Muchos años después frente a un video de youtube con el trailer de la serie de Cien años de soledad recordaría a aquella novia que me hizo conocer que entre el cariño y el hielo existe la misma distancia que entre la boca y la mejilla, la misma que una semana después de la ruptura me regalaría la novela de Gabriel García Márquez y yo aún me pregunto si fue una amabilidad o una pulla.
También rememoraría ese amigo metódico que en la parte trasera de su libreta de Cultura Política dibujaría el árbol genealógico de los Buendía. El almendro mientras avanzaba en la lectura de la novela comenzó a apoderarse de los renglones, uno por uno, y luego no cupieron en una sola hoja ni en dos. Hasta que en un momento, casi en el mismo punto que en el libro se dice que «la estirpe condenada a cien años de soledad no tiene una segunda oportunidad sobre la tierra» colisionan con sus apuntes de los aportes de Marx, Lenin y Mariátegui.
Tal vez en dicho juegos y rejuegos de la memoria afectiva, porque nadie que haya imaginado como Remedios la bella se eleva hacia los cielos en lo que tiende la ropa puede quedar impune, y al chocar con la nueva producción de Netflix volví a pensar en la frase de que algunas estirpes no están destinadas a las segundas oportunidades, sobre todo los Buendía.
Durante mucho tiempo se comentó que la obra de García Márquez era irrepresentable en el formato audiovisual. Han realizado algunos intentos como la desafortunada adaptación de El amor en tiempos del cólera, aunque Javier Bardem tomara el paraguas con alas de cuervo de Florentino Ariza o Shakira interpretara una de las canciones de la banda sonora. Quedó demasiado limpia, demasiado impoluta. Pensemos en las polvaredas de las ciudades americanas y el sol que te pone canela en la piel y te hace cazar portales.
Si dentro de la bibliografía de García Márquez, tanto desde el punto narrativo y del empleo de lo que se llamaría el realismo sucio, El amor en tiempos del cólera constituye una de las menos ambiciosas del autor y se dificultó mucho su adecuación al ámbito cinematográfico, qué quedaría para Cien años de soledad.
El arte para que sea arte, según mi entender, necesita un margen entre la intención del artista y la interpretación de la obra. En ese espacio es que ocurre la maravilla, en que la polisemia crea la maravilla, en el caso del escritor colombiano lo que llamaríamos el realismo mágico.
El cine tal vez sea entre todas las manifestaciones artísticas la más completa al utilizar más recursos, dramaturgia, sonido, imagen; pero, por ello, cuando llevan a la gran ( o la media o la del celular) pantalla referentes literarios se pierde ese margen y se nos ofrece solo un pobre eufemismo de lo que debería ser. Algunas estirpes están condenadas a no tener una segunda oportunidad sobre la Tierra.
Mi otro miedo lo baso en la anécdota de la muerte de Ambrose Bierce, un escritor norteamericano que nos regaló relatos como Sucesos en el riachuelo del búho, quien al final de su vida, cansado de todo, se fue a luchar en la Revolución Mexicana y ahí se perdió.
Tal vez Netflix, como Bierce, cansado de fórmulas occidentales, se haya lanzado de cabeza a América Latina y no regrese sano y salvo. Cien años de soledad no es solo una novela, además, a la vez constituye un compendio del devenir de un continente que se ha esforzado en borrar, quizás el mismo viento que extinguió a los Buendía.
El crítico Roberto González Echeverría en su ensayo Mito y archivo: una teoría de la narrativa latinoamericana plantearía que el colombiano a la misma vez que nos regala el hermoso y complejo proceder de una familia, crea un escrito que contiene los relatos que componen un continente que han querido saquearte hasta el metal en las venas de una montaña, países que les arrancaron sus ancestros que le rezaban a los dioses de la selva, que los cóndores bajaron a la tierra y se posaron en el Palacio de la Moneda. Entonces de la estirpe que me hablaría la trasnacional del entretenimiento con la N roja en el pecho, como un Superman de la fanfarria, no sería la mía.
Muchos años después frente a un video de youtube reflexionaría que, realmente, no espero demasiado de la nueva adaptación de Netflix, quizás porque no cuente con hermosas ilustraciones de Fabelo, como la edición que yo leí cuando adolescente y que debo revisitar. Sin embargo, tal vez sea yo y mis expectativas sobredimensionadas. Igual, me sentaré a verla y luego les contaré si en verdad algunas estirpes merecen una segunda oportunidad sobre la Tierra.
Lea también: