Marynés cumple su servicio social desde enero del 2022. Luego de graduarse como ingeniera con título de oro, con el mejor promedio no solo de su carrera, sino también de su facultad, no tuvo más opción que incorporarse a trabajar en una fábrica de bebidas, perteneciente al Ministerio de la Alimentación, en Matanzas.
Su primer encontronazo con la realidad fue el no poder pertenecer a la empresa con la que mantenía una estrecha relación desde sus primeros años de carrera y donde desarrolló un proceso investigativo que constituyó, posteriormente, su tesis de grado. Las decepciones continuaron cuando, al incorporarse a su centro laboral, la obligaron a rotar por todas las áreas y departamento, experiencia que sería provechosa para conocer el funcionamiento de la misma; pero la limitaron a funciones de secretaria, fotocopiando documentos. Incluso presentó un proyecto para mejorar las producciones, el cual se acreditó su tutor.
El fenómeno que supone este tipo de experiencias relacionadas con el servicio social fue visibilizado en la telenovela cubana de turno, Asuntos Pendientes, mediante los personajes de Adriana y Alexis. Estos, y principalmente Adriana, vieron frustradas sus posibilidades de complementar la teoría de la academia con la experiencia laboral hasta que alguien decidió asignarles tareas afines a sus conocimientos y al desarrollo de proyectos. La cuestión es que, en muchas entidades, la figura del recién graduado queda relegada ante los pensamientos retrógrados de algunos jefes que subvaloran su potencial.
Diversas ideas y acciones frenan a los que se presentan en sus centros laborales queriendo comerse el mundo, cargados de nuevas ideas a tono con el desarrollo internacional en cualquiera de las ramas en que se desempeñen. Es necesario que se les brinden oportunidades para que demuestren si son capaces o no de asumir con responsabilidad el reto.
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Manifestar la creencia de que la mayoría de los jóvenes de hoy no recibieron clases con la misma calidad que los de anterior trayectoria, o que no estudiaron tanto como ellos, significa carcomer el mérito de quienes cumplieron también con las exigencias universitarias. Generalizar el desinterés y la mediocridad en todos los recién egresados constituye la herramienta más eficaz para promover la frustración en dicha comunidad de profesionales.
Todos los que hoy acumulan experiencias laborales empezaron desde cero. Fueron también jóvenes deseosos de aprender, de explotar sus habilidades. Es necesario que recuerden eso antes de juzgar o negar sus conocimientos y apoyo a los “adiestrados”.
Sin lugar a dudas, lo anteriormente planteado no aplica para todos los casos. Distan de esta realidad las historias de graduados que encuentran en sus trabajos la oportunidad de expresar criterios, demostrar su talento y potenciarlo. No obstante, las vivencias negativas durante la etapa del servicio social provocan, incluso, que muchos egresados lo interrumpan, y en el peor de los casos hasta lo abandonen. Tras el incumplimiento del mismo queda invalidado su título para desempeñarse en el ámbito estatal como universitarios.
Las nuevas generaciones son la continuidad del potencial tecnológico e investigativo de la nación, y tronchar sus sueños contribuye a que vean en la emigración la única vía de desarrollo profesional y personal. Unido, claro está, a otros factores. Aun así, en disímiles espacios se escuchan los relatos de aquellos que, con intenciones de aprender de los más longevos, reciben frases como: “¿para qué te voy a enseñar, si ustedes al final emigran todos del país?”.
Urge que el servicio social en Cuba, como primera experiencia laboral, se transforme en un período donde el egresado conozca a plenitud los ámbitos y horizontes donde aplicar sus conocimientos, y descubra las puertas abiertas para emprender nuevos proyectos de desarrollo. (Foto: Tomada de Internet)