Quizás estudiar licenciatura en Educación Primaria y Especial le dio a Felipe Hernández Sánchez las herramientas para comprender y trabajar con los pequeños. La realidad es que ya estaba destinado a convertirse en guardián de cientos de ellos, gracias a su sensibilidad y compromiso.
Una vez iniciada la carrera pedagógica, le proponen acercarse a los maestros terapeutas, como se conocía en la década del 70 a aquellos que atendían a los niños con necesidades especiales.
“El reto mayor era trabajar con cada uno de los infantes de manera individual, pues tenían características distintivas; pero constituyó una experiencia maravillosa, sobre todo porque los apoyaba en su proceso de integrarse a la sociedad, a pesar de ciertas limitaciones.
“Tiempo después viajé hasta Nicaragua, con el objetivo de llevar mi experiencia a un pueblito al sur del país, donde no existía fluido eléctrico. La peculiaridad de la misión es que pude aplicar lo que aprendí en Cuba con la población del lugar, ya que trabajaba con la misma metodología de preparar clases para diferentes grupos según los niveles de aprendizaje. Una vez de retorno, me proponen atender a adolescentes con trastornos en la conducta y a niños con trastornos en el lenguaje.
“El cambio profesional comienza en el año 1991, cuando desde la Dirección Provincial de Educación solicitaron mi experiencia en el Hogar de niños sin amparo familiar. Fue una decisión difícil, porque ya no me enfrentaba como profesor a un aula, sino que me convertiría en el padre de quienes vivían en el Hogar y, por tanto, tenía que desempeñar ese rol. Lo consulté con mi esposa, con mis amigos. Todos coincidían en que tenía las cualidades para el cargo; por ello acepté”.
EL HOGAR, EL CAMBIO, LA FAMILIA
“Este reto llegó cuando me estrenaba como padre, por lo que me ayudó en la educación de mis hijos y en la manera de proyectarme con los muchachos del Hogar. Para dirigir una institución como esta tenía que protegerlos desde el punto de vista sentimental, pero, desde el punto de vista educativo, conducirlos hasta que se convirtieran en personas de bien.
“Aquí encontré sobre todo mucho amor y una familia heterogénea, e intenté desde el primer momento estar disponible para cada uno. En los centros anteriores, cuando algún pequeño tenía una dificultad, me acercaba a la familia para plantear la situación. Ahora soy esa persona, a quien la escuela y la sociedad exigen respuestas y compromisos.
“Aspiraba a estar para ellos cuando pedían consejos a partir de los cambios que llegaban con la adolescencia, cuando iniciaban sus relaciones de pareja. Eran situaciones que me absorbían totalmente, al punto de poner en segundo plano los chequeos médicos de alguno de mis hijos”.
PAPÁ FELIPE
“Para ganarse su confianza hay que hacerlo de manera paulatina y en su tiempo individual. Resulta difícil abandonar el medio familiar y entrar en una institución que, si bien cubre sus necesidades, es un lugar extraño y totalmente diferente. Algunos llegan y en horas ya se sienten como en casa. Otros demoran días o meses en adaptarse.
“Sustituir a la familia es imposible. A pesar de lo convulsa que sea la situación en sus casas, ellos añoran convivir con sus madres y padres, con sus primos, con sus tíos. Aquí les garantizamos amor, protección y todos los bienes materiales posibles, gracias a la atención especial del Estado.
“Para mí todos son importantes, a todos los recuerdo y todos son queridos. Pero los que más me sorprenden son esos que, a pesar de la triste historia que los acompaña, se convierten en profesionales, como es el caso de Jorge Luis, quien se hizo abogado, y de Adisley, graduada de Ingeniería industrial y que hoy es directora de la Empresa Planificadora de Las Tunas.
“De mi trabajo amo todo, especialmente poder propiciarles bienestar, que ellos se diviertan y que sean felices. Me entristece que alguno abandone sus estudios y por tanto no pueda incorporarse a la vida social, o que enfermen”.
FELIPE
“Estar rodeado de mi nieto, mis hijos, mi nuera y tener salud, eso para mí es felicidad. Tengo que agradecer a las personas que me acompañan, sobre todo al equipo del Hogar, que se encuentra en perfeccionamiento constante para brindar la mejor de las atenciones a mis niños”. (Foto de la autora)