Pocos lugares de la geografía cubana poseen un nombre tan pintoresco como el de cierta playa matancera, ubicada casi a la entrada ―o la salida― de la ciudad, en la que se han bañado varias generaciones de estudiantes universitarios y soldados de las unidades militares cercanas.
Buey Vaca le debe su nombre al río ―ahora mismo casi arroyuelo― que desemboca justo a su lado; nomenclatura que ha llevado a no pocos curiosos a preguntarse: ¿qué tendrán que ver un buey y una vaca con este singular paraje de la Atenas de Cuba?
La versión más difundida asegura que proviene de las palabras inglesas “way back” (algo así como “un paso atrás” o “retírese”), protagonistas del supuesto letrero que anunciaba el carácter privado de sus arenas a inicios de la República. Otra variante de la leyenda refiere que el territorio de la ciudad llegaba justo hasta lo que es hoy Cabarroca, y dicho cartel invitaba a los viajeros a regresar sobre sus pasos.
Sin embargo, algo que no toman en cuenta ambas historias es el hecho de que al río y la playa se les conocía de esta forma desde mucho antes del siglo XX, y demostrarlo es tan fácil como consultar los mapas y planos que se conservan de la Matanzas colonial.
El verdadero origen del nombre Buey Vaca fue recogido por el Dr. Américo Alvarado en su libro Siete leyendas matanceras, donde rescata las nomenclaturas originales de los ríos de Matanzas: Babonao (Yumurí), Guainey (San Juan), Jibacabuya (Canímar), y uno más pequeño al que los aborígenes conocían como Güeybaque… ¿Les suena este último?
A continuación, algunas fotos antiguas del río Buey Vaca y sus alrededores:
(Por: Humberto Fuentes)
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