en realidad su diseño abarcó dos columnas) también se identificaba con logotipo y abordaba varias subtemáticas.
En la investigación realizada en 1984 por los periodistas Santiago Ramírez, Yolanda del Solar y Othoniel González-Quevedo, convertida luego en el trabajo de diploma titulado Acerca del ejercicio de la crítica en el periódico Girón, Félix Ponce Valdés, entonces director de este medio, reveló: “Apartado 133 nace porque teníamos referencias de que en la prensa soviética se realizaba mucho ese método, y habíamos intercambiado criterios con el entonces director de la agencia de prensa Novosti en Cuba, y con algunos periodistas soviéticos que visitaron Matanzas. La idea fue calorizada en la provincia. Tiene el valor de ser la primera sección de ese tipo que surge en la prensa del país, incluyendo los Órganos nacionales”.
El tiempo ha demostrado la eficacia de su creación. Muy pronto arribaban cientos de carras contentivas de críticas, sugerencias y opiniones de la población. Según los investigadores, entre los años 82 y 83 se recibieron más de mil cartas. El 90 % de ellas felicitaba la sección por los numerosos problemas resueltos.
Para atender la voluminosa correspondencia, existía un equipo de corresponsales y colaboradores que asentaban las misivas en un registro creado al efecto. Luego, en una tarjeta, se inscribían las generales del remitente y era enviada a éste con franqueo pagado para comprobar la veracidad de su procedencia.
Cuando el lector devolvía la tarjeta al periódico, la dirección del órgano evaluaba el asunto tratado y actuaba en consecuencia, es decir, lo publicaba o entregaba la carta al redactor especializado para un posterior trabajo periodístico más profundo y detallado. Otra opción consistía en remitirla al organismo implicado, en aras de una respuesta adecuada.
José González Rivas, periodista de larga data, Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, fungió como responsable de Apartado 133 hasta 1983.
Testimoniaba Pepe Rivas en la década de los 80: “En la labor de atención a las cartas de los lectores se presentaban algunas dificultades, entre ellas la demora en el retorno de las tarjetas de confirmación, por lo que a veces entre la llegada de la carta, el envío de la tarjeta, su regreso y la publicación transcurría un mes o más”.
El Período Especial, la escasez de papel y la conversión de Girón de diario a finalmente semanario, contribuyó de manera negativa a cercenar este tipo de periodismo, reanudado por suerte a finales de los 90 como una columna con frecuencia quincenal. Fue otra etapa difícil, caracterizada por días aciagos, de manera que prevalecía la carencia de respuestas a los planteamientos, amén de alguna que otra gestión para obtenerlas.
Con diversidad de redactores y, por consiguiente, de estilos en la manera de contar historias, el 1ro de mayo de 2003 cerró el ciclo de los tres dígitos. Ese día circuló por última vez como Apartado 133. Ello obedeció a transformaciones en la Empresa de Correos, que luego modificó los números. Sería en lo adelante 1433. Desde el 12 de junio de ese propio año hasta el día de hoy, el logotipo lo identifica como tal.
Se trató solo de un cambio en lo formal. A partir del 24 de noviembre de 2006 la referida columna posee redactor estable, ve la luz cada semana y late con el sentir del pueblo. En 2009, junto al diario Juventud Rebelde, compartió el premio en la categoría de Mejor Vínculo con los Lectores, en el IX Festival Nacional de la Prensa Escrita.
La transformación radical del método de trabajo resultó primordial para encauzar por derroteros más escarpados, es cierto, la misión de responderle a los lectores. Las cartas se enviaban a las entidades y organismos correspondientes para su pertinente atención y, luego de contestadas, firmadas y acuñadas, en aras de su oficialidad, regresaban a nuestra Redacción para publicarse.
En realidad, este procedimiento que pervive entraña sacrificio, consagración, perseverancia, pero es esencial la respuesta.
Lo más lamentable a estas alturas resulta la escasa comprensión de directivos y funcionarios para asumir la fortaleza del método de marras, pues en sus manos se deposita un documento inédito, de manera que la contestación debe ser eficiente, real, sin grietas, pero el resultado es todo lo contrario. Por supuesto, la norma contiene aisladas excepciones.
Por otro lado, la morosidad en responder cabalga a campo traviesa y disminuye en buena medida la efectividad de Apartado 1433. Pero como el periodismo no es asunto de llanero solitario, el apoyo aquí constituye piedra de toque para lograr el noble propósito de ofrecerle siempre más voz y presencia a nuestros lectores.
Por expresa voluntad editorial, entre los años 2007 y 2015, tres o cuatro veces al año, la sección ocupó una página con el título Vaciando el buzón. Durante más de una década Gustavo Prado Álvarez (Pitín) ilustró con su excepcional arte los planteamientos más álgidos de los lectores. Jamás ocurrió un desatino porque la ética profesional caracterizaba al equipo de realización.
Fue, sin dudas, la mejor época de Apartado 1433, porque el volumen de cartas recibidas, además, así lo permitía. Periodista y artista se fusionaron en un binomio perfecto y el previo trabajo de mesa otorgó sello de calidad a cada publicación. El testimonio gráfico se guarda en los archivos de Girón. De seguro, futuros investigadores aportarán valoraciones más enjundiosas sobre el particular.
Un lícito salto en el tiempo nos permite transitar de los años más luminosos a los más difíciles para la realización del periodismo ciudadano actual.
En diciembre de 2019 la República Popular China anunciaba al mundo el creciente contagio de los habitantes de Wuhan con el coronavirus. Hacia el mes de marzo de 2020 Cuba decretó el primer caso. La pandemia de covid-19 irrumpía a sí en nuestras vidas. Sin embargo, ni el lógico aislamiento fue óbice para detener ¡tan solo una semana! la marcha de la sección. ¿Cómo lo que parecía imposible se hizo posible?, al decir de nuestro Cintio Vitier en su excepcional ensayo Ese Sol del mundo moral. Con mucho empeño, sacrificio y profesionalidad. La morada del redactor se convirtió en una especie de puesto de mando. Mediante la vía telefónica se allanaba el camino y las dificultades cedían terreno. La buena voluntad de muchos directivos transformó el tétrico panorama. Recogían las cartas y entregaban disciplinadamente las respuestas. Pero el arsenal disminuía y llegó el momento de no saber qué se publicaría la semana siguiente. Una luz siempre desvaneció la certeza del vacío editorial.
Si bien rebasamos la pandemia afortunadamente, el estigma de la escasez de cartas, siempre acechante, lastra el mejor desarrollo de Apartado 1433. La lenta recuperación de los sectores económicos y sociales incide hoy de manera negativa en ello, a más de otras acentuadas barreras como la desidia, la falta de recursos materiales, el burocratismo extremo y la paupérrima atención a los problemas que describen los lectores. No resulta de menor trascendencia la corrupción, un fenómeno más que repudiado por cualquier ciudadano honesto.
Se impone revertir este estado de cosas para que la ciudadanía recupere la confianza en la gestión de las instituciones estatales. Y, sobre todo, que en las entidades se respeten los de-rechos del pueblo, al cual se debe todo servidor público.
Proponemos, por último, que los anales de Apartado 1433 sean fuente de investigación pa-ra estudiantes de la carrera de Periodismo en sus tesis de pregrado, y sus sugerencias tenidas en cuenta para el desempeño de un mejor periodismo. No perdamos la brújula de la historia. Porque se trata, además, de la historia del pueblo matancero. Esta sección seguirá siendo un espacio periodístico de comprobado crecimiento colectivo. Aprovechemos todas sus fortalezas.
*Fragmentos de la conferencia impartida en la sede de la Upec provincial el 22 de noviembre de 2024, a propósito de los aniversarios 50 de Apartado 1433 y 64 del periódico Girón.