Que el poeta y escritor José Manuel Espino es un hombre de Feria nadie puede tener la mejor la menor duda, así lo atestiguan su paso por las de Santo Domingo, Lima, Santa Cruz de la Sierra, Antofagasta y, por supuesto, La Habana. Quizás por eso este año el segmento matancero de la Feria Internacional del Libro le está dedicado a él y a los 30 años el Teatro de las Estaciones, el colectivo titiritero que lideran Rubén Darío Salazar y Zenén calero.
Sus palabras de agradecimiento durante la gala inaugural del evento, la noche de este miércoles 6 de marzo en el teatro Sauto, fueron una verdadera declaración de amor a la literatura y un repaso de los desafíos que hoy la industria editorial afronta.
En una noche especialísima, con un Concilio de las aguas dedicado a Brasil como país invitado de honor en la presente edición de la Feria del Libro, donde pudimos disfrutar de la música y la poesía del Gigante sudamericano, el autor aseguró que «es un honor dar inicio a esta Feria, un espacio que nos permite celebrar la belleza de las letras y la importancia de la cultura en nuestras vidas, donde nos reunimos para disfrutar de la diversidad de voces y perspectivas que nos ofrecen los libros«.
Lo acompañaron desde el escenario la cantante Olga Margarita Muñoz, el guitarrista Mario Guerra, la pianista Hilda Elvira Santiago, el chelista Dayan Mirabal, la camerata José White que dirige el Maestro Bienvenido Quintana, la bailarina Liliam Padrón y la soprano Lucelcys Fernández. También los versos de Clarice Lispector, Carlos Drummond de Andrade, Cecília Meireles, entre otros, recitados por el colectivo de Ediciones Matanzas, con ese estilo único que es el sello del editor Alfredo Zaldívar.
Como el prolífico creador de literatura infantil que es, Espino no pudo resistirse a gastarle una pequeña broma al público, la primera parte de su discurso fue redactada usando una aplicación de Inteligencia artificial. A través de este juego deseaba demostrar que vivimos el momento justo «para replantearnos el conflicto ético que implican los nuevos saberes del hombre. Estamos ante el dilema que planteaba Martí en los dos ruiseñores, la diferencia entre el pájaro mecánico y el verdadero«.
Igualmente, aprovechó la ocasión para expresar sus desvelos porque nos encontramos «en medio del mayor contrapunteo conocido en la ciudad letrada entre el libro de papel y el libro impreso». Y reafirmaba su fe en sacar lo mejor de ambos mundos: «Ojalá se consiga aquí un espacio de concilio, de convivencia respetuosa«.
Cuando torrente de las letras inunde la calle Narváez, el museo Palacio de Junco, la Oficina del Conservador de la Ciudad, Ediciones Vigía y otros espacios de la Feria, el escritor colombino solo desea que su «mayor reverencia llegue a todos los que harán verdad este sueño colectivo y permitirán que desde ya Matanzas sea un puente inmenso, construido desde el fervor por la lectura, los autores, los libros«.
Para sellarlo con la convicción de los verdaderos poetas, terminó con una estrofa escrita para la ocasión:
Matanzas, con un temblor de la voz fiel, presagioso, recibe el sencillo gozo que marca tiempos de amor deja buscar tu color de muchacha casi seria reconozco la materia de luz que te pertenece y entre libros estremece al inaugurarse tu Feria.