En viejas imágenes del Noticiero Icaic sobre aquel 3 de octubre de 1965, aún se pueden ver y sentir las emociones encontradas dentro del capitalino teatro Chaplin, hoy teatro Karl Marx. Allí, en medio de un histórico discurso, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz preguntaría a los presentes cuál era el nombre que debía tener nuestro Partido. Y todos, al unísono, respondieron con fervor: Partido Comunista de Cuba.
Con esa proclama, hace ya 58 años, iniciaba un camino de unidad y se constituía entonces el primer Comité Central del Partido, integrado por «quienes, tanto en la lucha por la Revolución, como en la lucha por la consolidación, defensa y desarrollo de la Revolución, han trabajado y han luchado tesonera e incansablemente».
El líder histórico de la Revolución Cubana resaltó una ausencia en particular, pues se trataba de quien poseía todos los méritos y todas las virtudes necesarias en el grado más alto para pertenecer al Comité Central y que, sin embargo, no figuraba entre sus miembros.
Era el caso del Comandante Ernesto Guevara, quien fuera además uno de los inspiradores principales en la creación del Partido. Entonces, el propio Fidel dio lectura a la carta de despedida del Guerrillero Heroico ante la expectativa popular por su ausencia. Miles de cubanos escuchaban bien de cerca en la radio las ideas del Che resumidas en la voz firme, pero intermitente, de Fidel.
«Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…). Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y de dolor, aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu», escribió el Che.
Esa misiva marcó la memoria colectiva de millones de personas en el mundo y estremeció a este pueblo, pero sabíamos que en los nuevos campos de batalla el Che llevaría la fe que le inculcó Fidel, «el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura».
Y por esas coincidencias de la vida, justo en la misma fecha histórica, ocurría la fusión de los periódicos Revolución y Hoy, para crear uno nuevo que llevaría el nombre de Granma, «como símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino». Desde entonces, el órgano del Comité Central del Partido lleva en sus páginas el símbolo de nuestra concepción revolucionaria, que es también martiana, fidelista y guevariana.