En fotos de época: Matanzas desde el cénit

Cuentan que los antiguos habitantes de las pampas de Nazca, en Perú, dibujaban figuras gigantescas sobre el suelo de roca para atraer a visitantes de allende los cielos. O, quizás, el mensaje iba destinado a alguno de sus semejantes, como el hombre del pueblo de Neguá que subió al firmamento y describió al mundo como un mar de fueguitos.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha mirado hacia arriba ―como el muñequito de las goticas en la nariz―, explorando, buscando señales, pero también preguntándose: ¿Cómo nos veremos desde allí? ¿Acaso los dioses nos observan? Y, si nos observan, ¿qué pensarán? ¿Les causará gracia nuestro andar de hormiguitas por extensos caminos?

Cuestiones como estas llevaron al hombre a querer conquistar las nubes. Primero fue el avión, luego los satélites. Solo entonces pudo ver, con ojos de niño aventurero, aquello que le había sido negado: el ángulo cenital, la maravilla de sentirse Dios por un par de segundos; una sensación parecida a la que debieron percibir los fotógrafos que tomaron estas imágenes de la Atenas de Cuba, cual mapas atávicos de una ciudad vista desde el cénit.

(Por: Humberto Fuentes)

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