La caverna de las ideas es un juego de espejos donde nada es lo que parece y donde el simple hecho de seguir leyendo puede resultar arriesgado. Como corresponde en un texto posmoderno, se llega a la conclusión de que no existe un significado único en la obra (establecido por el autor y que hay que “descubrir”), sino que cada lector es capaz de hacer una interpretación diferente.
Publicada en el 2000, es una mezcla de novela histórica y policial. Narra una serie de asesinatos ocurridos en la antigua Grecia. Las víctimas son jóvenes estudiantes de la Academia de Platón, y el interesado en esclarecerlos es el filósofo Diágoras de Medonte, tutor de los jóvenes, quien contrata a un descifrador de enigmas, el gran Heracles Póntor.
Como en todo buen policial, la trama es manejada con cuidado y se van dando al lector informaciones en las dosis adecuadas para sorprenderlo constantemente con los giros inesperados de la historia. Lo que en un principio parecían crímenes inconexos, terminan convirtiéndose en una conspiración mayor.
Esta lectura podría clasificarse como metaliteratura (se trata de los textos sobre el proceso artístico de la creación literaria), y es que el autor inventa un nuevo recurso literario llamado “eidesis”, mediante el cual se insertan imágenes ocultas, relacionadas directamente con la Teoría de las Ideas de Platón, quien también figura como personaje de la novela.
La historia mantiene el interés vivo de principio a fin. El final puede sorprender en un primer momento; pero, si se piensa bien, todo tiene sentido y es una novela bien hilada. Lo mismo sucede con las parodias y alusiones literarias, pues se copian recursos de autores de todos los tiempos, desde los famosos símiles homéricos hasta las estrategias narrativas del policial de hoy. Un ejemplo de esto resulta el nombre del protagonista: Heracles Póntor, que hace referencia al famoso detective de Agatha Christie: Hércules Poirot.
Como los 12 capítulos de la novela están regidos por imágenes diferentes, el autor hace variar en cada uno de ellos tanto el ritmo narrativo como el tipo de descripciones. Así, no solo da muestras de un buen dominio de las técnicas literarias, sino también llama la atención sobre la importancia de estos detalles, aparentemente subalternos, y su influencia en los sucesos contados y en el significado de la totalidad de la obra.
No se puede negar que Somoza tiene imaginación y ganas de no hacer lo mismo de siempre, sobre todo a nivel de la estructura de la novela. Se trata de un relato que contiene a otro que a su vez es otro relato con un significado filosófico.
A pesar de la diversidad y complejidad de niveles de lectura, La caverna de las ideas resulta una narración amena y fluida debido a la sencillez de su prosa, con una muy buena trama y personajes creíbles. Es una especie de demostración filosófica, con la teoría de las ideas y el mito de la caverna como telón de fondo. Un clásico moderno que no puedes dejar pasar, pues abarca tantos temas, que resulta probable que alguno llame tu atención.
FRAGMENTOS DE LA NOVELA
- —¡Ah, esta es la diferencia entre tú y yo! —exclamó Heracles, triunfal—. Yo observo el mismo higo y opino que parece un higo normal y corriente. Puedo, incluso, llegar a opinar que es muy probable que se trate de un higo normal y corriente, pero ahí me detengo. Si quiero saber más, debo abrirlo… como ya había hecho con este mientras tú hablabas.
Separó con suavidad las dos mitades del higo que mantenía unidas: con un único movimiento sinuoso, múltiples cabezas diminutas se alzaron airadas del oscuro interior, retorciéndose y emitiendo un debilísimo siseo. Diágoras hizo una mueca de repugnancia.
Heracles añadió: —Y cuando lo abro… ¡No me sorprendo tanto como tú si la verdad no es la que yo esperaba!
- Nosotros también somos partidarios de la razón, pero creemos que hay algo superior a ella, y es la Idea en sí, que es la luz ante la cual todos, los seres y cosas que poblamos el mundo, no somos sino vagas sombras. Y, en ocasiones, solo el mito, la fábula, la poesía o el sueño pueden ayudarnos a describirla.
- Prefiero una pequeña asamblea donde poder gritar a un vasto imperio donde tuviera que callarme —dijo Heracles, y de repente lamentó no disponer de ningún escriba a mano, pues le parecía que la frase le había quedado muy bien.
—¿Y por qué tendrías que callarte? Si estuvieras entre los mejores, podrías hablar, y si no, ¿por qué no dedicarte primero a estar entre los mejores?
—Porque no quiero estar entre los mejores, pero quiero hablar.
—Vivir no es ninguna teoría. Para vivir, solo necesitas estar vivo.
—No: hay que aprender a vivir.
- Escribir es extraño, amigo mío: en mi opinión, la primera actividad más extraña y terrible que un hombre puede realizar —añadió, regresando a su económica sonrisa—. Leer es la segunda.
- Hay lugares extraños en esta vida que ni tú ni yo hemos visitado jamás. Es cierto… Vivimos en un mundo extraño, Heracles. Un mundo donde nada puede ser razonado ni comprendido del todo. Un mundo que, a veces, no sigue las leyes de la lógica sino la del sueño o la literatura… Sócrates, que era un gran razonador, solía afirmar que un demonio, un espíritu, le inspiraba las verdades más profundas. Y Platón opina que la locura, en cierto modo, es una forma misteriosa de acceder al conocimiento.
- Los hombres no escogemos lo malo por ignorancia sino por impulso, por algo desconocido que yace en cada uno de nosotros y que no puede ser razonado ni explicado con palabras.
- iZeus sabe cuántos textos, cuántas imaginarias teorías redactadas con pluma y tinta gobernarán la vida de los hombres en el futuro y cambiarán tontamente el curso de los tiempos!
SOBRE EL AUTOR
José Carlos Somoza Ortega es un guionista, dramaturgo y novelista, nacido en La Habana en 1959. En 1960, cuando aún no había cumplido ni un año de edad, sus padres se trasladaron hacia España.
Estudió Medicina, especializándose en la rama de la Psiquiatría en la Universidad de Córdoba, aunque en 1994 la abandonó para dedicarse por completo a la escritura. Publicó por primera vez ese mismo año, y a partir de entonces ha obtenido disímiles premios como: La Sonrisa Vertical, el Café Gijón, el Fernando Lara o el Hammett.
Somoza ha practicado varios géneros, con especial atención al erotismo, la literatura fantástica, el terror o el misterio, aunque en su estilo es habitual la mezcla entre ellos.
De entre su obra habría que destacar títulos como Clara y la penumbra, La dama número 13, El cebo o La caverna de las ideas.
En el 2000, su novela Dafne desvanecida fue finalista del Premio Nadal, y dos años después La caverna de las ideas ganó el premio Gold Dagger a la mejor novela de suspense en Inglaterra y el Premio Flintyxan 2004 a la mejor novela histórica policíaca, otorgado por la Asociación de Escritores de Novelas Policiacas de Suecia, siendo traducida a más de 20 idiomas, con una extraordinaria acogida por parte de la crítica internacional. Es socio de honor de Nocte, la Asociación Española de Escritores de Terror. Ha escrito también un guion radiofónico, ganador del Premio Margarita Xirgu en 1994, y varias piezas teatrales.
Actualmente está considerado uno de los renovadores de la literatura de misterio en castellano, y vive en la ciudad de Madrid junto a su esposa e hijos.
“Creo firmemente que escribir es la única magia de verdad que aún nos queda: ser capaces de construir mundos y habitarlos, gestar destinos, modelar vidas”, ha afirmado el escritor. (Por: María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)