Con perseverancia se logran grandes objetivos. Foto del autor
Vuelo directo en un avioncito
Que una institución de prestigio en el ámbito empresarial como el Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez, de Varadero, no deje a su suerte a la comunidad de vecinos más cercana, invierta en ella convocando a quienes sudan la frente y se gaste allí buena parte de sus finanzas, resulta argumento convincente para enarbolar las banderas del honor: 85 aniversario de la CTC, Proeza Laboral y Vanguardia Nacional durante cinco años consecutivos.
La inauguración del aeródromo matancero —segundo en importancia en el país— el 25 de septiembre de 1989 abrió las puertas a nuevos empleos para muchos, en especial para los residentes en el Consejo Popular de Carbonera, cuyos habitantes hacían de las artes de pesca su principal forma de vida.
La antigua carretera flanqueaba mejor que la actual el pueblito. De tránsito hacia Varadero, era común apreciar los rostros de hombres de piel agrietada por el sol, mujeres y niños con atuendo marino cargando sus avíos en busca de la mar. Hoy ese vetusto y calcinado pavimento se torna angosto para el tránsito vehicular, porque entre el marabú, árbol que se defiende de ser atacado con sus afiladas espinas, el añejo asfalto reduce cada vez más la zona visible.
Y en negarle más espacio a la árida vegetación se empeña cada semana, machete en mano, un valioso grupo de trabajadores del aeropuerto, entre ellos los que marcan diferencia con su ejemplo personal: José Antonio García Manso, actual director general; y Osmany Sánchez Díaz, secretario general del Comité del Partido.
“Más allá de la ruda labor que nos hace sudar a raudales, sabemos que la obra es útil, y poco a poco se aprecia el resultado. En algunas ocasiones concluimos la jornada en nuestro círculo social, en el mismo corazón de Carbonera, donde el brindis y la música ayudan a fortalecer las relaciones humanas del colectivo”, afirma García Manso.
CARBONERA, OTRA REALIDAD DESPUÉS DEL AEROPUERTO
Melchor Proenza Rodríguez ya acumula 14 años —de los 24 en la Aeronáutica Civil— en la administración del círculo social 15 de Febrero, inaugurado en 2006. En sus palabras se aprecia el sano orgullo de quien, apoyado en sus obreros, mantiene el local pulcro, higiénico, ordenado.
“Los habitantes de la comunidad también se benefician con nuestras prestaciones. Los escolares, por ejemplo, utilizan sus espacios, mientras que los fines de semana funciona la discoteca”, asevera Melchor, al tiempo que reconoce los efectos mordaces de no poseer, como antaño, más recursos para mejorar las ofertas.
Hasta los residentes en Carbonera, como Marbelis Matos Menéndez, han hallado empleo en el círculo social. “Soy ayudante general de elaboración. Recibo beneficios salariales según los resultados y ello constituye suficiente estímulo para sentirme bien con la labor que desempeño”.
No obstante, se me antoja expresar que tal vez el logro más significativo de una institución en cómo “arropar” a sus vecinos cercanos sea congratularlos con lo que no poseen y sin embargo necesitan, una casita infantil donde crece feliz y segura la infancia. Así llegó, desde el pasado 15 de junio, Avioncito de colores.
“Comparte la misma edificación que la bodega. La reconstrucción se realizó en 42 días, gracias al esfuerzo inversionista del aeropuerto y financiado con las reservas de las utilidades de 2023”, explica García Manso.
Según Maritza Carretero Benavente, la educadora responsable, “nuevamente resulta obvio el beneficio a la sociedad, porque de la matrícula actual 17 niños residen en Carbonera, mientras los padres de otros cuatro laboran en el aeropuerto.
“En todos los casos, la cuota mensual es de 50 pesos y el aeropuerto pagará el salario de 15 trabajadoras, 10 de ellas docentes, más una pantrista y una empleada de limpieza. La dirección de Educación nos capacitó como auxiliares pedagógicas y, gracias a importantes donaciones de trabajadores de la Aviación y de residentes aquí, ya los niños tienen juguetes y demás útiles para el desarrollo de cada actividad”.
UN BOLETÍN QUE VUELA ALTO Y DIRECTO
Una mirada no tan exterior fue lo que me propuse cuando abrí la puerta de la sala de monitoreo del Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez. Allí se “cocina” siempre algo bueno en materia de gestión comunicacional, al generar contenidos para las redes digitales Facebook y X, y atender 64 cuentas creadas en PC más 30 líneas corporativas en teléfonos celulares.
El hecho resulta inédito en la Aviación Civil de Cuba, aseguran Osmany Sánchez Díaz, especialista en comunicación institucional; y Marianna Montenegro Morales, periodista experta en marketing digital, al tiempo que definen como objetivo supremo la apropiación de toda esa labor por parte de los trabajadores.
Y para acuñar con sello de calidad lo anterior, en fecha reciente surgió el boletín digital Vuelo Directo, iniciativa de Montenegro Morales para “informar a los trabajadores de los sucesos relevantes en la institución; por ejemplo, el reconocimiento ambiental otorgado por el Citma a la terminal aérea. Incluimos también el resumen de las tendencias en las redes sociales, y nos retroalimentamos con la generación de contenidos por áreas”.
Sin embargo, más tangible en el apoyo a la gestión financiera del aeropuerto está la labor de los salones VIP (very important person, por sus siglas en inglés) de entrada y salida, servicio que solicitan los pasajeros mediante la modalidad en línea o a través de agencias de viaje. Incluso, aceptan la petición a última hora y su pago en efectivo, siempre en aras de facilitar el tránsito por la terminal con rapidez y comodidad.
Actualmente vuelan hasta el aeródromo yumurino 11 aerolíneas internacionales. Entre los principales mercados emisores sobresalen Rusia, Canadá, EE.UU. y Alemania. De enero a junio arribaron más de 740 000 pasajeros, cifra que supera la alcanzada en igual período del año precedente.